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VIENTOS DEL APOCALIPSIS

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«Solo somos una raza de primates en un planeta menor de una estrella ordinaria»

Stephen Hawking

Por Samuel Cantón Zetina

¿Qué pasa?

No hay quien conozca la respuesta.

Dicen que hay dos formas de ver la vida: desde la perspectiva científica, o desde un punto de vista religioso.

Bueno, pues no deja de ser interesante echar una mirada al Apocalipsis, el último libro de la Biblia, donde se habla de 7 plagas finales que caerán sobre la Tierra al final de la presente era.

Por el siniestro reflejo que de ellas vemos en algunos acontecimientos de nuestros días.

Las desgracias dan cuenta de la ira de Dios por los pecados de la Humanidad.

Siete sellos, siete trompetas y siete últimas plagas describen los eventos proféticos.

Los primeros 4 sellos son también llamados los 4 jinetes del Apocalipsis; los primeros 5 representan las consecuencias del comportamiento inmoral de la especie, y en el sexto “morirá un tercio de la población”.

Dios ha de querer que estemos lejos de un desenlace así.

En la primera plaga -se dice- “vendrá una úlcera maligna y pestilente que causará dolorosas llagas a los hombres…”

Hace más de  3 mil años, la lepra fue tomada como maldición de dioses y castigo del pecado.

Con la segunda, “el mar se convertirá en sangre y hará que toda la vida en él muera”.

Aquí podemos pensar en el terrible deterioro ecológico, en el cambio climático, derrames de petróleo no rojizos pero sí negros, y en la mortandad de peces.

En la tercera, los ríos y las fuentes de agua se convertirán en sangre.

Contaminación de los ríos de cuyos afluentes se toma el agua para enviarla  “potabilizada” a los hogares tabasqueños, no en tonos sanguinolentos pero sí en colores verde pantano y café excremento.

Con la cuarta, “el sol se calentará tanto como para quemar a los hombres con fuego”.

¡Como anillo al dedo! El calentamiento global, y tal vez el amago de explosión de principios de semana del volcán Popocatépetl, con probable expulsión de gases y lava.

Con la quinta, el castigo incluirá oscuridad, dolores y llagas.

¿Polvos del desierto pueden sumir en las tinieblas a los pueblos?

La sexta secará el río Éufrates.

Y la séptima consistirá en relámpagos y voces y truenos, “y un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra”.

El martes, parte del territorio patrio, incluido Tabasco, se columpió no tanto como para que desapareciera la raza, aunque sí espantosamente.

No viene mal orar y reflexionar.

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