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RITA GUERRERO POR SIEMPRE

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Foto especial

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Elvira Hernández Carballido

 

Fue el 11 de marzo de 2011 cuando ella murió, nació en Guadalajara, Jalisco, el 22 de mayo de 1964. Ya es inmortal gracias a su música. Sí, sus composiciones ya le dieron la eternidad. Rita Guerrero se sigue escuchando en todo antro, en diversos escenarios donde la buena música es inevitable y en los oídos de quienes seguimos evocando su voz y sus letras:

Veo una luz que rebasa mi muerte, siento el amor que me invita a ser fuerte. Y desde la esperanza, quiero mirar al otro lado de la noche. El árbol de la rabia, quiero gritar al otro lado de la noche. Buscar, buscando la luz detrás de esta mordaza, y de un nombre inventado, cuántos años han pasado, cuánto dolor anidado. Qué importa si ya nos han olvidado, que importan mis pasos en este mundo olvidado”. (Olvido)

Mujer honesta, santa y guerrera, enorme voz, soprano rockera oscura y gótica, pluma valiente y sincera, comprometida e inteligente. Mujer que profesó el teatro, la música, el amor y la amistad. Durante los homenajes póstumos que se le han hecho, cada amistad y colega no dejó de reconocer su calidad humana y musical. Artista prolífica. Vampírica y multidisciplinaria. Tapatía de nacimiento, fue una joven más que emigró a la ciudad de México para estudiar en la UNAM, donde formó parte del Centro Universitario de teatro. Fue en esos espacios que conoció a Pablo Valero, Poncho Figueroa y Jacobo Leiberman, con quienes poco después crearía el grupo “Santa Sabina”. Su creatividad, conocimiento e inspiración poco a poco le dieron estilo e imagen a su grupo que entre jazz y rock, entre lo gótico y el performance, tendencia underground, el teatro y lo místico, logró ganarse un lugar privilegiado en el rock nacional. Además de ser la fundadora, líder y vocalista del grupo, Rita fue la compositora de las canciones más significativas del grupo.

Un estilo que identifica a Rita Guerrero es la manera en que una misma temática la hilvana suave y finamente con otra más, de tal manera que puede llegar a confundirse el dolor de la muerte con el dolor de un amor no correspondido, que muerte y amor se convierten en sinónimos o que son palabras que parecen tener que ir unidas para que adquieran entre ellas mismas un significado común. De esta manera, se puede advertir que la formas en que en una de sus composiciones logra relacionar la muerte, posiblemente no física sino derivada del descontrol de emociones, con un amor no correspondido.

Esta angustia que me impide estar/ Sólo siento que me va a matar/ Si supieras cómo puedo amar…/ Y yo sólo puedo ver mi ansiedad hasta cuando va a parar, a acabar/ Me va a matar/ Trato de entender la vida/ Pero hay algo que me impide  continuar en este absurdo. (Miedo)

A simple vista, el reclamo amoroso es una constante en las letras de Rita Guerrero, pero es tal su creatividad que al revisar con más detalle su discurso, el amor puede ser la vida misma o la esperanza o la decepción. Su manera de tejer palabras para integrarlas en varias sensaciones permite que una de sus canciones pueda ser fondo musical de un mal amor, o de un país herido, o de una mujer que no se encuentra a sí misma.

Rita Guerrero. Por siempre santa / Foto especial
Rita Guerrero. Por siempre santa / Foto especial

Sueltas la línea/ El corazón es fiera herida/ Cierras los ojos/ Y el incendio no termina/ Derrumbar el amor/ Derribarlo en silencio/ Aprender que tu boca/ Es la puerta del miedo/ Descubrir que tu voz son los peces del viento. (Peces al viento)

Curiosamente la muerte fue un tema presente en sus composiciones. Y afirmo esto porque nadie esperaba que ella muriera tan joven pero al enfrentar la posibilidad de morir antes de los 50 años comprobó su fuerza y su certeza de que la muerte nunca pregunta edad ni pide permiso. La muerte fue un tema recurrente en su música, no como lamento sino como certeza inevitable.

