Inicio Opinión LA DECEPCIÓN DE PLATÓN Y LA DISYUNTIVA 2021: POPULARIDAD VERSUS CAPACIDAD

LA DECEPCIÓN DE PLATÓN Y LA DISYUNTIVA 2021: POPULARIDAD VERSUS CAPACIDAD

677
0
Foto especial: ntn24.com

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 27 segundos

* Paquita, Lupita, Kiko, Tinieblas ¿Congreso farandulero?

Yo no sé a qué vengo aquí ¿me entendieron? Yo solo sé que hay personas detrás de mi que son los que me van a enseñar cómo manejar este asunto.

              Francisca Vivero Barradas, Paquita la del Barrio, al presentarse     candidata a diputada. 

POR GUSTAVO CORTÉS CAMPA

Gerardo Fernández Noroña ha sido dos veces diputado federal, tiene muchos años como “luchador social”, parece que tiene título de licenciado en derecho… ¿ha sido un buen ejemplo de representante del pueblo?

La misma pregunta podría hacerse en los casos de decenas –¿o quizá centenas? – de personajes que han pasado por las cámaras legislativas y que no fue posible, en ningún caso, encontrar méritos mínimos para la representación.

En estos días surgió la misma pregunta al conocerse algunos prospectos de los partidos para candidatos a diputados, reclutados del medio del espectáculo y, según indicios, sin idea alguna en qué consiste y qué función debe llenar el Poder Legislativo.

Nada nuevo, dirían algunos veteranos reporteros: en tiempos del viejo PRI era frecuente ver en la Cámara de Diputados lo mismo a Ignacio López Tarso (unas tres veces), Silvia Pinal, Consuelito Velázquez, Venus Rey y otros personajes, pero era por medio del sistema corporativo: los sindicatos de actores, músicos, compositores, estaban afiliados al PRI y se trataba de “posiciones de sector”.

El resultado de las elecciones no era problema alguno: el acceso a la curul estaba asegurado por anticipado.

Difícil recordar alguna intervención en tribuna, salvo Carlos Bracho, el que postulado por el PRD no rehuía debate, y se valía de sus “tablas” escenográficas para fustigar a los priistas, mientras las edecanes se estremecían con su –en esos tiempos- bien conservada apostura

Pero hace poco más de 20 años que la cosa cambió radicalmente: la preocupación principal de los partidos es postular a quienes puedan “jalar votos”. Lo demás es lo de menos. (Al menos, así les parece a los partidos).

Hace unos días que en los medios informativos (principalmente Internet) se propagaron voces “escandalizadas” al conocerse las postulaciones de diferentes partidos, a saber:

La señora Francisca Viveros Barradas, Paquita la del Barrio, de 74 años de edad, fue presentada por el partido “Movimiento ciudadano” de Veracruz como su candidata a diputada local por el distrito de Misantla. La conferencia de prensa fue breve y la nominada se limitó a un ejercicio “de sinceridad” al decir a los reporteros: “Yo no sé a qué vengo aquí… yo solo sé que hay personas detrás de mi que son los que me van a enseñar cómo manejar este asunto…”

Acto seguido, tomó el micrófono y acompañada por un mariachi llevado ex profeso, cantó su canción emblemática: “Rata de dos patas”. (Todo mundo feliz. ¿O no?)

Después de doña Paquita, las candidaturas “cayeron en cascada”.

El partido “Redes sociales progresistas”, propiedad de doña Elba Esther Gordillo, nominó como candidato a diputado por Tlalpan a Alfredo Adame, un actor un tanto relegado, quien en los últimos tiempos mantiene la atención con algo curioso: aprovecha la indiscreción de una ex pareja acerca de supuestas peculiaridades anatómicas.

Otro candidato de RSP es el luchador Tinieblas, para alcalde de Gustavo A. Madero, y de inmediato surgieron las especulaciones de cómo podrá doña Elba Esther registrarlo oficialmente, ya que requiere quitarse la máscara. Por el mismo partido, la sexy boxeadora Barbie Juárez.

El partido “Querétaro Independiente” postuló nada menos que para gobernador, a Carlos Villagrán, quien por años interpretó a “Kiko” en la exitosa serie a nivel continental “El Chavo del ocho”.

La primera “Miss Universo” mexicana, Lupita Jones, va como candidata ¡a gobernadora! en Baja California, postulada por la alianza PAN-PRI-PRD “Va por Baja California”. Vicente Fernández junior (parece que en calidad de hijo de su papá), a diputado por un distrito de Jalisco, por “Encuentro solidario” y la actriz Gabriela Goldsmith, a diputada federal por Morena.

