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MARCOS RIVAS, EL “MUGROSITO” DEL ATLANTE NOMINADO AL SALÓN DE LA FAMA DEL FÚTBOL

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La prensa especializada tiene la palabra

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*  El atlantista hizo historia al ser el único futbolista que ejerció las once posiciones en el campo de juego, dándose el lujo, como portero, de parar un penalti; fue seleccionado nacional y ahora que el equipo de sus amores retornó a la Primera División, no pierde la esperanza de fundar escuelas para continuar la tradición de los Potros de Hierro, también llamado el “Equipo del Pueblo”

Por I. León Montesinos

Especial para Expediente Ultra

De los diez futbolistas nominados al Salón de la Fama, el nombre de Marcos Rivas Barrales, el inolvidable “Mugrosito” del Atlante, sigue brillando en el firmamento del balompié nacional al conservar su indeleble huella por ser el único que jugó las once posiciones en la cancha y se dio el lujo de detener un penalti, como eventual guardameta.

Originario del barrio chilango de la Nueva Atzacoalco, en los rumbos de la Gustavo A. Madero, Marcos Rivas probó suerte en las filas azulgranas siendo un adolescente, cuando decidió cambiar el oficio de chofer por el deporte de las patadas, pasión que lo llevó a ganar el corazón de la afición no solo atlantista, sino de clubes como el León, la U de G y hasta el América, llegando a ser seleccionado nacional.

Toda su vida un hombre modesto y sincero, niega adjuntarse la categoría de “leyenda” del fútbol mexicano, pero nadie puede regatearle que méritos no le faltan para ser merecedor de tal distinción.

Éste 10 de noviembre, periodistas especializados habrán de elegir a dos personajes para que ingresen al Salón de la Fama, de entre los siguientes diez nombres: Marcos Rivas; Jesús del Muro; Vicente Pereda; Guillermo Álvarez Macías; Bernardo Hernández; Walter Ormeño; Martín Vantolrá; Luis Regueiro; Pedro Nájera y Alberto Etcheverry.

Los diez candidatos

El que esto escribe hubiera deseado que esta entrevista fuera cara a cara, antecedida de un fuerte apretón de manos y un abrazo al jugadorazo que, en lo personal, fue uno de mis ídolos en la niñez. Ése hombre que a través de la línea telefónica, derrama entusiasmo en sus palabras al revelar parte de su anecdotario donde desfilan personajes como el Wama Puente e, incluso, el Rey Pelé.

Ése hombre que charló por amplio espacio en la ingratitud impersonal de la sana distancia, es Marcos Rivas Barrales, “El Mugrosito” del Atlante. Acompáñeme a esta entrevista exclusiva con el nominado al Salón de la Fama:

Expediente Ultra:  Don Marcos, ¿cómo le va?

Marcos Rivas Barrales: Aquí, haciéndome como el tío Amado

EU: ¿Cómo es eso?

MRB: Tarugo y disimulado

EU: Esa no me la sabía. Don Marcos, si permite charlar con usted porque siento que los jóvenes de hoy desconocen la historia de las leyendas aún vivientes del fútbol, como es su caso.

MRB: Ojalá fuera leyenda

EU: Pues en mi apreciación personal y de muchos, es usted toda una leyenda, aunque en su modestia no lo acepte.

MRB: Gracias. No me considero así, pero bueno.

EU: De mis recuerdos de mi niñez y de seguidor del Atlante, está el que usted era el famoso futbolista que jugó las 11 posiciones y cuando estaba por arrancar el mundial de 1970, reingresó a la selección nacional cuando Alberto Onofre se lesionó. ¿Qué recuerdos le trae tal hecho, a 50 años de distancia?

