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Bien mediocres, pero bien honestos, en el gobierno de Amlo

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AMBIGÚ

*¡Milagro! Salvados Cendis del PT, del recorte a estancias infantiles

*Si no confía en sus colaboradores, ¿para qué los nombró?

Por Martha Elba Torres Martínez

Junto con la política de las dádivas vía programas del “Bienestar”, la mal llamada “Cuarta Transformación”, solo se ve y se siente en el sector público, que es inundado por personal sin perfil, pero con carta de recomendación.

Ya lo dijo el Presidente: “el nivel académico no es garantía” (de capacidad); vienen de estudiar en una Universidad famosa y ya por eso se sienten expertos. ¡Pues no!”. Quienes finalmente ya fueron designados como integrantes de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), “no sólo son buenos técnicos, es gente honesta, que es lo que más se necesita”.

Lo bueno es que con los nuevos comisionados del organismo, José Alberto Celestino, a sus 90 años, por lo menos está lúcido; ojalá que a Norma Leticia Campos Aragón, se le quiten las ganas de destruir la naturaleza con tal de sacarle provecho y que Guadalupe Escalante Benitez, del alto sueldo que cobrará, por lo menos done unos pesos a Wikipedia, que es su gran escuela.

Que no se tome como una ofensa dirigida a alguien en particular, pero después de oír al Presidente, confirme que en su gobierno, quiere gente bien honesta, aunque esté bien pendeja. Cuanta mofa y pitorreo no hemos visto sobre sus designaciones en Conacyt, en Sener, en el Fondo de Cultura Económica, en Pemex, en el Sistema de Radiodifusión donde puso a Jenaro Villamil, que no cuenta con título ni cédula profesional, etc.

Y no hay que caer en la finta de que se trata de la supuesta reducción salarial de la alta burocracia, porque en los hechos, el único que cobra 108 mil pesos es el Presidente. El resto, se sirve con la cuchara grande, hasta en tanto la Suprema Corte de Justicia de la Nación resuelva finalmente el destino de la nueva Ley Federal de Remuneraciones que pone tope a los sueldos máximos.

Se trata, en la realidad, de que los “Servidores de la Nación” fifís –por eso de que ya son adinerados- ocupan cargos, como el caso de las secretarías técnicas, que requieren perfiles especializados. Y por eso tantas pifias del Gobierno Federal. Llueven las críticas y López Obrador con la primera que se desquita, es con la prensa hipócrita, fantoche, doble cara y sabelotodo.

En Morelia es un reverendo desmadre con las delegaciones federales. Desiertas y con los sindicalizados que no atan ni desatan. Los enlaces de prensa desaparecieron, nunca hay información pública y menos quien declare en torno a un tema que sea de coyuntura.

El único que declara es el delegado de la Secretaría del Bienestar, Roberto Pantoja, y generalmente sobre su materia.

Hace poco le pregunté sobre el proyecto del saneamiento de los ríos Grande y Chiquito, que cruzan la ciudad de Morelia. Me habló de un proyecto de gran envergadura que involucraría a varios municipios de la región; que tal vez se lleve años, pero que sí hay una decisión del Presidente de apoyar en este sentido. Hacemos changuitos para que mañana sábado que está en Morelia, anuncie el plan de rescate.

Pero debo confesar que de todo esto, lo más preocupante es la percepción que tiene López Obrador, del esfuerzo por la profesionalización y la especialidad. Es sabido que con mucho trabajo el tabasqueño logró la licenciatura; Peña Nieto llegó hasta ese nivel y con trampa –dicen, no lo sé-, en tanto que Vicente Fox, con carta de pasante en administración de empresas, hizo una fructífera carrera gerencial en una trasnacional.

Solo que en el caso de Amlo, resulta una contradicción: ¿para qué diablos la educación superior obligatoria y gratuita, como lo propone, cuando “el nivel académico no es garantía” (de nada)? ¿Para qué jodidos quiere un país de “licenciados” –como él-, si la formación profesional y la especialización no cuentan? Solo la honestidad. ¿Habrá algún mecanismo de certificación para eso? Que se sepa, no aplica las pruebas de control y confianza a sus colaboradores: no mentir, no robar, no traicionar.

