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EL PRESIDENTE Y LAS ELECCIONES LOCALES

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En las votaciones que se celebrarán dentro de poco más de siete meses estará en juego el mayor número de cargos en la historia moderna del país.

No sólo tendrán lugar los comicios para renovar la Cámara de Diputados, sino que habrá elecciones locales concurrentes en todas las entidades federativas.

La renovación simultánea de 15 gubernaturas resultará inédita y significará un reto para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues en los últimos tres sexenios la ciudadanía ha dado el triunfo a partidos distintos al del Ejecutivo en la gran mayoría de las contiendas para gobernador.

Si se mantiene dicha tendencia, el oficialismo tendrá dificultades para arrebatarle estados a la oposición. Particularmente, aquellos en los que se ha configurado un enfrentamiento abierto entre el estado y la Federación.

Pero vayamos a la historia.

El periodo de Carlos Salinas de Gortari fue el primero en muchas décadas en tener gobernadores de oposición, con el triunfo de los panistas Ernesto Ruffo y Francisco Barrio, en Baja California y Chihuahua, respectivamente.

Con el presidente Ernesto Zedillo, el PRI dejó ir las gubernaturas de Nuevo León, Querétaro, Nayarit, Tlaxcala, Zacatecas, Aguascalientes, Baja California Sur, Chiapas y Morelos, mientras que el PAN refrendó las de Jalisco, Baja California (el estado del Presidente) y Aguascalientes. Además, el PRD ganó la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal la primera vez que estuvo en juego. Aun así, el periodo terminó con un saldo favorable para el partido del mandatario federal.

Con Vicente Fox, el partido del gobierno perdió más gubernaturas de las que ganó: 25 de 34 que estuvieron en juego (Michoacán y Colima tuvieron dos elecciones para gobernador ese sexenio). El PAN dejó ir las gubernaturas de Nayarit y Nuevo León y perdió otras 23 elecciones de gobernador en estados que ya estaban en manos de otros partidos: Baja California Sur, Coahuila, Campeche, Chihuahua, Colima (dos veces), Distrito Federal, Durango, Guerrero, Hidalgo, Chiapas, Estado de México, Michoacán (dos veces), Puebla, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas.    

Durante el periodo de Felipe Calderón, las derrotas del partido del gobierno en las elecciones de gobernador se incrementaron. El PAN soltó seis gubernaturas: Aguascalientes, Jalisco, Morelos, Querétaro, Tlaxcala y Yucatán. Asimismo, perdió otras 19 elecciones en estados que no tenía en su poder: Coahuila, Campeche, Chihuahua, Colima, Distrito Federal, Durango, Guerrero. Hidalgo, Chiapas, Estado de México, Michoacán (el estado del Presidente), Nayarit, Nuevo León, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas. En total, 25 derrotas panistas en 32 elecciones.

Con Enrique Peña Nieto, el partido del gobierno dejó ir la mayor cantidad de gubernaturas, en varios casos por el desprestigio de los mandatarios estatales que concluyeron sus encargos. Fueron 15 en total: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Puebla (dos veces), Querétaro, Quintana Roo, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán. Además, el PRI no pudo arrebatar otras ocho que estaban en poder de otros partidos: Baja California, Baja California Sur, Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Morelos, Tabasco y Veracruz (cuya gubernatura corta ya había ganado la oposición). Un saldo de 23 derrotas priistas en 34 elecciones.

En este sexenio, hasta ahora, Morena y sus aliados han ganado las dos votaciones para gobernador en la que han competido: Baja California y Puebla (extraordinaria). Pero viene la prueba de fuego, con 15 gubernaturas en disputa.

De éstas, ocho son del PRI, cuatro del PAN, una del PRD, una de Morena y una independiente. Cuatro de los 15 estados que renovarán la gubernatura son parte de la Alianza Federalista, que amenaza con abandonar el pacto fiscal: Chihuahua, Nuevo León, Colima y Michoacán.

La historia dice que los presidentes no son buenos ganadores de elecciones locales para su partido, particularmente de gubernaturas. Pronto sabremos si López Obrador resulta mejor en eso que los tres predecesores.

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