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*La imposición de valores a la clase social de los desposeídos y los marginados tiene por instrumento principal los medios de control social, como acontece en la estrategia del actual gobierno
Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010
México ha llegado a un punto de quiebre, pocos lo dudan. Ni siquiera el Presidente Don López lo duda. Eso es, quizá, la coincidencia entre tirios y troyanos.
Y esa es la única coincidencia entre los mexicanos que votaron por don López. Empero, el punto de quiebre arribó de súbito, a resultas de la supuesta rebeldía o el intenso mesianismo y la «obsesión» del señor López Obrador por el poder.
Ese punto de quiebre es de extensa hechura. Es el apogeo de un larguísimo proceso de hartazgo que se remonta al día en que se instauró en México un nuevo modelo económico.
Hágase la pertinente justificación que el uso, en México, de la expresión modelo económico es sólo una licencia. Se refiere a la forma de organización económica.
Y la instauración de esa forma de organización económica trajo consigo imperativos propios de una filosofía que, al trasplantarse a México a una supuesta 4T, se tradujo en una monstruosa falta de capacidad de gobernar.
Esa filosofía inspira ideologías que rayan en el fanatismo y alimenta políticas de Estado que privilegian a una mayoría que posee una sed de revanchismo político social, que arropan a las mayorías y las empobrece aún más.
Así, el gobierno de la 4T despoja a los pobres de sus magros bienes y sus precarias expectativas y esperanzas y, a la vez, le impone valores ajenos a su clase social.
La imposición de valores a la clase social de los desposeídos, los precaristas y los marginados tiene por instrumento principal los medios de control social.
Esos medios de control social van desde el sistema educativo hasta la Iglesia Católica, los vehículos de difusión –radio, televisión, portales cibernéticos– y otros más, las conferencias mañaneras.
Ello explicaría que muchos pobres crean a ojos cerrados la propaganda inducida de la 4T para desacreditar a todo aquel que este en desacuerdo con don López y que incluso los llevó a votar por el señor de la 4T.
Esa propaganda de la 4T, sólo es efectiva cuando se desconoce o si, conociéndola, se ignora o se desestima. Eso mella la sensibilidad política y confunden a la intuición de millones de mexicanos.
La secuela de ese fenómeno es una agudización dramática de la desigualdad económica, la injusticia social y la iniquidad política y cultural; pero lo más grave ha maquillado el baño de sangre que se vive, de forma alarmante, en nuestro México. Es, pues, certeza documental, demostrada día con día por la obstinada realidad social. Los pobres son más. Y cada vez más pobres.
En ese contexto, el pueblo agraviado por el brutal modelo económico votó por don López y al cumplirle su voluntad a ese pueblo por medio de la democracia, mediante 30 millones de votos, este pueblo comienza a organizarse y movilizarse para llegar a este punto de quiebre.
Hoy, sabe el pueblo que la Carta Magna permite modificar o alterar la forma de gobierno de los “fifís”, de los neoliberales, conservadores, los de la mafia del poder e incluso, de los propios morenistas que no comulguen con la doctrina lopezobradorista. Por ello, el punto quiebre comienza ser visible ante tanta incongruencia gubernamental.
Aquí, en tierras hidalguenses, mientras la ola morenistas llevó al poder legislativo local a 17 diputados, senadores y diputados federales, el punto de quiebre se dio desde el primer día en que morena obtuvo ese poder, pues el grupo Universidad ha tejido de una forma tan burda y clara, que se han transformado en una especia de hordas y tribus, las mismas que llevaron al partido del sol azteca (PRD) a una inevitable extinción política. Mientras tanto, don López desayuna barbacoa, le ponen cocoles en la cabeza y demuestra ser un gran promotor de ”fondas”.
