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VIGGIANO Y ROJO, SINÓNIMOS DE LOS CACICAZGOS QUE BUSCAN RENACER

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*  Más que hablar de crisis de partidos, hay partidos en crisis por la prevalencia de personajes que insisten en no soltar la ubre del poder; tanto en la izquierda como en la derecha, los principios salen sobrando y representantes de esquemas que se pensaban superados, insisten en volver a los primeros planos, ignorando que el electorado y el país ya cambiaron

Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010

Especial de Expediente Ultra

Se pone de moda, con frecuencia, postular de forma «academicista» que «hay crisis de partidos políticos». Y a eso se añade que «tenemos la democracia en peligro».

Quizá no hay -no precisamente- «crisis de partidos» sino «partidos en crisis». Cada uno con sus particulares problemas. Cierto: quizá algunos desaparezcan de muerte natural después de junio y otros sobrevivan. Y el año próximo el INE oficiará el parto de otros más.

El pluripartidismo es un fenómeno europeo del que nos contagiamos en los últimos tiempos. Fue un contagio, ciertamente, financiado con fondos oficiales. «Pues así, cómo no», solía decir mi tía Armida. ¿Sin el presupuesto del INE habría tantos partidos en la papeleta del seis de junio?

Tal vez sí, pero nos ahorraríamos unas centenas de miles de millones de pesos para gastarlos en otra cosa -salud pública quizá- y otro tipo de líos.

El financiamiento oficial sirve, además de llenar los bolsillos de políticos de pacotilla, para retumbantes expresiones de fariseísmo insufribles. ¿Qué partido dijo en tono solemne: «Destinaremos el 50 por ciento de nuestro presupuesto para atender la pandemia»?, y hasta el momento no ha soltado ni medio centavo.

EL ORIGEN DE LA CRISIS PARTIDISTA

Veamos de dónde vino eso: En 1996, en la calle Barcelona de la colonia Juárez tuvieron lugar negociaciones de la oposición con enviados especiales del presidente Zedillo que concluyeron con reformas legales, mismas que liquidaron el sistema político vigente desde 1929.

No fue miel sobre hojuelas. Las resistencias fueron fuertes, pero finalmente se logró el objetivo: elecciones libres, votos contados. El gobierno como receptor y ejecutor de la voluntad expresada en las urnas. En otras palabras: la muerte del sistema priista.

Quedó, eso sí, un partido con tres colores y con el título oximoronesco: «Partido Revolucionario Institucional», pero solo uno más en el juego de partidos. Nunca más se proclamaría ganador a sí mismo, sino que los votantes lo harían, igual que con los demás partidos.

Pero -siempre hay uno- con la iniciativa en las cámaras, el PRI peleó con denuedo el financiamiento oficial. El líder de la mayoría en San Lázaro, Humberto Roque Villanueva, reveló el «leit motiv»: «Está de por medio la viabilidad del partido».

Para decirlo en forma entendible para el pueblo llano: Al PRI podría pasarle lo que a los galanes ricos: Sin dinero perdería todo vestigio de «sex appeal».

PAN y PRD se opusieron y cuando les llegó la primera ministración, el PAN devolvió una parte en cheque a la Tesorería de la Nación. El PRD «formó un fideicomiso» para obras sociales. Para la segunda, el blanquiazul había perdido la chequera y el PRD ya no se acordaba de ningún fideicomiso.

Así que en adelante, los conflictos internos de los partidos ya no fueron tanto materia de «discrepancias doctrinales» sino, por un lado, los intereses creados de una burocracia creciente y por otro, la tajada para cada una de las campañas electorales en curso.

Eran –son, pues– objeto de codicia lo mismo camionetas de lujo, oficinas delicadamente decoradas, equipos de asesores y asesoras, viáticos generosos…

Nada de andar a la caza de patrocinadores, de colectas solidarias entre militantes. Todo a cargo del erario.

LA IZQUIERDA QUE SE MUDÓ A POLANCO

Pudimos ver a viejos comunistas –y partidos similares, lo mismo pero igual de caro– abandonar cafetines del Centro Histórico para ir a refinados restaurantes de Polanco a discutir los principios del partido. El carísimo figón español «DO» de la calle Masarik, donde una botana de 100 gramos de jamón ibérico se cotiza en unos 900 pesos, aceptó como parroquianos cotidianos a quienes apenas pocos años atrás gritaban en avenida Reforma contra «los malditos burgueses explotadores».

Era pues, el riesgo de la naciente democracia: «Concesiones indignantes», diría el escritor rojillo Jean Paul Sartre.

Perder el registro significa ahora, no precisamente una crisis partidista, sino una crisis matrimonial/familiar: «¡Cómo que seremos pobres otra vez!» clamarán la consorte y los malcriados hijos al unísono. (Ya no digamos el segundo, tercer «frente»).

En suma: El caldero de los partidos hierve cada vez que hay gritos de inconformidad, tanto por el reparto del presupuesto como la distribución de candidaturas.

Morena lo hizo en 2018 por medio de «tómbolas», ahora por reparto negociado por los Superdelegados: éstos se despachan primero, lo que quede –si queda– para los grupos locales.

Hace tiempo que son famosas las cenas en salón de lujo de un hotel de la colonia Cuauhtémoc, de los que parten el queso en el PT, compadres de grado del jefazo de Corea del Norte, el cachetoncito Kim Sung On

Pero nunca hay suficiente dinero. El problema es no cuidarse de filmaciones furtivas, como le sucede a Pío (Raro nombre de Papa) López Obrador, pero tiene la fortuna (¡en muchos sentidos!) de tener hermano solidario que define la verdad asentada: «No son dádivas, son aportaciones».  Y Pío tiene el privilegio de ¡darse por ofendido!

