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¡ATRÉVETE! PROPUESTA HEREJE CONTRA LA VIOLENCIA EN MÉXICO. SARA SEFCHOVICH

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Foto: vine.co

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Por Elvira Hernández Carballido

 

Mujer y madre de familia, seguramente hereje, feminismo latente, socióloga e historiadora, maestra e investigadora, escritora y cómplice, provocadora e inteligente, crítica sutil pero demoledora, absolutamente solidaria y generosamente mujer de palabras, ella se llama Sara Sefchovich que se atreve a hacer una propuesta, una propuesta hereje, una propuesta contra la violencia en México y su atrevimiento nos contagia con argumentos, no con chantajes; y su atrevimiento nos contagia, no nos asusta; y su propuesta nos llega al alma no sin antes darnos unas merecidas sacudidas.

Fue así como en la Feria Universitaria del Libro (FUL), organizada por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y el Patronato Universitario, llegó a la Bella Airosa ella, Sara Sefchovich para presentar su libro: ¡Atrévete! Propuesta hereje contra la violencia en México.

Pero, ustedes preguntarán por qué se atreve Sara Sefchovich a provocarnos, cómo se atreve a desatar herejías al ritmo de este viento iracundo de la Bella Airosa, quién es ella para atreverse a involucrarnos en su propuesta hereje.

Yo podría decirles que ella, Sara Sefchovich se ganó mi confianza cuando me invitó a asomarme en un espejo donde nadie me dijo que era bonita pero sí que existían muchas voces que me obligaban a buscar mis propios ecos y a identificar mi propia voz. Y eso pasó cuando leí “Mujeres ante el espejo, narradoras latinoamericanas del siglo XX”, y descubrí que desde hace mucho tiempo las mujeres mexicanas escribimos para delatarnos, para comprendernos y para descubrirnos ante nosotras mismas. Le agradecí su necedad de encontrarnos y compartirnos.

Tiempo después volví a encontrarla en una novela llamada “Demasiado amor” donde me hizo recorrer mi país y me convenció que su belleza es más intensa cuando lo haces acompañada del hombre que en ese momento amas y gracias a ese sentimiento puedes conocer los trece cielos y los cinco soles. Me convenció que pese a todo, el amor entre hermanas es eterno con todo y nuestras diferencias, distancias y sueños no cumplidos. Que una mujer es bella sin importar sus kilos, que puede tener sexo por simple buena voluntad más que por dinero. Que una mujer le puede heredar a su sobrina una historia escrita por su puño y letra para que sepa que existe el amor y que existen los sueños, para jurarle que se puede amar demasiado, con demasiado amor.

Hace poco, me volvió a provocar cuando en el aparador de una librería vi el título de su libro donde preguntaba con naturalidad otra vez provocadora: ¿Son mejores las mujeres? Y hembristamente dije sí, feministamente dudé, naturalmente aposté por nosotras y solidariamente musité un quizá, pero ese libro sacudió como nunca mi feminismo abnegado, me hizo palpar lo que las mujeres hemos logrado pero también lo que no sabemos analizar y cuestionar para seguir avanzando, la forma en que género a veces se vuelve indiferente con los estudios de las mujeres o la forma en que el patriarcado nos va conociendo mejor para usar nuestras propias ideologías.10411211_997853750265649_4842646752193420671_n

Y solamente les comparto estos tres libros de muchos más que Sara Sefchovich ha compartido con verdadera inspiración, solidaridad y hasta querencia, porque siempre que termino de leerla siento que me quiere, que nos quieres, que nos invita a dudar y a reflexionar, a convencernos de su postura hacia la vida y de sus convicciones generosas. Y lo hace con argumentos sólidos basados siempre en la investigación, es por eso que ¡Atrévete! Propuesta hereje contra la violencia en México, es un libro provocadoramente provocador. En 20 capítulos, escritos de manera noble, ágil y fresca y a la vez argumentada, profunda y provocadora, Sara Sefchovich nos lleva de la mano para primero pintarnos este panorama que todos y todas vivimos de esa violencia que nos indigna, que nos duele, que lloramos porque cada vez se acerca más a nuestra intimidad y que nos llena de pavor porque descubrimos que ya es algo que nos puede pasar a nosotros.

Ella no busca ni señala culpables aunque los reconoce y los enumera, desde el gobierno, el Estado, el crimen organizado, las malas decisiones, las políticas ausentes, el contexto mundial, las maldiciones y la mala fe… Y mientras Sara nos aporta datos con cifras, definiciones puntuales, impunidades demostradas, declaraciones reveladoras, la lectura nos hace insistir que sí, todo eso es lo que pasa en nuestro país, todo eso nos llena de indignación y coraje, maldecimos bajito y muy alto a quienes consideramos culpables de esta violencia, pero de pronto, algo nos sacude, nos sonroja, nos hace voltear de un lado para otro como si le hablaran a otra persona, sin duda a ese y a esa que hacen el mal porque sin duda yo como yo merita no tengo nada que ver con eso, yo soy buena, yo no hago mal a nadie pero… “tenemos la costumbre de decir que el otro no cumple, el otro es el corrupto, el otro miente, el otro tira basura, el otro no respeta la ley, el otro desperdicia el agua. Nunca vemos nuestra parte en este modo social de funcionar”

Upsss… La sacudida incomoda, el señalamiento lo esquivamos, esta vez le huimos al reflector, quién en este momento tira la primera piedra, nos pregunta la autora.

