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PRESIDENTES DE LA MUERTE, BAJO FUEGO REBELDE

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«En riqueza y poder, la mitad de la mitad…»

Por Samuel Cantón Zetina

Una de las lecciones que la pandemia deja sin siquiera haber terminado, es que los pueblos no pueden seguir siendo gobernados por inexpertos e incapaces.

De repente -cada vez más seguido- las cosas se ponen tan difíciles que no es posible afrontarlas con gente sin aptitudes para la política y el servicio público.

Con el COVID-19, se ha dado en España y México una situación similar: el mando supremo reclamó facultades extraordinarias, alegando que era indispensable.

Bajo la influencia de ese poder hay mayor infraestructura y recursos, y justificaba la cesión de competencias mientras dura la pandemia.

Pero en el fondo, y sin que pueda decirse, persiste en los epicentros de poder la antigua visión de suponer inferiores a los gobernantes de estados, provincias y municipios, y -entonces- desconfía de ellos sobre todo en momentos así.

Tienen bastante razón en ambos países: cada vez hay menos hombres y mujeres líderes.

Por supuesto, en mandos abajo no se admite, lo que en tiempos del coronavirus necesariamente desembocó en discrepancias, enfrentamientos y rupturas. 

En la Península Ibérica, desde un principio el presidente Pedro Sánchez, aunque pasándolo por la aprobación de los legisladores, tomó control de los recursos y facultades de las comunidades autónomas.

Aquí, con los poderes que le confiere y con los que no le confiere la Constitución, el presidente López Obrador asumió las riendas por completo.

Cuando todavía no caían los muertos de uno y otro lado del Atlántico, y no se hablaba de “costos políticos”, iba más o menos bien.

No ha nacido al que le guste que le resten poder.

Pero conforme pasó el tiempo, y los hornos crematorios dejaron de darse abasto, las CA en España, y los estados contrarios a MORENA en México, empezaron a batallar para que se les restituyeran aquellas potestades, lo que apenas ocurre en la tercera fase.

En la Madre Patria fue tal el choque de los ámbitos -de todos contra todos, porque 27 mil muertos son muchos para cualquier democracia- que desde las comunidades, calles y Congreso se exigió varias veces la dimisión de Sánchez.

La “nueva normalidad”, sin embargo, ya no convino a los poderes secundarios, al menos no en el punto en que les reintegraron sus báculos, porque los muertos ya se produjeron por miles -más de 10 mil, en México-, y ya no hay en los partidos y en los gobiernos voluntarios para cargar los ataúdes.

El fracaso de Sánchez da alas a importantes movimientos independentistas en Cataluña, Euskadi -País Vasco-, Galicia o Andalucía (estos dos últimos con Asamblea Nacional propia).

Y en México, media docena de estados de oposición del Noreste comandada por el neoleonés Jaime Rodríguez “El Bronco”, sube de tono su insubordinación, interpretando que también AMLO falló.

Sánchez y Obrador están entre los 7 primeros líderes con más muertos en sus naciones.

¿Para qué someterse ya al poder omnímodo de los centros?

Aunque para el caudillo, tiene éxito en la gestión de la crisis, si se mira desde los números de Gran Bretaña o Italia, con la mitad de nuestra población.

Esta vez, por cierto, el presidente no necesitó “de otros datos”.

Con los mismos se defiende…

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