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UN MUNDO SIN MERKEL

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Mientras el mundo estaba pendiente de los preparativos de la toma de posesión de Joe Biden en Estados Unidos –con su ciudad capital controlada por militares para evitar manifestaciones violentas–, Alemania, la cuarta economía del orbe, daba un paso decisivo en el proceso para reemplazar a Angela Merkel, quien este año dejará el cargo de canciller, por voluntad propia, después de 15 años.

El retiro de Mutti, como llaman cariñosamente a Merkel, no será sencillo de digerir. Un porcentaje importante de alemanes no tiene recuerdo de otra persona en la cabeza del gobierno que no sea ella y muchos de los que sí, ya están acostumbrados a la serenidad de la canciller y la estabilidad que ha dado al país y a la Unión Europea.

Por si fuera poco, el año pasado fracasó el intento de promover a una mujer como sucesora –Annegret Kramp-Karrenbauer, quien tuvo que abandonar sus aspiraciones políticas, luego de una serie de controversias– y eso ha hecho que sólo haya hombres en el campo de quienes tienen posibilidades de quedarse con el cargo.

El pasado fin de semana, la Unión Cristiano Demócrata (CDU, el partido de Merkel) renovó su dirigencia en un congreso virtual que había sido pospuesto por la pandemia. El ganador fue Armin Laschet, primer ministro de Renania del Norte-Westfalia (capital: Düsseldorf) el estado federado más poblado del país. Laschet derrotó al favorito de la contienda, el empresario conservador Friedrich Merz, quien ya había buscado el puesto en 2018 y lo había perdido ante Kramp-Karrenbauer. El pasado sábado, Laschet ganó la votación entre los delegados de la CDU por un estrecho margen.

Aunque Merkel vio triunfar a su favorito, no es aún un hecho que él vaya a ser el candidato a sucederla en los comicios generales del próximo 26 de septiembre.

Para poder encabezar la lista electoral de la coalición de gobierno –y así aspirar a convertirse en el próximo canciller de Alemania–, Laschet aún tendrá que derrotar al popular primer ministro del estado de Baviera, Markus Söder, precandidato de la Unión Social Cristiana (CSU), el ala bávara de la CDU, de la que el propio Söder es dirigente.

La CSU pocas veces ha logrado que uno de los suyos sea el candidato a canciller federal por parte de la coalición. Lo más común es que el aspirante provenga de la CDU. Una de las excepciones fue Franz Josef Strauss, líder histórico de la CSU, quien alcanzó la candidatura en 1980, sólo para perder la elección contra los socialdemócratas de Helmut Schmidt.

Strauss (1925-1988) solía decir que en Alemania no había nadie más a la derecha que la CSU. “Después de nosotros está la pared”, bromeaba. Sin embargo, una parte de la coalición ahora está preocupada por la deserción de votantes conservadores hacia la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Y ahí es donde puede decidirse la candidatura.

La coalición de gobierno está dividida entre quienes quieren mantener las políticas de centro de Angela Merkel y quienes proponen un viraje a la derecha. Laschet representa la primera opción y Söder, la segunda. En las encuestas, Söder tiene una ventaja sustancial, sobre todo por las medidas que ha adoptado para el control de la epidemia de covid.

No obstante, Laschet tiene fama de ser siempre descartado por los observadores de la política y, al final, sorprender a todo mundo. Aun así, es percibido como poco ambicioso y gris. Es partidario de integrar a los migrantes en la sociedad alemana. También defiende la política económica de centro que ha impulsado Mutti y es profundamente europeísta. Sus detractores dudan que tenga las capacidades de negociación de Merkel, que han logrado mantenerla en el poder por tres lustros.

Alemania y el mundo se han acostumbrado al estilo de mando y la presencia de la canciller alemana, pero también es cierto que hay fuerzas de cambio que buscan llevar a Alemania en otra dirección.

La suerte de Laschet podría definirse en marzo entrante, cuando se celebren elecciones regionales en su estado. Un triunfo holgado de la CDU aumentaría sus posibilidades de representar a la coalición en septiembre y sustituir a Merkel. Lo contrario abriría la puerta a que Söder, quien ha trabado una inusual alianza de su partido con los Verdes, se convierta en el próximo canciller.

Por la importancia geopolítica de Alemania, vale la pena estar atentos a este proceso.

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