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A SUS ÓRDENES

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Con una votación en lo particular de 64 senadores a favor y 39 en contra, ayer, a las 8:35 de la mañana, se consumó la eliminación de 109 fondos y fideicomisos, con lo que un monto de 68 mil 400 millones de pesos quedó a disposición del gobierno federal.

Al expresar su voto de forma nominal, la senadora morenista sudcaliforniana 

Con una votación en lo particular de 64 senadores a favor y 39 en contra, ayer, a las 8:35 de la mañana, se consumó la eliminación de 109 fondos y fideicomisos, con lo que un monto de 68 mil 400 millones de pesos quedó a disposición del gobierno federal.

Al expresar su voto de forma nominal, la senadora morenista sudcaliforniana Lucía Trasviña hizo el equivalente de la roqueseñal de hace un cuarto de siglo. “A favor, cabrones”, expresó.

De esa manera, sin convencer a nadie más que a los ya convencidos, apabullando a la oposición y pasando por encima de las razones que muchos grupos de la sociedad presentaron, al final se hizo la voluntad del presidente López Obrador.

Fue una muestra más de que, en el campo oficialista, una sola opinión es la que cuenta.

El pasado 2 de abril, el mandatario hizo publicar en el Diario Oficial de la Federación un decreto para “analizar la permanencia de fideicomisos y fondos públicos”. Ingenuamente, funcionarios y legisladores tomaron la expresión en sentido literal –analizar– sin reparar en que detrás de ella había una orden tajante: extinguir los fideicomisos y apropiarse del dinero que había en ellos.

Por eso, durante el verano, cuando las bancadas de Morena en el Congreso informaron al Presidente que habían llegado a un acuerdo con la oposición para convocar a un periodo extraordinario de sesiones y desaparecer cinco fideicomisos, López Obrador no dudó en mostrar su molestia. No le habían entendido.

“Hay como 200 fideicomisos y apenas van a cancelar cinco y piensan que con eso ya me voy a quedar tranquilo”, reclamó el mandatario en la conferencia mañanera del 29 de julio.

“Toma tu chupón…”, ironizó. 

Eso obligó a Mario Delgado, el líder de Morena en la Cámara de Diputados, donde se había originado la iniciativa, a volver a la mesa de negociaciones para tratar de dar gusto al Presidente.

Al final, la única manera de lograrlo fue echando mano de la mayoría oficialista en las Cámaras.

Contra el cumplimiento de la instrucción presidencial no hubo argumento que valiera: ni de los legisladores de oposición ni algunos aliados ni de los expertos ni de los centros de investigación ni de las universidades más prestigiadas del extranjero ni de los beneficiarios de apoyos que se pagaban mediante dichos fideicomisos, como las víctimas de la violencia…

Agotadas las medidas dilatorias en el Congreso y superado el bloqueo de la sede del Senado, la minuta quedó aprobada.

La senadora petista Nancy de la Sierra, quien hizo un último intento de que se escucharan los argumentos de diversos colectivos sociales inconformes, me dijo ayer en Imagen Radio que su partido era “aliado, pero no empleado” de Morena, y lamentó que no hubiese voluntad de dialogar.

Pero el presidente López Obrador ya había dado la orden de eliminar los fideicomisos y había acusado a cualquiera que se opusiera de “apoyar la corrupción”.

Los morenistas en las Cámaras siguieron dócilmente sus instrucciones, sin cuestionar nada, a pesar de que hasta entonces no hubiera una sola evidencia de la enorme corrupción que, según el Presidente, ha existido en los fideicomisos.

Ayer, una vez extintos, el mandatario ordenó una investigación para detectar cualquier irregularidad en esos fondos. ¿No debió haber sido al revés?

Se ve que en ese círculo de poder nadie se cuestiona nada. Vea nada más lo que dijo el martes el subsecretario Hugo López-Gatell, después de que el Presidente había contradicho su afirmación y la del secretario de Salud, Jorge Alcocer, de que hay señales de un repunte de contagios de covid-19.

Al tratar de justificar la discrepancia, López-Gatell afirmó: “El Presidente está viendo integralmente la nación en muchos campos que a nosotros no nos corresponde atender”. Claro, quién es él para cuestionar los misteriosos métodos del jefe.

