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Ciudad Juárez, donde conviven el desierto rojo y puñales asesinos

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La eterna crónica de ser mujer y morir en Juárez

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*  Fábricas maquiladoras, cuyos gerentes se encuentran bajo el amparo de la impunidad, entregan a decenas de mujeres a las bandas de sicarios destazadores; los vientos del desierto juarense siguen emitiendo los sordos gritos de la irracionalidad, la xenofobia y el comercio voraz de órganos humanos

 

Por JOSÉ LUIS AGUIRRE HUERTA (*)

Especial para Expediente Ultra

El eje vial Juan Gabriel es el periférico donde se instalan los órganos de justica erigidos para orquestar el disimulo y la barbarie en la antigua ciudad paso del norte.

Ciudad Juárez evoca el drama de la misoginia, cuando desaparecen impunemente más de trescientas mujeres y niñas, que con signos de tortura fueron posteriormente encontradas mostrando huellas de abusos sexuales irracionales y de puñales asesino, la tierra del Noa Noa, de la fiesta perenne nocturna, del palacio casa del famoso cantautor michoacano del llamado eje Juan Gabriel.

El desierto rojo incendiado por la sangre de mujeres proletarias egresadas de las fábricas maquiladoras, cuyos gerentes se encuentran bajo el amparo de la impunidad, para entregarlas a las banda de sicarios destazadores, con el descuido de las autoridades y el soslayo de los operadores de justicia, quienes han manumitido con cinismo a asesinos confesos de las Ruby Freyre, diseminando desde su alto asiento a la muerte, a la muerte chihuahuense.

Tal pareciera que intereses transnacionales de alto calibre, comparecen en el tráfico de órganos por encargo para abastecer los hospitales de Houston y Tempol, obra tras estos crímenes seriales un mercado negro desde puerto palomas chihuahua, antes general Quevedo, pasando por el emblemático pueblo de Columbus que dicho sea de paso fue invadido y quemado por mi General Villa ante la felonía de haber recibido armas y parque inservible.

Los crímenes seriales desde la época del pescador de peces gordos un hombre llamado fracaso, de apellido Barrio, quien solo capturó charales con fabricación de chivos expiatorios de origen Egipcio y de apellido Shariff, éste último exterminado por la mafia jurídico chihuahuense “porque los muertos no hablan”, a quien se le endilgó los asesinatos de las jóvenes juarenses a pesar de haber demostrado su inocencia el eficaz defensor Max Salazar, personaje sorprendido ante la consumación perenne de muchas otras muertes de jovencitas juarenses, a pesar de la captura de su cliente.

Los gritos de las muertas de Juárez son acallados con la fabricación de delincuentes por portación de cara, con su presentación cibernética televisiva, todos ellos de origen lumpen proletario con pertenencia a la clase marginal del desempleo, en Ciudad Juárez el mecanismo de investigación probatoria que permea, es la tortura.

Los vientos del desierto juarense siguen emitiendo los sordos gritos de la irracionalidad, la xenofobia y el comercio voraz de órganos humanos frente al disimulo de las autoridades, geniales artífices de la mentira, eficientes sepultureros de la verdad histórica con su bien famoso ¿y yo por qué?

Cuando se nombra una comisión investigadora lleva por consigna no esclarecer ni resolver nada solo eufemizar la verdad para trastocarse en favorecedores de intereses económicos globalizantes en un mundo deshumanitario de enorme influencia metalizante, monetarista, excluyente a la masa marginal a quien volatiliza en las dunas del desierto, mediante sus diversos aparatos y mecanismos de poder.

(*) Abogado Penalista

Presidente de la Barra Interamericana de Derechos Humanos

 

 

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