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COBARDE AGRESIÓN Y DESPOJO DE SONIA OCAMPO A UNA HUMILDE FAMILIA

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El rostro oculto de la enquistada líder

Tiempo de lectura aprox: 9 minutos, 33 segundos

*  El invidente José González Herrera, trabajó por 50 años con su familia en las instalaciones de la Sección 20 del SNTSA, pero al morir, en marzo del 2019, su hijo José Luis González García, fue desalojado con lujo de violencia de la humilde vivienda que ocupaban al interior de la sede sindical, por órdenes de la actual dirigente, inmersa en el ojo del huracán luego de trascender que se vacunó contra el Covid antes que el personal que está en la primera línea de riesgo; al afectado no se le permitió hacer el novenario de su padre, además se le impidió sacar todas sus pertenencias y ahora se le amenaza con dañar a su familia si prosigue la demanda en contra de la cacique sindical

Por I. León Montesinos

Especial de Cananea TV

Oculta tras las numerosas mantas de autodefensa y alabanzas fabricadas con que la dirigente de la Sección 20 del SNTSA, Sonia Ocampo Chapa busca maquillar sus abusos y corrupciones en perjuicio de los trabajadores del sector salud de Hidalgo, subsiste una injusticia cometida por la líder contra una humilde familia que por 50 años cuidó las instalaciones sindicales de Valladolid 402, en la colonia Ex Hacienda de Guadalupe, de Pachuca, recibiendo como pago un violento despojo sin indemnización alguna.

Una familia que sirvió toda su vida a la Sección 20 del SNTSA

Más allá de la imagen afable que la enquistada dirigente trata de vender a sus agremiados, funcionarios y políticos locales, así como a la opinión pública del Estado, se devela una mujer intolerante y autoritaria acostumbrada a pisotear los derechos humanos, laborales y hasta la dignidad de la gente humilde, como lo demuestra la vesania perpetrada contra José Luis González García, un hombre que nació y creció durante toda su vida en un pequeño departamento que en 1967 le permitiera edificar con muchos esfuerzos a su progenitor, el que fuera uno de los primeros dirigentes en Hidalgo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA), Raúl García Maldonado.

Su padre, don José Cupertino González Herrera, era muy joven cuando viviendo en las colindancias de lo que hoy son las instalaciones de la Sección 20, el líder García Maldonado se compadeció de su espíritu de lucha por salir adelante con su pareja, pues a pesar de ser invidente, buscaba con ahínco la forma de ganarse la vida. En esos años, apenas bastaban un par de modestas oficinas para albergar a una sección que contaba con pocos agremiados pues todavía no existía el Hospital General de Pachuca y las clínicas se contaban con los dedos de las manos, entre ellas el centro de Salud “Jesús Corona del Rosal”.

AQUELLOS LÍDERES SOLIDARIOS

A don José se le ofreció un pequeño espacio de no más de 60 metros cuadrados para que construyera una austera vivienda con techo de lámina; a cambio, se comprometió con su pareja a realizar las labores de limpieza del sindicato. Conforme pasaron los años, y vinieron nuevos dirigentes como Efraín Rodríguez Pasos, dándose las primeras las ampliaciones del inmueble sindical, echándole incluso su losa a los cuartitos ocupados por el empeñoso inquilino que amplió sus actividades, ya con un pequeño hijo de siete que se convirtió en sus ojos para realizar labores de velador, y con su pareja, para cuidar y limpiar la llamada “cancha”, espacio destinado a los eventos tanto de la organización como a los festejos familiares de los trabajadores, o de aquellos que rentaban el espacio para bodas, bautizos o XV Años.

En una extensa charla sostenida con el columnista, José Luis González García, recuerda que dio sus primeros pasos en las instalaciones de las que fue echado con lujo de violencia el 20 de marzo del 2019, justo el día en que acudió a dar cristiana sepultura a su padre, pues al retornar a la sede sindical ya no pudo ingresar a su departamento, pues por órdenes de Sonia Ocampo no solo se había cambiado el candado de la reja de acceso al patio del inmueble sino además, habían colocado una cadena con otro candado a la entrada de su vivienda, rompiendo parte de un castillo de la puerta de entrada.

