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ISABEL ARVIDE Y LAS CASACAS VERDES

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*Periodista sí es; representaciones: para exiliar o favorecer

Por Martha Elba Torres Martínez

El desconcierto del presidente López Obrador por la tormenta mediática que provocó su designación en el consulado de Estambul, ahora sí, fue genuino. “Yo pensé que les iba a gustar” (a los periodistas) el nombramiento de una periodista: Isabel Arvide.

Y en dos cosas coincido, también ahora sí, con el Presidente: Isabel es periodista, buena periodista, con todos sus defectos y virtudes, y que la carrera diplomática siempre ha valido madres cuando se trataba de exiliar políticos o favorecer con residencias en el extranjero, a amigos o amigas.

Y en esto baso precisamente mi planteamiento hipotético sobre la designación de Isabel: una recomendación de las casacas verdes para ayudar a una vieja amiga en desgracia.

Porque vaya que la periodista fue famosa entre la tropa. Corrijo: entre generales y coroneles.

Comenzaba mis pininos como reportera al lado de grandes amigos como Miguel Segundo González, Manolito Ponce, Humberto López y Moi Sánchez Limón, cuando conocí -de lejitos-, a principios de los ochenta, a Isabel Arvide.

Y ya era ¡Isabel Arvide! Una de las “vacas sagradas” del periodismo de entonces, que recibían un trato especial y de muchos privilegios, en giras o eventos importantes. Pero lo que más llamaba mi atención era su fascinación por el uniforme militar. Y el que iba dentro. Unas hermosuras de hombres. Pero lo que hizo o deshizo no es el tema, sino su especialización en temas de seguridad y la milicia. Hasta su nombramiento, dirigió su portal estadomayor.mx lo que confirma su gran cercanía con este sector militar.

Me consta la gran relación que mantuvo con el general Graciliano Alpuche, quien fue gobernador de Yucatán, y a quien le manejaba prensa y relaciones públicas. Algunos rozones, pues tras su caída, en 1984, de El Nacional me enviaron un mes a realizar un diagnóstico de cómo dejaba el estado. Un acuerdo que hizo seguramente el entrante, Víctor Cervera, con el periódico.

En enero pasado, después de madrugar para conseguir un lugar en Palacio Nacional para las conferencias, Isabel pidió al Presidente publicidad oficial para medios emergentes digitales. Dicen que ese fue el pago. A ver: ¿quién jodidos se había atrevido a eso, cuando es de lo que se quejaban muchos? Porque publicidad, hay, pero no para todos. Se sigue manejando igualito. Para comprar conciencias, no espacios.

El caso que la Arvide tenía que hacer su lucha, porque de la gran periodista en fama y riqueza en el siglo pasado, le sobrevino la desgracia con los juicios en su contra que tuvo que enfrentar por calumnias y difamación.

A finales de los novena escribió de la actriz Sasha Montenegro, entonces esposa de José López Portillo, “encueratriz venida a menos” y a sus hijos les llamó bastardos. Enfrentó tres demandas que perdió y tuvo que vender su casa y joyas para pagar la millonaria indemnización, así como a los abogados.

En 2001, acusó al entonces procurador de Justicia de Chihuahua, Jesús Solís Silva, de ser parte del cártel del narcotráfico, y el ex funcionario respondió con una denuncia penal por difamación. En 2003 fue detenida y tuvo que pagar fianza para no pisar la cárcel, así como 200 mil pesos como reparación del daño. Otra vez, tuvo que recurrir a los viejos amigos para pagar las cuentas.

Y lo que son las cosas, entonces vimos a la periodista venida a menos.

Encontré en el sitio de David Estrada (http://www.davidestrada.org/index.php/historia/13-historia/71-isable-y-echeverria-cronica-de-un-amor-presidencial) una anécdota que le contó en su canal de YouTube en 2013, y que describiría con puntualidad porqué tan famosa y temida la Arvide:

“Una tarde de diciembre de 1976, llegó a la redacción de Excélsior ‘Junior’, uno de los ayudantes del entonces ex presidente Luis Echeverria. “El señor quiere verla. Mañana paso a las siete de la noche por usted”, le dijo a la periodista Isabel Arvide, sin oportunidad a la resistencia.

“Puntual, al día siguiente, la reportera acudió a la cita. Echeverría la recibió con música de tríos y una mesa puesta con platos de quesos y carnes frías. Narra Arvide: “Y luego, recuerdo dos instantes exactos. Uno, el cobertor eléctrico color rosa, que estaba prendido sobre la cama y que nos tapaba. Y el otro, que pensé que tenía un cuerpo muy joven para su edad”. Aquí comenzó el romance.

“Isabel Arvide trabajó para Luis Echeverria en el Centro de Estudios Económicos del Tercer Mundo y lo visitó regularmente en París, donde fue embajador de México ante la UNESCO (el exilio político). Un dato adicional, que en parte desnuda las relaciones de los poderosos: cuenta Isabel que era tal el respeto que sentía por aquel hombre, que aún en los momentos de más intimidad, para ella siguió siendo el ‘señor’. “No podía ser de otra forma –justifica. Yo tenía 25 años y el 55”.

“¿Se terminó el amor? Arvide no lo sabe bien. Como tampoco sabe bien si Luis Echeverría era bisexual. Pero una tarde en París, cuando todo estaba planeado para una noche romántica, de pronto llegó “un académico que estudiaba un posgrado en París, bien parecido, joven y que jugaba habitualmente tenis con el ‘señor’”. El hombre, que a decir de la propia Arvide tenía “una actitud de dueño de la casa”, la miró con ojos de odio al entrar. “¿Quién es?”, preguntó sorprendida. Nadie pudo acertar una buena contestación.

“Ante la visita inesperada y alegando muchas ocupaciones, el ex mandatario mandó a Isabel de regreso a México. No sin antes obsequiarle una comida en un lujoso restaurante parisino, y un viaje a Grecia. Ese regalo exagerado que ofrendan los maridos con remordimientos a sus esposas cuando le son infieles…

“Aunque intermitente, la relación entre Echeverría e Isabel se prolongó unos años más. Pero de manera más afectiva, ya no tan amorosa. ¿Y qué fue de aquel joven académico de buen ver? Se sabe que terminó asesinado. Dicen que fue un crimen pasional. Su cadáver fue encontrado en la cajuela de un auto y nunca se dijo nada más…”.

Así era Isabel y quien este libre de culpas e historias, que tire la piedra.

Pero Amlo, auténticamente, creyó que caería bien el nombramiento. Aunque quien o quienes la recomendaron, debieron aportar el contexto completo.

Nada tuvo qué ver su petición de publicidad, pues su portal no cuenta ni con un banner del Gobierno Federal; el 11 de junio, en una crónica sobre las mañaneras, reprocha airadamente las desatenciones del vocero de Palacio Nacional, Jesús Ramírez, y del caos que predomina. Así que por los civiles, nada.

Los únicos que hoy gozan de una buena relación con el Presidente, son los militares. Donde Isabel cuenta con viejos y buenos amigos. Cada quien su lucha…

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