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¿A QUÉ MENTIRA LE DEBEMOS TEMER MÁS?

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Por Píndaro de Anonso

Ciertamente los primeros días de este año 2021 han traído a la luz algunos hechos inéditos, como lo ocurrido en Washington con la toma violenta de la sede democrática de nuestro país vecino. Hechos motivados por un presidente que se ha conducido con odio, manipulación, y mentira en su discurso, entre otros. Hablé en la columna anterior que la credibilidad de Trump está hecha trizas.

La mentira y la verdad a medias, han caracterizado cada vez más a la clase política en las últimas décadas alrededor del mundo. La promesa aspiracional de mejorar se ve más a menudo manchada por el incumplimiento de aquellos compromisos hechos a cambio de los ansiados votos, que dan lugar al poder.

En nuestro México nos estamos acostumbrando cada vez más a ello. Nos volvemos indolentes de lo que acontece en nuestra bendita tierra. Sin embargo, nos extrañamos y a veces hasta nos sorprendemos cuando ocurren hechos sin precedentes en otros países, que en realidad han acontecido una y otra vez y desde hace mucho tiempo en nuestro país.

¡Cuántas personas se sorprendieron con las imágenes y noticias del Capitolio, siendo violentado! ¡Cuántas personas siguieron con atención, minuto a minuto, las imágenes en noticieros y redes sociales de dichos acontecimientos! Pero estamos acostumbrándonos a las manifestaciones, bloqueos, matanzas, y demás injusticias y hechos violentos en territorio Nacional.

En mi opinión, esta indolencia obedece a la pérdida de la capacidad de sorpresa del mexicano. Decimos en este país que: “estamos curados de espanto”, y malamente nos lo creemos cada vez más, hasta el punto de la indiferencia. Nuestra cultura, no está por lo general, nutrida en la instrucción y la lectura. Pareciera ser que tenemos un “contagio tropicalizado”, eso sí, porque es muy a “nuestro modo” del “consumismo norteamericano” ; aquel en el que todo aquello que nos ponen enfrente de manera cómoda, lo consumimos. Es más fácil creer en una noticia con “trending”, en un video, en lo que nos pasan las televisoras, con un contenido digerible. Todo en un lenguaje cada vez más escueto y rudimentario.

Sin generalizar a todos mis paisanos, el grueso de la población no se preocupa por segur cultivando sus bases académicas, ni la educación y las buenas costumbres, que son desgraciadamente cada vez más escasas o nulas.

Quizás por esto es cada vez más fácil para aquellos, que están en el poder, el manipular a las masas.

Nuestro presidente, al igual que el casi saliente de los norteamericanos, es, entre otras cosas, soberbio, autócrata e impreciso. A algunos hasta les hace gracia escucharlo decir “tengo otros datos”

Pero el peligro real está justamente en sus aseveraciones. Cuando prometió en campaña que evitaría a toda costa la militarización, sucede que en la realidad el país se está militarizando. Cuando prometió que no habría incremento en los impuestos, se encrudecieron las medidas de los regímenes fiscales. Cuando prometió que acabaría con la corrupción y el influyentismo, nuestro país está más sumido que nunca en actos impunes y descarados. Cuando prometió que habría seguridad y Salud a los niveles de países del primer mundo, la realidad nos muestra un país inseguro y enfermo, con un sistema de seguridad colapsado, hablando al margen de la pandemia.

Ahora que el presidente sale a decir en su foro matutino, entre otras “tonterías y nimiedades”, que se jubilará acabando el sexenio, es como para morirse de miedo y ahogarse en escalofríos.

¿Será esta la mentira más peligrosa del macuzpano? ¿Será para él la oportunidad para terminar de aniquilar las instituciones que le hacen contrapeso y perpetuarse entonces en el poder? ¿Seguirá obteniendo beneficio propio del poder?

Los mexicanos tenemos todavía el arma del voto, sin embargo, para ejercerla con responsabilidad y sabiduría, nos hace falta ejercer todavía nuestra libertad de cultivarnos y leer, cuando menos un poco más.

Quiera Dios que los mecanismos de la democracia sigan funcionando en nuestro querido México.

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