 Vanos autoelogios para limpiar su imagen 

Sin el menor gesto de humanidad, la líder impidió realizar el novenario en el que fuera hogar del hombre que entregó toda su vida, al lado de su familia, en servir a la Sección 20 y a todos y cada uno de sus dirigentes.

González García, de 52 años, explica que a pesar de sus funciones de intendencia y vigilancia para la institución gremial, desempeñaron un tiempo, junto con su padre, la de apoderados legales pues recogían de las oficinas de correos, en el apartado postal 31, los créditos para los trabajadores. Tal era el grado de confianza que les tenían los líderes; no obstante, Don José apenas y recibió por muchos años una compensación de dos mil pesos mensuales.

ÁRCEGA Y SUS ARBITRARIEDADES

Estos ingresos fueron cancelados en el año 2000 a la llegada a la dirigencia de Gerardo Árcega Domínguez, quien la tomó contra don “Pepe” –como le conocían todos los trabajadores—y su familia, a quienes acusaba de ser afines a los hermanos Ángeles Mejía –Rubén Pompeyo y Augusto–, que se pasaron la estafeta sindical a lo largo de 20 años.

Un hombre noble y de trabajo, abandonado a su suerte por Ocampo Chapa

En vano don “Pepe”, su esposa y su hijo “Pepín”—como también le decían cariñosamente al entrevistado–, le hicieron ver al nuevo líder que ellos no tenían nada que ver con la política sindical pues ni siquiera eran agremiados. Árcega intentó desalojarlos de la pequeña vivienda, ubicada ya entonces en un segundo piso, pues abajo funcionaba una oficina. Como medida de presión, les cortó la luz y el agua.

Don Pepe comentó al nuevo dirigente su disposición a desocupar el departamento pero tendrían que compensarlo por los años laborados junto con su familia y deberían pagarle los gastos hechos en la edificación del espacio que ocupaba. La entonces tesorera, Sonia Ocampo, hizo cuentas y según sus cálculos debía entregársele por más de 40 años laborados, un millón 800 mil pesos como indemnización. Se le llegó a prometer hasta una casa, pero nunca se le cumplió nada y en cambio arreciaron las presiones en su contra.

Los afectados pidieron el auxilio del entonces gobernador Manuel Ángel Núñez, quien aceptó recibirlos en el Cuarto Piso del Palacio de Gobierno en la Plaza Juárez, citando también al soberbio líder; un asesor del mandatario les dijo a la familia que no se preocuparan y pues todo se arreglaría. El altanero Árcega Domínguez, salió con el rabo entre las piernas, pidió disculpas a Don Pepe y ahí mismo le devolvió las llaves de su vivienda, con el compromiso de liquidarle los tres meses de salarios que le adeudaba.

Y en efecto, de mala gana, el entonces dirigente de la Sección 20 del SNTSA ordenó a su entonces Secretaria de Finanzas, nada menos que Sonia Ocampo, pagar los seis mil pesos de salarios caídos a don Pepe, pero aisló a la familia de sus funciones de limpieza en las oficinas, negándose a entregarle al trabajador invidente un recibo por el pago del escaso sueldo, clasificándolo como un “apoyo”. A regañadientes y más por el temor a una nueva reprimenda del Ejecutivo Estatal que por solidaridad, los entonces dirigentes aceptaron subirle el sueldo a tres mil pesos mensuales. Porque de la indemnización y la casa prometida, nada.

LA TRAICIÓN Y ENGAÑOS DE SONIA

Por allá del 2009, narra José Luis González, Sonia Ocampo Chapa llegó al liderazgo luego de traicionar a Árcega, y entre sus primeras acciones fue arremeter nuevamente contra el ya anciano empleado y volvió a hacer la oferta de darle una casa y una indemnización a cambio de que entregara su vivienda.

El ofrecimiento se tornó en auténtica burla y demagogia cuando la familia de Don Pepe se enteró por boca de los propios trabajadores que en una Asamblea, Sonia Ocampo y su comité habían planteado a los sindicalizados la propuesta de reconocer todos los años de servicio del anciano empleado, regalándole una casa y otorgándole una justa indemnización.

La mascota quedó encerrada en la vivienda por la gente de Sonia

Como todos los trabajadores conocían el empeño y la honradez de Don Pepe y su hijo Pepín, votaron a favor convencidos de que esto representaba un acto solidario y de justicia, pero todo quedó en buenos deseos porque en los hechos, la líder no solo engañó a la base trabajadora sino se burló de la humilde familia. Como sucedió años atrás no hubo casa alguna y menos indemnización. Si acaso, un incremento de solo 300 pesos mensuales.

