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EL RUBICÓN DE LA 4T

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En el año 49 antes de Cristo, probablemente el 10 de enero, Julio César condujo a la Legión XIII, apodada Gemina (gemela), hasta la ribera norte del Rubicón. El río, llamado así por sus sedimentos rojos, marcaba la frontera entre Italia y la Galia Cisalpina.

Julio César, quien acababa de conquistar Galia, había recibido la orden del cónsul Pompeyo –su exsuegro– de desbandar a su ejército y regresar a Roma. Temiendo ser detenido, no acató la instrucción. Marchó al sur, pero al alcanzar el Rubicón, sus hombres tuvieron dudas. Una vez que cruzaran el río, estarían en la ilegalidad, obligados a pelear con las fuerzas de Pompeyo, quien hacía honor al apodo que llevaba desde adolescente: El Carnicero.

Según Suetonio, ahí fue cuando Julio César pronunció su famosa frase alea iacta est, la suerte está echada. Desde entonces, la expresión “cruzar el Rubicón” ha sobrevivido como una manera de describir la decisión de un individuo o un grupo de emprender una acción riesgosa que no tiene retorno.

El día de ayer, la Cuarta Transformación hizo exactamente eso al aprobar, en la Cámara de Diputados, la reforma de la Ley de la Industria Eléctrica, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para darle a la CFE el control de la generación de electricidad en el país.

Aunque aún falta que la minuta sea aprobada por el Senado, se antoja difícil que el curso emprendido vaya a cambiar. Así que pronto estaremos viendo si se materializan las consecuencias que diversos expertos y organismos empresariales han pronosticado en caso de que se promulguen los cambios legales, como un desplome en la confianza de los inversionistas y un aumento en el precio de la electricidad.

Con esta reforma, López Obrador está apostando por el todo o nada. Cree firmemente que la energía es el eje de la economía y que ésta debe ser regida por el Estado. Además, es una manera de romper con el liberalismo económico, antítesis del nacionalismo revolucionario en el que él se formó y que hizo del control de la energía el gran tótem de su credo.

La reforma será el cruce del Rubicón para la 4T porque una vez aprobada y publicada por el Ejecutivo no habrá manera de mostrar que la inversión privada interesa al gobierno federal, pues se implantará para siempre la duda de si México es capaz de respetar las reglas con las que invita a las empresas a participar en la economía nacional arriesgando su capital.

Le decía aquí hace unos días que se ha ido secando el monto de la inversión disponible a nivel internacional. Si de por sí es grande la incertidumbre creada por el proteccionismo comercial y fortalecida por la pandemia, resulta suicida crear trabas adicionales a la inversión si se considera que la actividad productiva del sector privado es fundamental para detonar el crecimiento económico.

Pero el Presidente se nota muy convencido de lo que quiere lograr al fortalecer a Comisión Federal de Electricidad y a Pemex. Considera que no hay desarrollo posible para el país ni soberanía nacional que valga sin que el Estado juegue un papel cuasi monopólico en la producción de energía.

Está seguro de que la apertura del sector ha sido un terreno fértil para la corrupción. Por eso apoyó la extradición de Emilio Lozoya desde España, quien ha recibido un criterio de oportunidad por parte de la Fiscalía General de la República para delatar a todos aquellos que presuntamente se corrompieron para sacar adelante la Reforma Energética de 2013. Y por eso promueve la declaración de patrimonio cultural de la zona de La Rumorosa, en Baja California, que acabaría con la renta de terrenos a empresas privadas de energía para instalar aerogeneradores.

El mandatario debe saber los riesgos que corre con la reforma porque las advertencias han sido públicas: lloverán peticiones de amparo por parte de los afectados –igual que sucedió con la llamada Política de Confiabilidad–, se pondrán en juego los compromisos en materia de inversión asumidos con Estados Unidos y Canadá en el marco del T-MEC, además de las dudas que se producirán entre los inversionistas y la posibilidad de que suba el precio de la luz, algo que él, desde los tiempos de la campaña, dijo que evitaría.

Julio César la apuesta de cruzar el Rubicón le representó la conquista del poder. Para López Obrador los beneficios aún están por verse, pero este camino no tiene regreso.

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