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OPERACIÓN CICATRIZ URGENTE PARA GOBIERNOS DE RESULTADOS

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Por Juan Carbajal/@JA_CARBAJAL

Cada campaña electoral levanta su propia efervescencia, y sobre todo en los términos en que se desarrolla una elección de presidente municipal revela una peculiar situación entre la población, derivado de la cercanía entre los propios vecinos, amigos y familias que intervienen en ella.

Algunas veces las familias se dividen, en otras son los amigos y en las más es la población, dado que modelo democrático que se practica en México, gana quien obtiene la mayoría de los votos de los electores participantes, y en la mayoría de las ocasiones, el que obtiene el triunfo no es precisamente el representante de la mayoría.

Ahora en Hidalgo, este punto es aun más significativo, toda vez que, con los ajustes al código electoral del año pasado, en la mayoría de los municipios se presentaron entre 8 y 10 planillas, dispersando los pocos votos que se captaron, representando en su conjunto un mayor porcentaje que el propio ganador, dejando un área de oportunidad bastante amplia por las discrepancias ideológica, políticas, culturales y de representación.

Una vez concretado el proceso electoral y con la entrega de constancias de mayoría a las planillas que obtuvieron la mayoría de votos, se inicia un proceso que coloquialmente le llamamos “operación cicatriz”, y es el momento oportuno para que la presidenta o presidente electo muestren su capacidad política y liderazgo para acercarse a los liderazgos que no obtuvieron el triunfo.

En este tiempo, con especial interés, sobre todo considerando que la mayoría de los que encabezaron una formula en la contienda electoral, habrán de ocupar un espacio en el Ayuntamiento, lo que presupone un trabajo por demás interesante sobre todo en los municipios en donde la diferencia de votos fue menor, se dieron ataques directos, señalamientos o descalificaciones.

La utopía nos dice que los próximos ayuntamientos habrán de ser espacios de diálogo y propuestas para el beneficio y desarrollo de los municipios, pero la realidad nos dicta que debemos voltear a ver a los integrantes que llegaran por “representación”, personajes con aspiraciones truncadas, con propuestas desechadas y sobre todo con un posicionamiento opositor al gobierno en turno; en donde deberá surgir la astucia, inteligencia y sobre todo liderazgo de los presidentes municipales para que no sean las arcas municipales las mayormente afectadas en el proceso de “llevar la fiesta en paz”.

El gobierno municipal es un espacio en donde convergen las necesidades más apremiantes de la población, es en el municipio en donde se dirimen los conflictos entre los vecinos y los grupos más sensibles de la población; por lo que es primordial que a la brevedad posible se generen el diálogo y los programas que permitan a los grupos políticos en cada municipio encontrar los acuerdos que se necesitan para alcanzar un gobierno de resultados.

Los tiempos de Hidalgo son excepcionales, aquí se llevó a cabo la primera elección en plena pandemia por COVID-19, se eligieron 84 concejos interinos, por la suspensión de las elecciones, se superaron las “cuotas” de género por los partidos políticos y ahora se habrá de “experimentar” con la asignación de espacios de representación dentro de los ayuntamientos a los candidatos que no obtuvieron el triunfo.

El tiempo es corto y en cuestiones políticas más; sobre todo si consideramos que ya estamos inmersos en el proceso electoral federal, en donde se elegirá en solo unos meses a los diputados locales y federales; por lo que cobra especial importancia que tanto los partidos políticos, sanen sus heridas en el interior, como el que los propios presidentes y presidentas municipales electas, legitimen sus gobiernos con el trabajo armónico que el estado requiere.

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