A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde el principal experto en enfermedades infecciosas, Anthony Fauci, ha mantenido con firmeza sus posiciones frente a lo que conviene políticamente al presidente Donald Trump, aquí el conocimiento especializado se ha rendido a la voluntad del Presidente. Ya para qué hablamos de los simples puntos de vista.

 hizo el equivalente de la roqueseñal de hace un cuarto de siglo. “A favor, cabrones”, expresó.

De esa manera, sin convencer a nadie más que a los ya convencidos, apabullando a la oposición y pasando por encima de las razones que muchos grupos de la sociedad presentaron, al final se hizo la voluntad del presidente López Obrador.

Fue una muestra más de que, en el campo oficialista, una sola opinión es la que cuenta.

El pasado 2 de abril, el mandatario hizo publicar en el Diario Oficial de la Federación un decreto para “analizar la permanencia de fideicomisos y fondos públicos”. Ingenuamente, funcionarios y legisladores tomaron la expresión en sentido literal –analizar– sin reparar en que detrás de ella había una orden tajante: extinguir los fideicomisos y apropiarse del dinero que había en ellos.

Por eso, durante el verano, cuando las bancadas de Morena en el Congreso informaron al Presidente que habían llegado a un acuerdo con la oposición para convocar a un periodo extraordinario de sesiones y desaparecer cinco fideicomisos, López Obrador no dudó en mostrar su molestia. No le habían entendido.

“Hay como 200 fideicomisos y apenas van a cancelar cinco y piensan que con eso ya me voy a quedar tranquilo”, reclamó el mandatario en la conferencia mañanera del 29 de julio.

“Toma tu chupón…”, ironizó. 

Eso obligó a Mario Delgado, el líder de Morena en la Cámara de Diputados, donde se había originado la iniciativa, a volver a la mesa de negociaciones para tratar de dar gusto al Presidente.

Al final, la única manera de lograrlo fue echando mano de la mayoría oficialista en las Cámaras.

Contra el cumplimiento de la instrucción presidencial no hubo argumento que valiera: ni de los legisladores de oposición ni algunos aliados ni de los expertos ni de los centros de investigación ni de las universidades más prestigiadas del extranjero ni de los beneficiarios de apoyos que se pagaban mediante dichos fideicomisos, como las víctimas de la violencia…

Agotadas las medidas dilatorias en el Congreso y superado el bloqueo de la sede del Senado, la minuta quedó aprobada.

La senadora petista Nancy de la Sierra, quien hizo un último intento de que se escucharan los argumentos de diversos colectivos sociales inconformes, me dijo ayer en Imagen Radio que su partido era “aliado, pero no empleado” de Morena, y lamentó que no hubiese voluntad de dialogar.

Pero el presidente López Obrador ya había dado la orden de eliminar los fideicomisos y había acusado a cualquiera que se opusiera de “apoyar la corrupción”.

Los morenistas en las Cámaras siguieron dócilmente sus instrucciones, sin cuestionar nada, a pesar de que hasta entonces no hubiera una sola evidencia de la enorme corrupción que, según el Presidente, ha existido en los fideicomisos.

Ayer, una vez extintos, el mandatario ordenó una investigación para detectar cualquier irregularidad en esos fondos. ¿No debió haber sido al revés?

Se ve que en ese círculo de poder nadie se cuestiona nada. Vea nada más lo que dijo el martes el subsecretario Hugo López-Gatell, después de que el Presidente había contradicho su afirmación y la del secretario de Salud, Jorge Alcocer, de que hay señales de un repunte de contagios de covid-19.

Al tratar de justificar la discrepancia, López-Gatell afirmó: “El Presidente está viendo integralmente la nación en muchos campos que a nosotros no nos corresponde atender”. Claro, quién es él para cuestionar los misteriosos métodos del jefe.

A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde el principal experto en enfermedades infecciosas, Anthony Fauci, ha mantenido con firmeza sus posiciones frente a lo que conviene políticamente al presidente Donald Trump, aquí el conocimiento especializado se ha rendido a la voluntad del Presidente. Ya para qué hablamos de los simples puntos de vista.

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