Sus inicios en los llanos de la Nueva Atzacoalco

MRB: Si, lamentablemente lo fractura un compañero del Cruz Azul, Juan Manuel Alejándrez, en una jugada; eso comentaba el famoso “Burro” Onofre, quien me dijo que faltando como diez minutos, él se cambia los tachones (zapatos) y de forma lamentable se barre y lo fractura Alejándrez en la tibia y peroné. Salió en camilla y para Onofre se acabó el mundial del 70, faltando menos de 25 días para que iniciara.

EU: Usted ya no estaba dentro de la selección y a raíz de esto lo vuelven a convocar. ¿Fue así?

MRB: Sí, yo estuve, pero faltando 25 días para que se cerrará la lista de los 22, entonces a mí me dan de baja, a casi un mes para que iniciará el mundial y vuelven a convocarme, exactamente por la factura de Onofre. El asunto estaba entre Vicente Pereda y yo, y dijo Pereda, el Diablo Mayor, que fuera yo, que era el más viable porque había estado al final de la convocatoria.

EU: Escuché una entrevista donde usted dice que andaba en la pachanga cuando lo sorprendió la nueva convocatoria.

MRB: Así es. Marco Antonio Ramírez que era de Cruz Azul y yo fuimos a jugar a Guadalajara reforzando al Atlas, entonces allá nos quedamos.

Teníamos que salir a las 7 en el vuelo de la mañana y andábamos de farra y se nos fue el avión, y nos regresamos con Gamaliel en su coche, porque él también tenía que venir a la Ciudad de México y nos venimos con él.

Entonces nos regresamos en la mañana y en la tarde cuando llegamos, nos fuimos directamente a la clínica del doctor Aurelio Pérez Teuffer; llegué yo ahí y le dije al Doctor Elizaliturri: Chonito, ponme un yeso, fíjate que me di un fregadazo en la espinilla en una moto. Y me dice: qué yeso ni que la fregada, en la mañana operamos a Onofre y le digo: ¿qué pasó? Y me dice que en una jugada, Alejándrez fracturó a Onofre.

Un ídolo de la afición y de los niños

Entonces ya subí yo a la habitación dónde estaba Onofre, ya estaba casi saliendo de la anestesia; lo vi, siempre me decía: “mugres, mugres» y le digo ¿Qué pasó, burro? Y empezó a llorar conmigo y yo con él.

EU: Entonces llora Onofre con usted

MRB: Si, pues nos pusimos ahí a llorar y platicar. Imagínese, él a 20 ó 22 días del mundial y le pasa eso. Y la verdad que era un jugadorazo con todo el respeto que me merecen los demás compañeros.

EU: Para que las nuevas generaciones que lean esta entrevista se ubiquen, a Onofre se le consideraba el mejor jugador de México, en ese entonces. ¿No es así?

MRBI: Era uno de los mejores y prácticamente las esperanzas, válgase la palabra, estaban fundadas en él.

Porque afortunadamente o lamentablemente muchos de los jugadores como José Luis “La Calaca” González, en paz descanse, como Toño Munguía en paz descanse, como muchos de esos jugadores que eran grandes, también el Chololo Díaz, todos ya eran grandes pues como el Chololo, habían jugado en el mundial del 62.

EL MUNDIAL DEL 70 SIN ONOFRE

EU: ¿Cree que de no haberse lesionado Onofre hubiera sido otra la historia para México en el 70?

MRB: No sería tanto decir que así pudo haber sido, pero la verdad que la selección giraba en ese tiempo a través de Alberto porque era un jugador que tenía mucha facilidad, tenía una visión periférica, muy buen toque de balón, buen dribling; tenía todas las cualidades, buen rematador de cabeza. Pero bueno, ya ve que las facultades pues uno las pone y Dios dispone

El nominado al Salón de la Fama, como seleccionado nacional

EU: Hablando del mundial del 70, luego de la goliza que nos metió Italia en la Bombonera, se llegó a comentar que si el portero de la selección hubiera sido Rafael “El Wama” Puente y no Ignacio Calderón, la suerte del seleccionado pudiera haber sido diferente o menos humillante. La Vox Populi, bautizó a Calderón como “Coladeron”. ¿Era mejor opción El Wama?