PAQUITA Y DEAN MARTIN

En 1961 se estrenó la película “El tercer hombre era mujer”, de la MGM, con Dean Martin y Susan Hayward, dirigida por Daniel Mann. Martin hace el papel de un popular cantante country postulado candidato a gobernador de Texas.

En los mítines proselitistas, el cantante le dice al público: “Aquí traigo un discurso muy bien escrito, por este muchacho aquí presente, muy inteligente, dice de todo” y arroja el texto al suelo, toma su guitarra y canta: “May the Lord bless you good”. (Que el Señor les de su bendición).

El cantante arrasa en las elecciones; como gobernador se limita a firmar lo que le manda un viejo político, tramposo como pocos (el gran actor Wilfrid Hyde-White). Se descubren grandes chanchullos, el cantante amenaza con encuerar a todos y sufre un atentado.

Viene a cuento por si Paquita, como calculan sus patrocinadores, gana y como diputada se limita a firmar lo que le manden.

LA DECEPCIÓN DE PLATÓN

La polémica de si acaso los gobernantes deben ser hombres (o mujeres, pues) sabios –o rodeados de sabios-  viene de lejos. Por lo menos desde el siglo V antes de Cristo. En aquellos tiempos, el filósofo Platón tenía esa preocupación, lo que le generó no pocos riesgos y decepciones.

Mark Lilla, catedrático de Historia Intelectual Europea en la Universidad de Chicago, en un artículo titulado “La seducción de Siracusa”, narra cómo fue que los intelectuales del siglo XX avalaron “toda clase de tiranías” (Stalin, Hitler, Ceacescu, Mao, Pol Pot, Fidel).

Para el caso, se vale del ejemplo del rechazo de Platón a la tiranía de Dionisio El Viejo de Siracusa, por lo que regresó a Atenas. Pasados unos años, su discípulo Dión le escribió una carta donde le informa que el Viejo Dionisio había muerto y su hijo, Dionisio El Joven, nuevo monarca de Siracusa se interesaba por la filosofía y pretendía hacer “un gobierno justo”.

Necesitaba pues, decía Dión, “una buena instrucción” y nadie mejor que Platón para la tarea.

Dice Lilla que “Platón pasó a la historia por el mito en torno suyo de que las ciudades griegas tuviesen reyes filósofos”.

En Sicilia comenzaría el experimento. Pero pronto quedó en evidencia que Dionisio solo se interesaba “en una pátina de conocimiento” (como político mexicano que pide a sus asesores fichas con datos muy breves, y en el caso actual ¡ni siquiera fichas!); no tenía disciplina ni voluntad para entender argumentos dialécticos y “encaminar su vida en el sentido que indicaban las conclusiones obligadas”.

Tanto insistió Dión en que el rey siguiera sus consejos para mejorar el gobierno, que despertó una fuerte paranoia en Dionisio y, como todo político mediocre, sospechó en su asesor posibles intenciones políticas y le mandó al destierro, junto con Platón.

Concluye Lilla: “Dionisio es nuestro contemporáneo: A lo largo del último  siglo ha tomado nuevos nombres: Lenin y Stalin; Hitler y Mussolini; Mao y Ho Chi Minh; Castro y Trujillo; Amin y Bokassa; Sadam y Jomeini; Ceacescu y Milosevic… la lista podría ser más larga”.

El académico señala con índice de fuego de cómo la Europa del siglo XX “alumbró dos grandes sistemas dictatoriales, el fascismo y el comunismo” y en paralelo, un nuevo tipo social con un nuevo nombre: el intelectual filotiránico, y muchos de ellos se convirtieron en peregrinos de las nuevas Siracusas: Moscú, Berlín, Hanoi, o La Habana”.

Y remata: “Distinguidos profesores, talentosos poetas y periodistas influyentes unieron sus capacidades para convencer a todo mundo que los regímenes dictatoriales modernos eran liberadores y que sus crímenes y excesos, observados desde la óptica apropiada, eran nobles”.

Así las cosas, tal vez no es necesario escandalizarnos mucho por los personajes faranduleros que postulan los partidos. Son populares y pueden captar votos, pero… difícilmente podrán pergeñar argumentos convincentes para colocar a los partidos y dirigentes que les tripulan como lo máximo de una política decente y benéfica.

Aunque, como le sucedió a Ana Gabriela Guevara, después de ganar en las urnas, ni siquiera puedan encontrar el recinto donde deben desempeñar sus importantes tareas. (¿O no?)

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here