Pero fue un hecho registrado en el fragor de la lucha interna del sindicato, durante su primer periodo al frente de la Sección 20 de Sonia Ocampo, lo que terminó por acrecentar la animadversión de la líder hacia don Pepe y su familia. Una noche, desde su departamento escucharon que alguien abrió la reja del inmueble e ingresó a las oficinas, llevándose en las penumbras de la medianoche, una computadora.

Recuerda González García que se asomó a ver qué ocurría y una voz le dijo: “Pepín, buenas noches, vengo por un encargo de la jefa”. Al abrir y cerrar con llave, era obvio que se trababa de un miembro del sindicato, por lo que al día siguiente en que las oficinas sindicales se vieron llenas de policías y con antelación se escuchó un vidrio que se rompía, acudieron a ver qué pasaba.

Grande fue la sorpresa de la familia al enterase que los agentes se encontraban en el sitio por el reporte de un robo. ¿Robo? Aquí no ocurrió ningún robo, dijo el hijo de don Pepe, convencido de la noche anterior solo se había sacado una computadora. ¿Están dispuestos a declarar lo que vieron?, les dijo uno de los policías, a lo que asintieron que sí.

EL AUTOROBO QUE DESAPARECIÓ EVIDENCIAS

A la distancia, José González ha sacado sus propias conjeturas de lo ocurrido pues en esos años los trabajadores acusaban a Sonia Ocampo de presuntas malversaciones con las cuotas y recursos sindicales y curiosamente la única computadora que se “robaron” fue la que contenía los estados financieros del sindicato. Al desaparecer, se eliminaba valiosa información para enjuiciarla. Además, la tesorera, Elizabeth Gutiérrez –recuerda Pepín–, les dijo que bajo ninguna circunstancia acudieran a declarar ante las autoridades si no se los autorizaba la Secretaria General.

El despojo fue con saqueo incluido

Años más tarde y presionada por las reiteradas peticiones de don Pepe para que se le liquidara, Sonia Ocampo le otorgó otro aumento de 200 pesos para incrementar su salario a 3 mil 500 pesos al mes. Pero siempre que el ahora finado trabajador y su familia la buscaban para llegar a un acuerdo de indemnización justo, siempre argumentaba estar ocupada.

Y de hecho, nunca les aclaró el por qué los había utilizado para pedir la autorización de la Asamblea para entregar una casa y dinero. Hasta la fecha, solo sus cercanos saben realmente qué se hizo con tales recursos que nunca fueron entregados al anciano invidente.

A dos años de ser desalojado por la fuerza, González García no se explica el grado de ruindad de la eternizada líder quien no se mostró solidaria con la enfermedad y agonía de su padre y, peor aún, apenas murió ni siquiera respetó el luto y duelo de la familia, al negarles el derecho de realizar el novenario en el que fue su hogar y donde vivió de manera austera sin lujo alguno.

Huellas de la felonía

El 20 de marzo del 2019, al regresar del camposanto, la familia del finado procedió a buscar quién iniciara los rezos del novenario, pero al retornar a los 7:30 de la noche ya no pudieron entrar pues el candado de la reja principal había sido cambiado. José Luis González, comenta que pidió una explicación por celular a la contadora Elizabeth y lo citó al día siguiente en su oficina donde ya lo esperaba con varios abogados que lo amenazaron que le iría muy mal si no desocupaba el inmueble. El afectado pidió que al menos le permitieran sacar ropa y algunas cosas, e incluso su perrito que se encontraba sin comer al interior del departamento.

Solo se le autorizó llevarse sus pertenencias básicas para lo cual dos sujetos lo acompañaron y fue cuando al entrar se percató que también la puerta de entrada tenía una cadena con un candado pues habían roto parte de uno de los castillos y vidrios de la puerta para colocar la cadena. Denuncia, como ya lo hizo ante las autoridades, que todo estaba revuelto y de hecho, ya no halló una cantidad de dinero que había guardado su padre, como producto de la venta de una propiedad que había heredado años atrás.