MRB: Bueno, lo que pasa en ese tiempo, yo creo que Rafa pudo haber estado en esa selección del 70, porque estaba Toño Mota que en paz descanse, que ya también era grande

EU: “El Piolín” Mota

MRB: “El Piolín” Mota, claro, y también ya estaba grande, no veterano pero ya tenía más de 30 años el buen Piolín. Yo considero que había tres porteros fuera de serie, y con todo respeto que me merecen todos los demás, pero para mí eran, en paz descanse Marín, Nacho Calderón y Rafa Puente

Nacho (Calderón) en ese momento creo que se puso nervioso, porque no creo que haya sido otra cosa. Ahora, otro de los peores errores que hizo la Federación fue sacar a México del Azteca pues ningún equipo que haya sido sede podía salirse. Y pues a Italia le favorecía el frío, cancha mojada, ellos están acostumbrados a ese tipo de canchas

El Wama Puente, parte del glorioso anecdotario de Rivas

En ése tiempo había canchas muy difíciles, como era la de Torreón, la de Zacatepec había muchas canchas donde el calor era infernal o el frío; para nosotros en el Atlante al llegar al Toluca no salíamos a calentar a la cancha, era en un espacio reducido ahí donde hacíamos canestenia para salir a jugar, pues imagínense el frío.

Y sí, los italianos estaban más habituados a ese clima definitivamente. Cuando hicimos una gira con el Atlante por Europa, nos tocó una época de que nevaba y tenían unos calentadores, ventiladores de calor y le daban a uno frazadas para las piernas, entonces, ellos están acostumbrados, uno no.

Aquí el calor es el que yo creo les hubiera hecho más daño a ellos que a nosotros.

EU: Don Marcos, voy a pedirle que abra un poco su anecdotario personal para que responda a mi pregunta: ¿Es cierto que una vez se puso los guantes con el Wama Puente y siendo de mecha corta los ánimos se caldearon más allá del ring?

MRB: Así fue. Y es que Rafa era de esos que le decían mi alma y ya estaba peleándose; a él le gustaba mucho, según platicaba que se peleaba muy seguido en la calle. Siempre decía que de uno en uno. Y zas, por allá caía uno, y zas por allá caía otro.

EU: Era bueno para el trompón

MRB: Sí, era bueno. Y ese día en el deportivo Xochimilco estábamos entrenando y había un gimnasio y había guantes ahí. Y dijimos: pues vamos a ponernos los guantes, bueno; no, sí ándale, ándale. Pues entonces me tira un volado, me agacho y le doy un zurdazo que por allá lo mandé y se levanta y me dice: “Ahora sin guantes», le dije: ¡No¡

Yo me llevaba muy pesado con él. “Chinga tú madre”, le dije, que me bajo y me echo a correr. “Alcánzame, cabrón” Y él se acuerda mucho de eso. Aparte con él tuve la fortuna y la suerte de convivir mucho con José Luis, su hermano, que también fue mi compañero y entonces siempre me invitaban seguido a comer a su casa.

Yo era muy bienvenido en su casa de Rafa con sus papás. Su mamá sabía un titipuchal de fútbol y platicar con ella de fútbol era pasarse horas y horas escuchándola.

EN EL ATLANTE ENTRENAMOS HASTA EN LA CALLE

EU: Oiga, se llegó a decir que el Atlante entrenaba donde podía y que en una ocasión fueron algunos mirones a cargarles carrilla y el Wama y usted los encararon. ¿De su anecdotario que dice sobre esto?