Leía esta semana, la reveladora información, vía transparencia, que consiguió Crónica, sobre el perfil de funcionarios al frente de la Dirección General de Publicaciones (DGP) de la Secretaría de Cultura federal y que perciben desde 62 mil a los 100 mil pesos al mes, de sueldo.

Nada más estos datos que proporciona el diario:

Antes de llegar a la Secretaría de Cultura, Mireya Sofía Trejo Orozco, quien hoy es directora adjunta del Programa Cultura “Tierra Adentro de la Secul, fue directora general de cultura en la alcaldía Tlalpan. Ella es egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM con el trabajo de tesis “Campaña de propaganda en contra de la violación de los derechos humanos de militantes y simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática”.

El actual director editorial y de producción de la DGP es Medardo Maza Dueñas, egresado de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y quien se define en sus redes sociales como escritor de literatura fantástica, mexicano de izquierda, lo que en su opinión es sinónimo de admirar a “Morelos, Guerrero, Juárez, Villa, Zapata y AMLO”.

También el funcionario se describe como estudioso de J.R.R. Tolkien, autor reconocido por su libro El Señor de los Anillos, y como un experto del videojuego Dungeon Master.

Así, como…

***

Esta semana, con el inicio de la entrega de dinero a madres trabajadoras para que “paguen” a las abuelas, primas, tías, amigas y desconocidos, por el cuidado de sus pequeños, la subsecretaria de Bienestar, Ariadna Montiel, dio a conocer que fueron 97,180 niños inscritos en el padrón del programa de estancias infantiles, que no fueron localizados durante el censo que se realizó.

Esta bien. Y qué bueno. De sentido común habría sido darlos de baja, sancionar la corrupción y mantener una supervisión continua para que no se repita. Pero no, le apuestan los morenistas a la entrega personal del dinero para generar compromisos, de parte de la beneficiaria. Si los mil 600 bimestrales que va a recibir se lo gasta en otra cosa, allá la familia. Como sea, López Obrador ya cumplió. Y hasta en retroactivo porque estos días paga dos bimestres.

Pero algo de lo que no habló Ariadna Montiel, fue sobre los 75 Cendis que opera el Partido del Trabajo (PT), el aliado electoral de Morena, y por los que este año recibirá 800 millones de pesos para su permanencia.

Para “lavar” el dinero que entrega al PT, López Obrador cambió el nombre del Programa de Fortalecimiento a la Educación Temprana de la SEP, por el de Expansión de Educación Inicial. Así, los Cendis recibirán al año, 10.6 mdp cada uno, en tanto que las estancias infantiles que sobrevivan, apenas 215 mil pesos, en el mismo lapso.

Si esto no es corrupción, entonces ¿qué es?…

***

LA COMIDILLA

Primero Alfonso Romo, el jefe de la Oficina de la Presidencia, desesperado, por el nuevo recorte a las dependencias federales que llevará a México, de la austeridad republicana a la pobreza franciscana.

Días después, las fuertes críticas del empresario televisivo Ricardo Salinas Pliego, en entrevista para el diario “Financial Times”, a las decisiones que ha tomado el presidente López Obrador:

-Un error la cancelación de las obras del nuevo Aeropuerto de Texcoco.

-Una ridiculez suspenden las alianzas de capital privado y extranjero con Petróleos Mexicanos.

-La construcción de la Refinería en Dos Bocas, porque no “tiene idea” de dónde sacará 8 mil millones de dólares, que costará el caprichito.

El dato revelador: la desconfianza hacia sus colaboradores. Por eso “tiene problemas a la hora de delegar”.

En estos términos, a ver cuántos de sus secretarios y secretarias llegan a cargar los peregrinos…

 

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