Y es que el dinero provenía del gobierno de Chiapas, en manos del PVEM, en donde por cierto ahora se hacen los remolones con la «reforma energética».

La democracia da para todo, siempre y cuando se consigan los votos.

Cuando Miguel de la Madrid llegó a la presidencia de la República, nombró a su cuate Adolfo Lugo Verduzco presidente del PRI.

Era de. digamos, «alcurnia revolucionaria», aunque no mucha.

ROJO GÓMEZ Y LA HIJA DE INOCENCIO LUGO, ALUMBRAMIENTO DE UN CLAN

Carlos Fuentes. en su novela «La muerte de Artemio Cruz» reveló la fórmula por medio de la cual los «revolucionarios” accedieron al nivel de «gente decente». Había no pocas chicas de familias porfirianas en la inopia al tiempo que revolucionarios a la busca de esposa «con pedigree».

«Me das lana y te doy clase; te doy clase y me das lana». Así pues, Javier Rojo Gómez aprendió a comer con tenedor y cuchillo mediante el matrimonio con la hija del rico hacendado español Inocencio Lugo.

De esa unión surgió un cacicazgo que las mandó cantar por varios sexenios en el estado de Hidalgo.

Lugo Verduzco, por imposición de su madre, se educó en colegios confesionales. En el PRI hacían como que se escandalizaban. Pero pretendían ignorar que la primera dama de un presidente que era general revolucionario ordenó colocarle pantaletas a la estatua de la «Diana Cazadora».

Jorge Rojo Lugo fue compadre de José López Portillo, quien lo mandó de gobernador, para colocar unos millones de dólares más a su cuenta en Suiza.

Después, Lugo Verduzco hizo lo propio.

Y el cacicazgo fundado por el revolucionario Rojo Gómez se desmadejó, un presidente municipal de Pachuca, Ladislao Castillo Feregrino favorecido por los Rojo Lugo/Lugo Verduzco, años después de ser alcalde de la capital hidalguense, fue a la cárcel, como que los leones revolucionarios ya no rugían mucho.

Eso sucedía todavía cuando aún no se vislumbraba el ocaso del viejo (es decir: el auténtico) PRI.

En estos precisos momentos, una señora que se jacta de tener sangre rojoluguiana –además de posible estirpe prehispánica, sujeta a verificación aún pendiente– muestra intenciones de revivir las glorias cacicazgo-familiares.

Esa monumental tarea la emprende Alma Carolina Viggiano Austria, en estos momentos Secretaria General del comité nacional del PRI.

Ha sido diputada federal tres veces y fue la segunda mujer en colocarse en la cúpula del comité estatal del tricolor.

Después del desastre priista en 2018, formó mancuerna con el gobernador con licencia de Campeche, Alejandro (“Alito” para los cuates) Moreno Cárdenas para hacerse cargo del vapuleado partido.

En otras palabras: tomar en sus manos la «recuperación» del PRI, que en estos momentos forma parte de lo que despectivamente, en épocas de gloria, los priistas denominaban «la chiquillada».

Eso implica un duro trabajo en todo el país. Pero, curiosamente, a menos de tres meses de los comicios, Alma Carolina está dedicando todas sus fuerzas para hacer giras por el estado de Hidalgo y nada más.

Anda recorriendo poblados, platica con gente y forja alianzas, según reportan desde diferentes puntos de la entidad. Eso no ha gustado, precisamente, a su compañero de partido y gobernador del estado, Omar Fayad Meneses.

Ni Alma Carolina lo ha buscado ni tampoco Fayad a ella, la que continúa con un periplo improvisado, en donde se ha encontrado con caras poco amigables de mujeres priistas, quizá estimuladas desde Palacio de Gobierno en Pachuca.

Lo que busca Omar Fayad es quizá «nivelar los cartones», con miras a la sucesión en la gubernatura en 2022.

VIGGIANO Y JORGE ROJO, EL RENACER DE LOS CACICAZGOS

Pero el asunto no para ahí. La febril actividad de Viggiano ha suscitado resentimientos de grupos locales en Tepehuapán y Francisco I. Madero, territorio que reclama para sí la senadora Nuvia Mayorga, y en Mineral de Reforma, donde Israel Félix hace valer su triunfo en las municipales por encima de una prepotente Morena, a la que hizo morder el polvo.

Para poner alabarda sobre aparejo, Viggiano no asistió al informe de la presidenta del PRI estatal, Erika Rodríguez –futura candidata a una diputación oficial–, porque en ese día y esa hora tenía programada una cabalgata.

Ha llevado las cosas a tal grado que, entre los miembros de la alianza electoral «Va por México», «la ideología pueblerina no comprende la vida citadina y menos la misión a nivel nacional».

Tal vez es una forma de mandar decir a la Secretaria General del comité nacional priista que tiene ante sí una enorme tarea por desarrollar a lo ancho y lo largo del país, para que se reduzca en estos momentos a pasar por pueblos como Francisco I. Madero.

En estas circunstancias, tanto en el comité nacional del PRI como en círculos priistas de Hidalgo, se preguntan acerca de quiénes convencieron a Viggiano de realizar estas giras y abandonar al resto del país, que requiere de la presencia de los dirigentes nacionales en momentos críticos.

Se especula, además. que tiene la idea de renunciar a la Secretaría General después de las elecciones para dedicarse por completo a su proyecto en Hidalgo.

Por lo pronto, un Rojo—Jorge—ha resucitado en la vida política hidalguense. ¿Será el desestabilizador de emociones y de sueños políticos de muchos?

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