La legendaria escuadra de los Potros de Hierro

MRB: Eso que me pregunta es cuando nosotros cuando entrenábamos en la Ciudad Deportiva, creo que era la cancha 38 y era pasando el autódromo, había un túnel, por ahí pasábamos y ahí entrenábamos. Entonces había unas mallas y la gente nos iba a fregar y a fregar. Recuerdo que había un bordito que nos podíamos brincar y una vez a Rafa lo estaban insultando, insultando y que nos brincamos el alambrado y patas para cuando son, aquellos se echaron a correr y pues no los alcanzamos.

EU: Ya que la vieron en serio se echaron a correr.

MRB: Sí, sí, es que Rafa era muy bueno para los guamazos. No sé si usted vio la bronca de Atlante-Torreón y la de Atlante- América. Rafa sabía meter las manos, parecía Cassius Clay.

EU: Tenía aptitudes para el boxeo profesional.

MRB: A lo mejor hubiera sido mejor boxeador que portero.

EU: Platíqueme de la vez en que jugó la posición de portero y hasta paró un penalti. ¿Cómo fue? ¿No había portero suplente o qué pasó?

MRB: La cosa es que antes las reglas decían que los once que entraban eran los once que terminaban. Si expulsaban a alguien pues así se quedaban y sucedió que expulsan a Rafa (Puente), porque se le fue encima a un jugador y lo fauleó. Íbamos perdiendo dos cero contra los pumas de la UNAM.

Y entonces ya no había cambios, yo fui con mi compadre (Armando) Franco y le digo: préstame tu suéter y que me lo pongo. Iba a tirar el penalti Leonardo Cuéllar y como él había sido mi compañero en la selección, lo estaba vacilando y le decía, te lo voy a parar; mira mi León de la Metro, me lo vas a tirar para el lado derecho. Yo riéndome, pues como siempre lo he dicho: no era portero, si lo paro que padre, y sino, no pasa nada, íbamos perdiendo dos, cero, perdíamos tres a cero.

Y no, pues se lo atajé y fíjese lo que son las cosas, ese día, en C.U me toman las fotografías para hacer el póster de los 11 puestos.

EU: El día en que usted hizo historia.

MRB: Si, yo no me la creía y no me la creía porque yo jamás, de los jamases me puse a ver cuántos goles, cuántos partidos, cuántos minutos, como Nacho Calderón que era muy ordenado. Ése si tenía todo, si le salía un “buuu”, contra él lo ponía en un álbum y yo no. Yo fui muy despegado de eso, inclusive cuando me retiré no quería tener ni fotos, ni nada del fútbol porque dije: así como llegué, sin nada, así me quiero ir.

DE CHOFER A FUTBOLISTA

EU: Don Marcos, ¿cómo es su ingreso al Atlante y al fútbol profesional?             

MRB: Cuando yo me fui a probar al Atlante me temblaban las patitas y uno no puede rendir al 100 por ciento porque sabe que todo mundo lo estaba viendo; yo tenía 18 años; hice un entrenamiento en Deportivo 18 de Marzo; muchos de mis compañeros ya tenían mucho tiempo ahí, yo hice un solo entrenamiento y al otro día hicimos fútbol y me vio, en paz descanse, “El Picao” Arnauda.

Me dijo: ¿dónde juegas, de dónde vienes? Le dije: solo juego en el barrio; eso fue un jueves y me dice te presentas el lunes en el Joaquín Amaro. Yo no sabía ni dónde estaba, pero di. Yo vivía en la Nueva Atzacoalco, en la calle 23, a tres cuadras de Eduardo Molina, en la casa de mi mamá.

Listo a dar la pelea para ingresar al Salón de la Fama

Por fortuna, por ahí salía un camión que decía Hipódromo Irrigación y entonces ya investigando, me bajé en el Hospital Militar y de ahí me fui caminando, porque pasaban todos los coches y nadie era capaz de darle un raid a uno; ahí tenía uno que subir caminando hasta que después una vez Manolete se condolió de nosotros y ya nos empezó a dar un raid 

EU: ¿Dónde estaba el Joaquín Amaro?

