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MÁS PRUEBAS = MENOS MINUTOS DE SILENCIO

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El próximo domingo se cumplirán cinco meses desde que el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, pidió a los países acelerar la aplicación de pruebas de detección del coronavirus SARS-CoV-2. “Hemos visto un rápido incremento de medidas de distanciamiento social, como el cierre de escuelas y la cancelación de encuentros deportivos y otras concentraciones”, dijo el excanciller de Etiopía en una conferencia de prensa el 16 de marzo. “Sin embargo —agregó—, no hemos visto un incremento suficientemente urgente en la aplicación de pruebas, aislamiento y rastreo de contactos, lo cual es la espina dorsal de la respuesta al virus.

“No se puede dar una pelea con los ojos vendados. No podemos detener esta pandemia si no sabemos quién está infectado. Por eso, tenemos un mensaje muy simple para todos los países: pruebas, pruebas, pruebas (testtesttest)”.

Hubo naciones que entendieron el mensaje e incrementaron drásticamente el número de pruebas. Por ejemplo, Reino Unido, que experimentó un despegue vertical de los fallecimientos por covid-19. El 28 de marzo, ese país registró su primer millar de decesos; cuatro semanas después, ya tenía 20 mil.

El 4 de abril, un día antes de que el primer ministro, Boris Johnson, ingresara en el hospital por contagio de coronavirus, el gobierno británico emprendió una campaña muy agresiva de pruebas para contener el brote. En menos de un mes pasó, de 10 mil pruebas al día, a 100 mil.

Hasta hoy ha aplicado 13.4 millones de ellas y logró meter en cintura los peores efectos de la enfermedad. En los 127 días que pasaron después de la aparición del primer caso de contagio, Reino Unido acumuló 40 mil fallecimientos. Pero desde entonces, en los últimos 67 días, van 6 mil 500. Es decir, la muerte por covid-19 se ha reducido drásticamente, en buena medida por las pruebas.

En el reporte más reciente, al momento de escribir estas líneas, el país europeo dio cuenta de 21 decesos, mientras que México tuvo 705. El 31 de julio, nuestro país superó al Reino Unido en fallecimientos para colocarse en el tercer lugar a nivel mundial. A diferencia de las naciones que sí atendieron el llamado de la OMS, México no hizo caso. Actualmente estamos en el lugar 40 por número total de pruebas y en el 150 —de una lista de 215 países y territorios— en cuanto a pruebas aplicadas por millón de habitantes.

En ese último rubro nos superan naciones como Zimbabue, Guatemala, Belice, Mauritania, Ghana, Jamaica, Bolivia, Ruanda, Irak, Botsuana, Marruecos, Gabón, El Salvador, Kirguistán, Líbano y Granada.

Aplicar tan pocas pruebas (apenas 8 mil 458 por millón de habitantes) ha tenido diversos efectos perniciosos, como elevar de manera artificial la letalidad (muertes por número de casos), que en México se encuentra hoy en 10.9%, contra 3.1% en Estados Unidos, 3.3% en Brasil y 1.9% en India, los tres países con mayor número de casos.

Además, aplicar pruebas predominantemente a quienes tienen síntomas arroja un índice de positividad cercano al 50%, que en los tres países mencionados arriba es de 7.9%, 22.7% y 8.9%. En los casos de Estados Unidos e India, el dato se encuentra dentro del parámetro de la OMS.

Aplicar tan pocas pruebas ha hecho que México no pueda anticiparse a la propagación de la enfermedad y se limite a atender a los enfermos. Ayer, la OMS lanzó un nuevo llamado a los países para evitar los contagios, cosa que México no ha hecho. Aquí el objetivo no es impedir que la gente se enferme, sino que no se saturen los hospitales.

El domingo, la Secretaría de Salud dio a conocer que en días recientes se ha mostrado una desaceleración de la transmisión de la enfermedad en seis estados del país: Baja California, Chiapas, Estado de México, Oaxaca, Sinaloa y Sonora. Lo que no dijo es que esas mismas entidades también muestran una disminución del número de pruebas.

El gobierno federal está peleado con la aplicación de pruebas igual que con el uso masivo de cubrebocas, dos medidas que sirven para contener los contagios y, con ello, evitar muertes. Excusas puede haber varias, realidad sólo una. Hacer más pruebas equivaldría a menos minutos de silencio.

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