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«EL CULIACANAZO» Y «LOS CHAPITOS», DETRÁS DE LA CAPTURA DE EMMA CORONEL

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* Acción sorpresiva e intrigante del FBI

Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010

En Nueva York y Los Ángeles era conocida como «la Kardhasian mexicana», por su belleza provocativa y por dedicarse a «saquear» -tarjeta platino o black en mano-  las tiendas más caras de la Quinta Avenida o Sunset Boulevard. Muy lejos había quedado la adolescente de Angostura, caserío perdido en la sierra de Sinaloa, convertida en una beldad de las zonas residenciales más tremendamente caras de esas urbes cosmopolitas.

¿Qué sucedió? Se preguntaron en medios lo mismo policíacos que periodísticos y de analistas especializados en el tema del narcotráfico.

Todos quedaron perplejos ante la noticia: Ni la DEA ni el FBI ni la policía mexicana se habían ocupado -al menos aparentemente- de esa muchacha a la que veían como otra esposa, otra compañera y, por lo mismo, paridora de hijos de un narco. De esas mujeres conocidas en medios policíacos y sociales como dedicadas a la familia, menesteres domésticos, muchas de ellas pueblerinas semi-analfabetas.

Porque las mujeres involucradas en el negocio siempre han sido de otra índole: algunas en funciones de amantes de narcos o pistoleros; «burreras», «correos», informantes («halcones») inclusive sicarias. Algunas encargadas de seducir a jefes policíacos o funcionarios para obtener información. Todas ellas, prescindibles. Muchas, asesinadas cuando era menester.

El juez Harvey G. Michael recibió el reporte de parte del agente Erik S. McGuire, con diez años en el servicio, donde acusa a Emma de haber participado en el tráfico de heroína, cocaína, mariguana y metanfetamina, entonces la duda cobra vida ¿Emma Coronel se entregó al FBI en el aeropuerto Dulles, de Washington D.C.? ¿Quién informó a la esposa del Chapo que era investigada por el FBI?

Causó no poco asombro esto, ya que nunca se supo que Emma fuera objeto de una investigación directa por narcotráfico y fue personaje que atrajo a fotógrafos y curiosos en las audiencias judiciales donde fue juzgado y condenado su marido, Joaquín Guzmán Loera, «El Chapo».

De ser encontrada culpable de todos esos delitos imputados, podría ser condenada de, entre 15 años de prisión a cadena perpetua en penal de alta seguridad.

EL «CULIACANAZO» Y «LOS CHAPITOS»

Pero hay otra acusación en el expediente, un tanto -digamos- rara. La acusan de haber participado, de hecho, diseñado en gran parte, todo el plan y su ejecución para la espectacular, peliculesca fuga de su marido «El Chapo» Guzmán, del penal del Altiplano, en 2015, por un túnel cavado durante meses directo al piso de la regadera de la celda.

Sorprende la acusación. Esa fuga del «Chapo» ya forma parte de la, digamos, antología de las fugas más espectaculares a nivel mundial y forma parte del catálogo histórico de escapes, incluidos el del rey Ricardo Corazón de León, en el siglo XII; del gran poeta Jean Villon, en el siglo XV, y el «gran escape» de Alcatraz, en el siglo XX.

Asombra pues, la acusación, toda vez que nadie había imaginado en la bella Emma una inteligencia técnica y estratégica de tan elevado nivel.

En consecuencia, han surgido especulaciones en círculos más o menos enterados de asuntos del narcotráfico y de la mecánica de las actuaciones de las grandes agencias de investigación criminal de Estados Unidos, sobre todo lo relativo en asuntos geopolíticos.

Se especula, de entrada, que «el Caso Emma Coronel» puede tener qué ver, y mucho, con el ya tristemente célebre «Culiacanazo». Cuando la capital de Sinaloa fue «tomada» por tropas de la familia del «Chapo» Guzmán, con armamento de alto poder, que liberaron reos del reclusorio, amenazaron el complejo habitacional del Ejército y las familias de militares, sembraron el terror en la ciudad y dejaron a su paso decenas de muertos y heridos.

El grupo de militares que ya tenían en su poder a Ovidio Guzmán López, quien ya daba órdenes vía celular a sus huestes de cesar la violencia, de pronto los oficiales recibieron la orden tajante de dejar libre «al objetivo».

Fue el día más negro para el Ejercito mexicano y la más grande vergüenza para el gobierno federal.

Respecto a los hechos, hubo cuatro diferentes versiones oficiales. Una del Ejército, otra contradictoria del entonces secretario de Seguridad, Durazo; otra del presidente AMLO y semanas después, otra más del mismo presidente, quien, como suele ser su costumbre, se contradijo a sí mismo: «Yo dí la orden de liberar a Ovidio Guzmán, para evitar muertes inocentes». Pero muchos inocentes habían muerto cuando se dio esa orden.

A Washington, a la DEA, al FBI, al Departamento de Justicia que emitió la solicitud de extradición del «Chapito” Guzmán López, no se les olvida la afrenta.

Peor, cuando no mucho tiempo después de esos dolorosos cuanto bochornosos sucedidos, el presidente Andrés Manuel López Obrador, viajó seis horas por un camino serrano pedregoso, para ir a besar la mano de la madre de «El Chapo” Guzmán y el abogado de la familia caminó varios metros con su mano sobre el hombro del mandatario mexicano. Increíble escena, toda filmada.

Todo eso forma parte de un expediente especial en el Departamento de Justicia. La solicitud de extradición para Ovidio no se ha archivado. Se maduran planes para echarle el guante por otros métodos, más directos.

El encarcelamiento de Emma puede ser uno de los eslabones de esa cadena que se arma con esos propósitos.

El juicio de Emma Coronel, famosa beldad «narca», puede tener la misma espectacularidad que la generada por su marido.

Y en el fondo, algunas repercusiones interesantes.

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