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ADÁN AUGUSTO, “CORCHOLATA” ABOLLADA

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* La confianza se gana y la 4T ya la perdió

* AMLO la buscaría en Coahuila

POR FRANCISCO RODRÍGUEZ

 Imagine usted la escena en el sobrio despacho principal del añoso palacete de los Covián, allá en lo que fuera el capitalino Paseo del Virrey de Bucareli:

— Tiene que salir a hablar con esas mujeres que reclaman a sus hijos desaparecidos, señor secretario –le habría dicho uno de sus asesores a Adán Augusto López.

— No sé, tengo mis dudas –habría sido la dubitativa respuesta del tabasqueño que, a poco de haber sido traído del Edén al que mal que bien gobernaba, ya había levantado la mano (o se la habían levantado) como “corcholata” por el mismísimo “destapador” Andrés Manuel López Obrador.

— Acuérdese, señor, que Miguel Ángel Osorio Chong salió de sus oficinas a dialogar con un grupo de airados politécnicos –continuaría el interesado consejero, sólo para ser abruptamente interrumpido por este otro López de Tabasco.

— Y así le fue a Osorio, jejejeje –atajaría con sorna el titular de Gobernación–, ya ves, por más que le hizo la lucha, por más que grabó las llamadas telefónicas de quienes también aspiraban y a muchos otros, por más dinero sucio que le recaudó su oficial mayor… ¡no fue el candidato presidencial! Le ganó José Antonio Meade.

Y tras muchas palabras más con las que el asesor trataría de vencer las inseguridades de su contratante, finalmente éste accedió.

Se habría puesto el saco, se miraría en uno de los grandes espejos que cuelgan de las paredes, ajustaría su corbata y, aún nervioso, enojado por lo que le pedía hacer, echaría a caminar hacia la salida de las instalaciones por la calle Abraham González, donde un nutrido grupo de madres y familiares de las decenas de miles de desaparecidos que hay en México protestaban desde varios días atrás.

La confianza se gana sirviendo

Dejemos de lado la imaginación –que, parafraseando a los jóvenes contestatarios parisinos allá por 1968, algún día llegará al poder— y asomémonos a la cruda y fea realidad:

Apenas puso pie en la banqueta, ya afuera de la otrora poderosa y hoy muy venida a menos Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López fue rodeado por la multitud.

Las mujeres, principalmente, gritaban. Las grabadoras de los colegas de los medios de comunicación apenas si podían recoger fragmentos de lo que se decía.

Con todas las de la ley, pues la Constitución ampara su derecho de petición, exigían una audiencia formal para analizar las denuncias que presentó en contra ellas la titular de la CNDH, la antifeminista Rosario Piedra Ibarra.

Y es que, después de todo el sufrimiento que han tenido que soportar por la desaparición de sus familiares, ahora son apaleadas por las instancias de un gobierno que está obligado a servirlas.

Y la respuesta del secretario a la demanda de esa madre afligida y desesperada.

— Usted no se preocupe por eso…

Y como las mujeres seguían gritando sus exigencias, este otro López preguntó:

— ¿Usted confía en mí?

— Pues la verdad yo no confío en nadie –le respondió la mujer.

Y entonces vino la respuesta ríspida, ya también desesperada del secretario de López Obrador:

— ¡Pues yo tampoco confío en usted!

Cero político el encargado de la política interna. El responsable de dialogar para llegar a consensos no dialoga, grita.

La confianza, don Adán Augusto, e la esperanza de que algo se desarrolle conforme nuestras expectativas.

Así las cosas, debido a sus desplantes –qué le hace que me castigue o no el INE, dijo palabras más o menos recientemente, al fin que ya lo van a desaparecer–, a su escasa sensibilidad ante el dolor ajeno, aunque como “corcholata” lo “destapara” AMLO, usted ya parece estar cada vez más cerca de salir de la confianza popular.

Y ya sólo quienes reciben las migajas de las llamadas “ayudas” sociales esperan… el próximo depósito en la tarjeta.

Ojalá nunca se les acabe.

Los demás ya no confiamos en un gobierno ni en quienes lo integran.

El sábado, en Colima, el actual Presidente de la República lo vivió en carne propia. Lo abuchearon decenas de personas, las cuales abandonaron el evento al cual les habían “acarreado”.

No han cumplido en nada.

Antes, todo lo contrario.

¿No cree usted?

Indicios

Ayer por la mañana, un par de horas de entregar a los editores esta colaboración, el Presidente de la República anunció que probablemente haría una visita relámpago a Coahuila, precisamente al lugar del pozo minero siniestrado a media semana, para estar con los familiares de los mineros atrapados en el socavón. Buscaría así recuperar la confianza y la popularidad perdidas, pues antes no había acudido al sitio de ningún evento donde hubiesen acontecido desastres. * * * Hay quienes, como Manuel Bartlett Díaz, tal vez pudieran ir a Estados Unidos con un pasaporte diplomático, pero estaría muy difícil y cuestionable que lo dejaran regresar. En pocas palabras, puede entrar pero no puede salir. Otros, en cambio, ya ni siquiera pueden entrar pues el vecino del norte les cerró las puertas, aunque no se sabe si, como en el caso del neoleonés Ildefonso Guajardo, sea temporal o definitivamente. Las disputas comerciales entre los dos países son la causa: los gringos le retuvieron visa y pasaporte. Guajardo, recuérdese, encabezó formalmente a la delegación mexicana que negoció el T-MEC, aunque en realidad era Luis Videgaray quien tenía línea directa con la Casa Blanca para ese y otros propósitos. * * * El presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas (Confraternice), Arturo Farela Gutiérrez, recién acusó a la jerarquía de la Iglesia Católica de querer “incendiar el país”. Esto a raíz de las también recientes cuatro acciones a las que los fervientes de esa fe fueron convocados en la Jornada de Oración por la Paz celebrada los últimos 20 días del pasado julio. Y tal fue consecuencia del constante asesinato de sacerdotes que, como el 99% de los crímenes, han quedado impunes, en buena medida por las estúpidas acciones de las últimas tres administraciones federales y que han ido desde “la guerra al narcotráfico”, de Felipe Calderón; el ocultamiento de delitos en medios de comunicación, de Enrique Peña; hasta la poética, pero del todo inútil “abrazos y no balazos” en el actual sexenio. Estúpidas, por la carencia de inteligencia –vigilancia, análisis de información, procesamiento de datos— y también de la otra. Pero lo que en realidad quiere el dirigente de Confraternice –quien le prometió a AMLO cientos de miles de votos en el 2018 y no pudo cumplirle– es que su hijo Josué Farela sea diputado federal, ganándose la voluntad del “destapador”.

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