MRB: Allá cerca de Periférico, donde está ahora el Centro Banamex.

EU: ¿A qué se dedicaba antes de ser futbolista?  

MRB: Yo fui chofer de un camión, de la ruta Viejas Colonias. Y déjeme decirle que ganaba más de chofer que de futbolista. Yo empecé barriendo los camiones de los choferes de esa línea y como estaba cerca de la casa, me hice amigos de muchos choferes.

EU: ¿Usted todavía condujo las llamadas vitrinas?

MRB: Sí, las vitrinas todavía me tocaron, pero yo manejaba entonces los camiones largos y empezaban a salir los chatos. Todavía me tocó manejar las vitrinas, entonces el boleto cobraba 40 centavos el chato y 30 el alargado

EU: ¿Y cuánto ganaba de chófer?

MRB: Yo ganaba más de chófer, de futbolista apenas 300 pesos al mes. Rafa Puente ganaba 500; es en serio. Y cuando nos llegaba a pagar Don Fernando González (Fernandón) nos echábamos unas carreras para llegar al banco y nosotros siempre cobrábamos, pero los demás estaba cabrón para que cobraran, ya que a veces no tenían fondos sus cheques.

EU: Bueno, parece que ese siempre fue el problema del Atlante.

MRB: Si, pero con Don Fernando, porque con el General, dicen que les pagaba un día antes de la quincena, antes del 15 y un día antes del 30 y otros el 31. El General era muy puntual para pagarles

EU: ¿Cuándo debuta en su primer partido?

MRB: No me acuerdo de la fecha, porque le digo que yo no era muy afecto a eso de registrar las cosas, pero fue en la temporada 67-68. El primer partido que yo jugué fue contra Veracruz, entré 20 minutos más o menos y ya de uno completo fue contra la Laguna, jugando de lateral y yo metí el gol del triunfo.

EU: ¿Otra anécdota que usted guarde en su corazón, como futbolista?

SU ENCUENTRO CON EL REY PELÉ

MRB: Anécdotas tengo varias, pero una inolvidable es el haber estado sentado junto al Rey Pele y siendo un Dios del fútbol, válgase la palabra; el haber convivido con él en Santiago de Chile. Fuimos reforzando al América y convivimos con él. Ya después me tocó jugar contra Paulo César, contra muchos de los brasileños de ese tiempo que después fueron seleccionados en el Mundial del 70

EU: ¿Cómo se dio el encuentro?

MRB: Fue en el mismo hotel donde estábamos concentrados el América y el Santos y nos lo encontramos; un día antes estuvimos platicando con él, vacilando porque hablaba muy bien el español y empezamos a convivir. Yo siempre he sido dicharachero. Pelé iba bajando del elevador y nosotros estábamos ahí en el lobby y le dije: ¡Hey, cuñado, te sacas una foto y sí se sentó ahí, inclusive por ahí está una foto donde estoy yo, está Pele, está Ernesto Cisneros y el Doctor Martínez del Campo.

EU: En lo personal, ¿cómo era Pelé?

MRB: Era una chulada de persona; es cuando uno se queda atónico de decir: yo me creía el fregón del fútbol y éste que es el Rey, es más humilde que nadie. Muy buena persona, bien accesible.

Hasta la aquí la entrevista concedida por el nominado al Salón de la Fama, a quien le deseamos lo mejor para que los colegas deportivos hagan justicia a esta leyenda viviente del fútbol mexicano.

El inolvidable “Mugrosito” del Atlante que sigue conservando el récord de ser el único futbolista a nivel profesional por haber jugado las once posiciones y que, por cierto, guarda viva la esperanza de que su querido Atlante, que ha retornado al circuito mayor del balompié, le permita fundar escuelas de fútbol para que las nuevas generaciones mantengan viva la afición y el cariño por los Potros de Hierro, el también llamado “Equipo del Pueblo”.

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