AMENAZAS DE MUERTE A SU FAMILIA

Fue hasta el 19 de abril en que consiguió una camioneta de unos familiares que se le permitió sacar otras cosas pero por el poco espacio del vehículo se quedaron dentro más pertenencias de las que ningún incondicional de Sonia le da ahora razón. Días antes, el 30 de marzo, en la vivienda que ocupa por el rumbo de la Escuela de Música, fue abordado por dos sujetos fornidos y malencarados que lo amenazaron con hacerle daño a su pareja y a sus hijos, si seguía molestando con pelear sus derechos y los de su padre fallecido.

José Luis González enfrenta las amenazas de la cacique sindical

A pesar de las amenazas, se armó de valor y el 22 de abril del 2019, presentó ante la Fiscalía del Estado una denuncia por despojo, amenazas y lo que resulte, siendo levantada el acta por el MP Gustavo Jiménez Sierra, especializado en Justicia para Adolescentes. Al denunciante se le dijo por boca de quien se identificó como Sarahí Dorantes López, que sería citado para que con peritos acudiera a ubicar el inmueble del despojo y otras diligencias más. Se le pidió además llevar dos testigos presenciales que apoyaran su dicho y cumplió con ello.

Pero dice al columnista que pasaron los meses y no ocurrió nada, de hecho acudió en diversas ocasiones a pedir informes y se le dijo el pasado año que el asunto estaba detenido por razones de la pandemia y que también, por tal motivo, no podían entregarle una copia del expediente.

NO AVANZÓ INVESTIGACIÓN CONTRA SONIA OCAMPO

Una de las anomalías en la investigación contra Sonia Ocampo

Para el hijo de don Pepe fue un largo peregrinar hasta saber qué pasaba con su denuncia. En diciembre pasado las autoridades le entregaron copia de su expediente donde pudo enterarse que la investigación en contra de la cacique de la Sección 20 presentaba graves omisiones y anomalías. Por ejemplo, no aparecían las declaraciones de los testigos solicitados y un agente de nombre, René Camargo Hernández, había rendido un informe, el 18 de junio de 2019, donde aseguraba que el denunciante siempre había pospuesto, en conversaciones vía celular, acudir a las diligencias.

José Luis González García asegura que nunca recibió las llamadas en su celular y que bastaba haber checado la dirección de su credencial de elector, que consta en el expediente, para haberle enviado una notificación personal. Lo que nunca ocurrió.

Dice estar consciente del riesgo que corre a su seguridad personal y la de su familia y añade que acudirá ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo para que se investigue la violación a sus derechos y el torcido procedimiento de algunas autoridades pues la referida Sarahí Dorantes, quien le citó y con la que conversó en varias ocasiones, ni siquiera forma parte de los funcionarios encargados de la investigación en contra de los atropellos de Sonia Ocampo Chapa.

Prueba de la relación laboral del don Pepe con el sindcato
Mientras sus hijos viajaban por el mundo, la líder regateaba un aumento a don Pepe

El demandante que junto con su familia trabajó toda su vida para la Sección 20 del SNTSA, solo pide justicia y que no se engañe a los trabajadores que de buena fe, han creído las falsedades de su dirigente: “Cómo no voy a indignarme cuando hace poco me encontré a unos trabajadores que me conocen y conocieron a mi padre, y me dijeron: Pues les fue bien, Pepín: indemnización y casa. Eso asegura Sonia que nos dio. Cuando esto no es cierto, por eso pido justicia por mi padre y mi familia”, refiere.

La pregunta es: ¿estará la mano de la prepotente dirigente tras las fallas al debido proceso que constan en la carpeta de investigación en su contra?

Hasta aquí la revelación de la otra cara de una líder que no solo se vacunó de manera indebida contra el Covid, sino que además ha pisoteado los derechos y la dignidad de una familia humilde que, como los trabajadores del sector salud, exigen justicia.

Una historia que no se cuenta en las mantas colocadas en cada una de las sedes estatales de la Sección 20, con las que Sonia Ocampo Chapa busca expiar sus culpas.

Las autoridades tienen ahora la palabra.

Nuestro correo: expedientegarras@gmail.com

1 Comentario

  1. Por favor El tal pepin es un delincuente. Investigenlo a él. Y verán tiene amigos que se hacen pasar o son «judiciales» y amenazan a la gente.
    Espero que más personas levanten actas en contra de él. Yo lo hice en el 2007 creo.
    La voy a buscar y se las envío

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