Pero no crean que en el libro viene nuestro nombre pero sí viene nuestro compromiso posible y nuestras alianzas utópicas, la verdadera fuerza de la gente buena, esta alma gris pero fatalmente humana. Por eso, exactamente a la mitad del libro se nos ofrece “Otro modo de ver las cosas”.

Entonces, con verdadera vocación solidaria, Sara Sefchovich da pautas para su propuesta hereje. Y nos acerca a palabras que posiblemente hemos escuchado, pero no entendemos. Así aparece el término “Tejido social”, esa manera que podemos tener los humanos de crear una serie de relaciones entre los individuos, las familias, las comunidades y el aprecio que sentimos hacia los demás, para lograr estar con los otros sin hacernos daño, sin desconfianza y sin exclusiones.

¿Quiénes logran haces este tejido social? Ahí están esas historias “de cuando aparece algún desconocido que resulta sospechoso y se convoca a la comunidad que inmediatamente acude a lincharlo. Se acuerdan hace poco en Pachuca lo que pasó con los chicos que torturaron animales en una conocida tienda de mascotas, nos reunimos indignados frente a su sucursal clamando su clausura. Ahí estuvo nuestro tejido social con puntadas bellas y airosas. Y se acuerdan de este jueves y el querido Tuzobus. Y quizá algunos no se acuerden, pero hace casi 30 años una mujer llamada Carmen Rincón fue atendida mal en su parto y además de morir su bebé, ella ya no pudo volver a tener hijos. Y Carmen empezó poco a poco a tejer con su madre, con sus hermanas, con sus amigas ese tejido social que las hizo salir a las calles de Pachuca y por primera vez ver una marcha femenina que clamaba justicia para Carmen y castigo para el médico nada profesional ni humano. Ahí estuvo el tejido social en nuestra ciudad.

Pero como advierte la misma Sara, ese tejido no solamente lo teje la gente buena en pos de acciones de unidad y justicia, “la delincuencia también está consiguiendo la recomposición del tejido social allí donde no existía. Y como Sara escribió este libro en el 2014 no pudo ponernos de ejemplo un excelente caso de tejido social del crimen organizado, o ¿alguien cree que don Chapo Guzmán se escapó solitito y su alma? Qué triste, pero ese escape bordaba puntada a puntada lo que puede ser un tejido social en pos de la gente no buena que ayudó a huir a este personaje tan temido.

Pero no todo es fatal, ese tejido social en México tiene su fundamento en la familia, que pese a todo siempre suma significados positivos a su interior. Y al centro de esa familia, como recitó Manuel Acuña, mi madre como un dios. La fuerza materna, el buen matriarcado, leales a los hijos además de amorosas, osadas, regañas, solidarias, latentes en nuestra vida, latentes en la vida de nuestros hijos que amamos porque fueron deseados. Y Sara nos recuerda a las Madres de Mayo, en Argentina, buscando a sus hijos y haciendo plantones. Rosario Ibarra en México, que nunca ha dejado de ayudar a madres de hijos desparecidos como el suyo. Las madres de Ciudad Juárez, quienes también han manifestado su dolor…

Y esto que nos duele, y nos hace cimbrar de pies a cabeza con toda el alma y todo el corazón, es lo que el libro de Sara va recorriendo para que no nos preguntemos y ¿yo por qué? Más bien se plantea una pregunta muy clara, eje central de esta propuesta:

¿Cómo justificar la elección de la madre como responsable principal de llevar a cabo el saneamiento social?

Sin duda, con una postura feminista se describe no a la madre estereotipada que llora estilo película de la época de oro del cine nacional porque sus hijos se van. No, en el libro se hace referencia a una madre ser humano normal, con sentimientos y frustraciones.  Y curiosamente el siguiente capítulo se título “Pero, ¿cómo? Por supuesto que la respuesta está en la lectura de este libro, que entre cada página que avanzas te logra persuadir, convencer, creer apostar e integrarse a esta propuesta hereje donde la maternidad se convierte en una fuerza social  donde cada persona reconocemos nuestra participación y nuestra indiferencia, donde tenemos la certeza de poder torcer las líneas que quieren marcar el destino de nuestro país tatuado de violencia. Y mientras la lectura está latente, la provocación inspira nuestros latidos y la palabra Atrévete se vuelve cómplice de nuestra esperanza y el motor de acción de nuestras decisiones.

Y conjugas con gozo yo me atrevo porque nosotras nos atrevemos, y nos persignamos pecadoras ante esta propuesta hereje y apaguemos hogueras de violencia al creer en esta propuesta hereje. La lectura tiene un sensible y generoso poder de persuadir.  Gracias Sara Sefchovich por ser una provocadora en mi vida. Gracias por venir a provocarnos a la Bella Airosa. Gracias por tu propuesta hereje. Gracias por venir hoy a decirnos con tu fuerza, con tu pasión y con tu gozo: ¡Atrévete!

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