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SEMÁFORO VERDE, ESE ESPEJISMO

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En un gobierno que parece seguir apostando por la inmunidad de manada —es decir, que se contagien los que se tengan que contagiar y se mueran los que tengan que morir—, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, hace la diferencia. De entrada, es el único miembro del gabinete que no se siente cohibido por la evidente aversión que tiene su jefe al cubrebocas. Mientras que otros funcionarios no lo usan o lo usan cuando no están en compañía del Presidente, Moctezuma no sólo lo lleva puesto en las conferencias mañaneras en Palacio Nacional a las que lo invitan, sino que no se lo quita cuando hace uso de la palabra.

Hace bien. Como me dijo hace unos días en Imagen Radio el doctor José Luis Jiménez, especialista en aerosoles de la Universidad de Colorado, para evitar una posible transmisión aérea de coronavirus en lugares cerrados —el principal medio de contagio, según las más recientes investigaciones científicas—, es importante que todos los presentes usen cubrebocas, pero más aún quien está hablando.

Sin embargo, la actitud responsable del titular de la SEP va más allá. Recordemos que aun antes de que se decretara la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia, Moctezuma ya había ordenado la suspensión de clases por el covid-19.

Por esos días, el subsecretario de Salud, López-Gatell, decía que no había que adelantarse a cerrar las escuelas, pues era mejor esperar a que muchos niños se contagiaran para conseguir “la máxima utilidad de la intervención” (14 de marzo). Por fortuna, Moctezuma hizo oídos sordos y las clases se suspendieron el 20 de marzo. Quién sabe qué habría pasado de haber sido López-Gatell en quien recayera la decisión.

A lo largo de los últimos meses, la decisión de cuándo reanudar actividades académicas se ha guiado por la realidad. En ningún momento se ha forzado el regreso a las aulas porque se intuye que una precipitación podría dar lugar a nuevos brotes de la enfermedad, como ha sucedido en otros países.

Ayer, en la presentación del acuerdo entre la SEP y las televisoras para transmitir contenidos educativos a distancia a partir del lunes 24, en el inicio del ciclo escolar 2020-2021, Moctezuma dijo que no habrá un retorno a las aulas hasta que el semáforo epidemiológico esté en verde. Por ahora, “no es posible ni prudente”, afirmó.

Aunque aún hay que resolver todos los detalles sobre cómo funcionarán las clases por televisión, cómo asegurar que los alumnos asimilen el conocimiento y cómo evaluar el aprendizaje, queda claro que la SEP está haciendo lo que puede dada la situación actual. Y tener el acompañamiento de las televisoras es, sin duda, un gran logro. 

Pero aquí debemos detenernos a pensar que, en más de dos meses de “nueva normalidad”, el semáforo epidemiológico siempre ha estado en rojo o en naranja. Ahora mismo, la mitad de las entidades federativas está en un color y las demás en el otro. Incluso algunos estados que han estado en naranja han tenido que volver al rojo. Ninguna entidad ha estado siquiera en amarillo.

¿Cuándo pasaremos al verde? No parece que vaya a ser pronto. De acuerdo con la proyección más reciente que ha publicado el matemático Arturo Erdely, para el 19 de agosto llegaremos al pico de transmisión —ése que López-Gatell pronosticó para los primeros días de mayo— y para el mes de octubre todavía andaremos en alrededor de 5 mil casos nuevos de contagio al día.

No vamos a llegar al semáforo verde por generación espontánea o por suerte. Para llegar allí en un plazo razonable habría que implementar medidas específicas.

Ayer le contaba aquí que la investigación científica sobre cómo se transmite y se replica el coronavirus ha seguido avanzando y ahora se considera, por parte de muchos especialistas, que la vía aérea de contagio es la más importante.

Tomar eso en cuenta implicaría aprovechar estos días en que los niños no están en las escuelas para mejorar la ventilación de las mismas, un punto clave para evitar infecciones en lugares cerrados. Pero si el gobierno federal ni siquiera quiere recomendar el uso masivo de cubrebocas, ¿qué podemos esperar?

La política oficial ha convertido el semáforo verde en algo inasible. Mientras más cerca dicen que está, más alejado se encuentra.

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