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Cuarto sabotaje a la cuarta transformación de don López

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La única prueba del sabotaje

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SILOGISMOS  

*Ante los embates de los huachicoleros, don López habla de sabotajes, pero no de falta de capacidades; un puñado de “chupa ductos” ponen en jaque a una nación

 

Por Antonio Ortigoza Vázquez/ @ortigoza2010

Al iniciar su segundo mes de gobierno, el Presidente Andrés Manuel López Obrador no está en condiciones de informarle a los mexicanos acerca de logros en ninguno de los ámbitos de competencia económica y política del Estado.

De hecho, tampoco se halla en condiciones de informarle a los mexicanos acerca de metas alcanzadas ni por alcanzar en materia de bienestar social ni de fomento al crecimiento económico de nuestra nación.

Ni siquiera está don López en condiciones de informarnos acerca de objetivos alcanzados en lo que es, asépticamente entendido, su empeño estratégico, táctico y principal como jefe del Estado y del gobierno federal:  El narcotráfico y el robo de combustibles.

Llama poderosamente la atención el dato de don López –consignado en sus discursos mañaneros– acerca de la incorporación de cuatro mil elementos del Ejército, la Marina y policía federal, que en conjunto conforman un operativo contra los huachicoleros. y que ha resultado ser un operativo sin estructura, ni logística propia, pues el mismo López Obrador ha reconocido que por cuarta vez “fue saboteado” ese ducto, por autoría de los “chupaductos”.

El ducto de Pemex Tuxpan-Azcapotzalco tiene una longitud de poco más de 300 kilómetros y si dividimos el número de elementos designados a su vigilancia y los kilómetros de ese sistema de distribución de combustible, nos da un resultado 13.3 elementos federales por kilómetro lineal, que cuidan las instalaciones de PEMEX; si el gobierno contará con una verdadera voluntad de combatir ese flagelo  podría desplazar a, por lo menos, 12 mil elementos a esa región y así tener una verdadera fuerza de protección y ataque, algo así como 40 elementos por kilómetro lineal.

Basta recordar el desfile militar del pasado 16 de septiembre de 2017, donde la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la Secretaría de Marina y Armada de México (SEMAR), mostraban su poderío bélico, decenas de aviones surcaban el cielo del Valle de México, como los Pilatus Aircraft Ltd PT-17 y Beechcraft T-6C sobrevolaban la Ciudad de México, les seguían helicópteros Black Hawk pertenecientes a SEDENA, SEMAR y PF, aeronaves que tienen la capacidad del combate aire-tierra;  sin duda, despertaron la emoción de todos los mexicanos ahí presentes.

Así mismo, la capacidad con la que cuentan nuestras fuerzas federales en tierra son dignas para enfrentar a un puñado de delincuentes (debemos recordar que el propio presidente López Obrador señaló que era una cortina de humo el problema del “huachicol”), pues cuenta con no menos de 300 vehículos Sandcat (Gato de las Arenas), vehículos todo terreno, los cuales cuentan con un alto blindaje que ofrece un nivel óptimo de protección a los soldados de Fuerzas Especiales que operan estas unidades.

Este vehículo puede portar armas de ataque masivo, como un fusil Barret, hasta un lanzacohetes. El Sandcat cuenta con un Sistema de Posicionamiento Global (GPS), son automáticos, de ocho cilindros y alcanzan velocidades de hasta 120 kilómetros por hora, velocidad nada despreciable si tomamos en cuenta que competerían con camionetas urbanas que son usadas para el robo de combustible.

Parece ridículo –¿o es un simple pretexto? —que un puñado de rufianes se burle, por cuarta vez, del gobierno federal y por ende continúe el desabasto de combustible en varias ciudades de país.

En ese entorno, el Estado — y sus instancias— parecen perpetradores de la simulación por motivos políticos de intereses demagógicos. El señor López Obrador ve enemigos no sólo en el huachicol, sino también en el pueblo que critique sus errores.

Así las cosas, don López clama al pueblo resista a los embates de esta crisis de combustibles y mientras esto ocurre, varias decenas de buques cisterna aguardan anclados al capricho de un presidente que da giros de timón cada vez que una promesa hecha, en lo largo de sus 12 años de campaña, se convierte en una mentira del presente.

Romero Deschamps.. sabe muy bien esto.

 

 

 

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