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CÓMO TRANSFORMAR UN GOBIERNO FALLIDO EN UN GOBIERNO HOMICIDA

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*  La emergencia sanitaria por el Covid-19 ha colocado a las incapacidades de la 4T en el ojo del huracán; por todo el país médicos y enfermeras protestan por la falta de insumos en los hospitales, lo que hacen aún más latente el peligro de que lo pandemia cause estragos entre la población

Por Antonio Ortigoza Vázquez

Especial de Expediente Ultra

Hoy, Don López ya es considerado un presidente fallido por millones de mexicanos quienes consideran al mandatario como un improvisado en el poder, a quien sus asesores deberían formularle, si acaso, ciertos consejos razonables en política. Por el bien del país, urge que así sea.

La política ficción que se vive cada mañana en las peroratas dadas por Don López, choca de manera habitual con la realidad. No se puede suplir la falta de conocimientos e información sobre los problemas nacionales a través de respuestas alimentadas con sus frases desgastadas que ha usado desde su primer día de aquel triunfo electoral en el 2019. Y otras más pergeñadas en sus 18 años de campaña electoral.

Para muchos mexicanos esos consejos no representan, de hecho, un misterio causal o secuencial, sino confirmación de la poca capacidad de un hombre que cada día descubre que no está hecho para el cargo que ocupa. La responsabilidad de dirigir una nación como México le está quedando muy grande. Y ya lo rebasó.

Pero, a todo esto, ¿Qué preguntas don López debería formularse a la luz de la experiencia histórica de sus conductas públicas como jefe del poder político del Estado mexicano, que no se hará a sí mismo ni a nadie más?

Hoy, Don López vive una inquietud por ampliar el conocimiento de la realidad con arreglo a ejemplos de la filosofía y la importancia capital de la ciencia, pero cada día se hunde más. Sus dichos y frecuentes ocurrencias no empatan con los hechos.

Y el antecedente mayor y más importante es que Don López no parece haber caído en la cuenta de tristes realidades a partir de la pregunta ¿por qué hasta hoy ha tomado decisiones importantes dirigidas al pueblo bueno tras el que se escuda?

A esa interrogante –“duda, que así llegarás a la verdad”, decía Bertrand Russell”–, la lista sería larga, tal vez interminable, pero para don López no hay más que una verdad, la de él, dando la espalda a lo que preconizaba el sabio, Albert Eisntein: “confirma siempre tus teorías”.

No parece inédito confirmar la verdadera condición de desigualdad e injusticia e incluso de hambre en la que vive la inmensa mayoría de los mexicanos.

Esa desigualdad, injusta y perversa tiene un emblema: la pobreza y la miseria, la tongada de la cultura sociopolítica y socioeconómica, la explotación de la fuerza productiva del trabajador y la apropiación cínica de la riqueza que éste produce.

Digámoslo así: las culpas del modelo neoliberal al que Don López está combatiendo solo de dientes para afuera. Y Alfonso Romo, el poder tras el trono, defiende felizmente a ultranza.

Hoy, Don López se presenta como un profeta y en su improbable curiosidad por saber la verdad científica, queda satisfecho, como parece de ser, con su “verdad absoluta” y superior, la impalpable y sobrenatural, contenida en estampitas y escapularios.

Pero la verdad es que los mexicanos son muy vulnerables a los virus, como el AH1N1 y al Covid-19 por nuestra desnutrición crónica y nuestras defensas deficientes y debemos sumarle el hecho de que ocupamos los primeros lugares a nivel mundial, de sobrepeso, diabetes e hipertensión arterial.

Sabemos que el mexicano padece deficiencias inmunológicas y problemas de salud severos, como el de la diabetes. México es el país con más diabéticos en el mundo. Y el mayor consumidor de azúcar.

La aparición atípica y no estacional del AH1N1 nos tomó sin ninguna preparación para enfrentar una pandemia, sin una infraestructura científica ni tecnológica consecuencia de la estupidez de los profetas sexenales priístas y panistas en materia de ciencia.

Pero hoy, a pesar de las experiencias vividas, de la inacción de los gobiernos en esos tiempos –que fue criticada por Don López—se repite la historia, pero de forma más frustrante y peligrosa pues desde diciembre del 2019 comenzaba la pesadilla del coronavirus, amenazaba ya al mundo, puso a temblar a países europeos, mientras que Don López recomendaba abrazos, daba besos y presumía sus “estampas”.

Ello lo ha colocado en las primeras planas de los medios internacionales, como el bufón del mundo. El modelo de economía actual en México es opuesto al desarrollo científico, estancado en lo general, como detenido también está el desarrollo económico y político, carentes de un verdadero compromiso social, muy diferente a las intenciones populistas que le generan el aplauso fácil.

El retroceso en el desarrollo de la economía y los proyectos de gobierno orientados a la ciencia y la seguridad para servir a la sociedad, se agudizó ante la incapacidad del actual gobierno para garantizar atención médica y abasto de medicinas a la población.

El consejo que Don López debiera tomar es asumir el desarrollo de la ciencia y la tecnología propias y ampliar –no desmantelar– la infraestructura de seguridad social que es de importancia estratégica; es decir, vital. Esa es la verdadera seguridad nacional, sus frivolidades, su arrogancia y populismo barato, sumándole su incapacidad de desarrollo y falta de conocimiento político es una muestra fiel que se trata de un presidente fallido.

La muestra irrefutable son los cientos de hospitales que a todo lo largo y ancho del país carecen de los insumos básicos para la seguridad de médicos y enfermeras en la atención del Covid-19, y la ausencia de medicamentos y hasta respiradores para enfrentar una eventual agudización de la pandemia en México.

Tuvieron Don López y sus funcionarios, meses para tender cercos sanitarios en fronteras y aeropuertos, y semanas enteras para la adquisición de equipos como respiradores para atender a eventuales pacientes graves. Y no lo hicieron.

Ahora, el gobierno fallido está por convertirse en un gobierno homicida.

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