De niño puedes ver la risa de Dios…/Mi tiempo es la quietud/ Estoy limpio para morir/ Aunque el miedo oscurezca el sol”.  (La risa de Dios)

En ocasiones sus letras parecen proféticas, el amor se confunde con la muerte intimidante y la muerte en el lamento más amoroso. En sus canciones hay siempre un reclamo, una advertencia y hasta una amenaza, donde el castigo puede ser el olvido, la muerte o el mismo amor.

Voy a morir para que guardes mi muerte con mis manos…/Tú me hiciste creer, abriste tus manos como un nido para guardar en ellas mi corazón/ Tú me hiciste creer, pasaste una mano por mis ojos para empañar la luz primera/ Y que ya nunca pudiera ver más nada que no fueran tus ojos…/ Como ahora ya no quieres nada ni arrebatarme el cuerpo ni ver mis ojos, ni guardar mi corazón, voy a morir”. (Lamento)

En las canciones de esta compositora mexicana hay un constante reclamo, puede ser por amar mucho o por no amar nada, por sentirse sola o por preferir quedarse sola, por no ser comprendida y por provocar ser incomprendida. Oscila entre lo que quiere y entre lo que no desea, pero nuevamente lo funde un solo discurso.

Tengo lo que más se parece al amor/  no sé si realmente es la soledad lo que llevo aquí…/ No me alcanza el tiempo/ Sólo necesitas abrir tu corazón/ Estás ahí y no te puedo tocar/  Soy fácilmente decepcionable, soy aire y polvo/  Me podría escapar/ Y no sentir más tus sueños/ Pero todavía no es suficiente lo que te tengo que soñar/ (No me alcanza el tiempo).

El reproche y la incertidumbre también inspiran a la compositora del rock. Si bien tiene la certeza de la imposibilidad amorosa al mismo tiempo exige que la persona amada diga de frente lo que siente, aunque sea un adiós o un ya no te quiero. No importa la decisión mientras se diga de frente porque lo reprochable es la huida, el silencio, la cobardía.

 Yo hablando y tú no estando. Yo te ablando y te endureces y hace tiempo que no veo,  que ni huelo, que ni te hablo. Porque tú no me has llamado y te has desaparecido. (Yo te ando buscando)

Las letras de Rita Guerrero jamás serán escuetas ni comunes, intentan metaforizar, interpretar su propia subjetividad, ser complejamente sensibles y sensiblemente profundas. Cuestionarse a sí misma y cuestionar al otro, al que se ama, al que se quiere olvidar, al que decepciona y al que se olvida. Nuevamente el reclamo amoroso está latente pero  cuestiona y reprocha con elegancia, con pasión, con un sentir auténticamente honesto y simbólico.

Qué extraña historia tienes que contar/ Qué caminos recorriste por pensar/ Laberintos, acertijos/ Me miras se que puede ser fatal/ Descender por esos abismos sin final/ Las preguntas son caudales/ Llévame ahí contigo/ Quiero estar en un viaje/ Que me lleve a comprender tú sin marcha, sin regreso. (Laberintos)

Pero la autora también tiene fe, aunque lo declare de manera cruda y fuerte, sensible pero dura. Por eso prefiere aceptar que necesita del otro en forma oratoria, donde pide con humildad pero con atroz honestidad que hay ilusión aunque se confiese de manera descabelladamente intensa.

Lléname de sangre/ Vaso roto, venas huecas/ Déjame desnuda: cuerpo vacío/ Dame un cuerpo nuevo/ Nueva vida/ Manos nuevas/ Limpia la esperanza: brillo del cielo”. (Plegaria)

Y también confiesa su fragilidad, esos temores que paralizan y que mortifican. Nuevamente el amor y la muerte parecen ser sinónimos, parecen ser palabras que si no van juntas no tienen significado pero se convierten en reto, destino y fuerza. En varias composiciones relaciona la muerte, posiblemente no física sino derivada del descontrol de emociones, con un amor no correspondido. Las canciones de Rita delatan una verdadera filosofía de la vida cotidiana, del sentir humano, del alma femenina.

Tus recuerdos llegan hasta aquí/Ya no hay más/ Tus latidos vienen desde ahí/ Ya no estás/ Y mi cuerpo busca tu calor/ Nada más/ Son tus latidos/ Estás vivo/ Estás cerca/ No te olvido/ Mi cuerpo busca tu calor/ Estoy viva/ Estoy cerca/ (No me olvides)

 

 

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