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MARCELO SIENTE PASOS… LA PRESIDENCIA SE LE VA DE LAS MANOS POR LÍNEA 12

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*  El demudado canciller y supersecretario, no pudo ocultar su nerviosismo y el insomnio de la noche anterior, cuando fingiendo aplomo declaró en la mañanera: “Yo hice lo debido. Entregué las obras y la siguiente administración las aceptó tales cuales. El mantenimiento constante y riguroso era obligado»; palabras que no subsanan el dolor por la pérdida de seres queridos ni remedian las fallas de una obra que desde su arranque presente incontables deficiencias, y aunque el gobierno de la 4T lo proteja, es de dudarse que su imagen política le alcance para ser candidato presidencial en 2024

Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010

Fotos especiales y de @csdrones

Expediente Ultra

Nunca debió ser tren elevado en terreno con sedimentos lacustres, inestable, vulnerable a las vibraciones; no debió tener ruedas metálicas sino neumáticas; debió ser una línea subterránea, más cara, pero a la larga, más segura y con menor costo de mantenimiento. Con hechos consumados, el mantenimiento de torres y «ballenas» debió ser meticuloso y constante.

¿Mancera cubierto? Terremoto muy fuerte en septiembre de 2017. El nueve de enero de 2018, el director del Metro, Jorge Gaviño Ambriz supervisó la conclusión de trabajos de reforzamiento de la Línea 12 por los daños ocasionados en la columna 69, entre las estaciones Olivos y Nopalera.

En esos momentos, Morena en campaña festeja el triunfo por anticipado. Llega el gobierno austero. En dos años y medio, el Metro ve reducido su presupuesto en poco más de 16 por ciento. Orden de arriba, tajante. Claudia es sólo «la «Señora Regenta» (Pero nada qué ver con el personaje de Azorín)

Marcelo Ebrard siente pasos. Todos sus méritos con el manejo del inmanejable Trump, sus «logros» con la compra de vacunas, sus tareas de traductor indispensable a la hora de que se tienen que enfrentar las indeseables relaciones exteriores. Cual un Mazarino tercermundista, realiza «combinaciones» en su viaje a Rusia y ve crecer su aureola de «indispensable» y se siente en la cumbre. Todos los demás del gabinete parecen enanos (y enanas).

Pero le cae encima el 3M. Trata de tomar las cosas con calma y es el único entre todos los involucrados que reitera con temple: «Me pongo a la disposición de las autoridades competentes».

Desde las 22:30 horas del lunes tres de mayo, Claudia enfrenta la tragedia de la Estación Olivos de la mejor forma que le permite su reducida, insignificante autonomía. No puede, igual que sucedió con el incendio del “cerebro» del Metro, pedirle la renuncia a Florencia Serranía, la que con aire de suficiencia responde a los reporteros: «Seguiré en la Dirección del Metro». Punto.

Nunca, por lo menos en las ocho horas que mediaron entre la caída de la «ballena» cerca de la Estación Olivos, donde murieron 27 pasajeros y otros 70 están hospitalizados, y la mañanera del día siguiente, a la que acude, sin haber dormido un minuto, Claudia no ha podido mencionar, ni siquiera insinuar, que el presupuesto para mantenimiento es casi simbólico.

Todo se ha ido, como en todo el aparato de gobierno, a Dos Bocas, Tren Maya, Santa Lucía, Pemex y CFE.

En otras condiciones, la tragedia sería un arma poderosa para golpear a Marcelo, que se siente inalcanzable en la lucha sucesoria. Pero debe medir sus pasos. La templanza y el sigilo son muy aconsejables ante un canciller que le planta cara, retador: «Yo hice lo debido. Entregué las obras y la siguiente administración las aceptó tales cuales. El mantenimiento constante y riguroso era obligado», decía con su mirada gélida tras sus gruesos lentes de miope. 

En la «mañanera» Claudia responde a preguntas un tanto insulsas. Imperturbable, al menos en apariencia, responde lo mismo que la noche anterior: «No ha faltado el mantenimiento», «sí hay director de mantenimiento, fue nombrado hace un tiempo» (no da nombre), «no tuvimos informes sobre fallas en la columna», «esperaremos el peritaje” y «contrataremos una firma extranjera que haga otro peritaje de confirmación».

Su presencia en la «mañanera», una vez más, la confirma en su fuerte supeditación al poder presidencial. ¿Qué tiene que hacer la titular del gobierno capitalino, electa por voto popular, en un acto del Poder Ejecutivo Federal?

Pues eso, confirmar la sumisión, como en los viejos tiempos, pero aquellos eran regentes, por ley. Ella, en cambio, pisotea su investidura de jefa de Gobierno, en aras del futuro…  siempre improbable.

Todo indica que apuesta sus cartas al peritaje internacional, que podría utilizar como coartada.

Pero… ¿Permitirá AMLO un peritaje internacional?

El señor presidente repudia todo lo extranjero… o casi.

Y AMLO ¿Qué dijo en la mañanera del martes 4 mayo?  ¿Decretó acaso un presupuesto emergente, tanto para los gastos de reconstrucción como indemnización de las víctimas? ¿Una revisión a fondo en la operación del Metro? ¿Una investigación a su protegida Serranía?

No. Lanzó, una vez más, sus acostumbradas catilinarias contra… ¡La prensa!

Lamentó que los medios informativos «estén tan obcecados en atacar al gobierno que represento» y oootra vez se comparó con Madero. Como suele hacerlo siempre, miraba hacia el atril para leer sus tarjetas, pero en esta ocasión hizo una “laguna» al decir «tenemos una prensa» (y aquí hizo una pausa de ¡trece segundos!) para continuar:  «… lamentable… la más injusta, la más distante del pueblo… es tiempo de oscuridad para los medios». Y fue todo.

Mientras ese rejuego palaciego de intereses y ambiciones hierve, hay por lo menos 27 familias que velan sus muertos, y 70 heridos en los hospitales, con pronóstico reservado.

Ellos, a las 22: 20 del lunes tres de mayo, ansiaban llegar a sus casas a cenar y dormir. Ellos no llegaron.

Hoy son peones en el ajedrez infame de la grilla futurista.

Y nada más.

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