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EL CLUB DE LOS ADELANTADOS

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Por Víctor González Herrero / @VicGlezHerrero

En política, el tiempo lo es todo. Y en Hidalgo, los tiempos todavía no son de sucesión gubernamental. Apenas se cumplen tres años de la administración de Julio Menchaca Salazar y, mientras el gobierno estatal avanza con un ritmo constante en la consolidación de proyectos clave, ya se asoman algunas voces y grupos que pretenden adelantar la contienda electoral. Se trata de actores que, con prisa y ansiedad, buscan instalar un tema que no corresponde a este momento preciso. Son los llamados “adelantados”, que intentan distraer de lo fundamental: el trabajo cotidiano del gobierno y la transformación de fondo que vive el estado.

Ese apresuramiento no es ingenuo. Responde a intereses que no siempre están alineados con la ciudadanía. Hay quienes, sin cargo en el gobierno, sin responsabilidad pública y sin arraigo real en la sociedad, quieren abrir prematuramente la carrera sucesoria. Lo hacen porque saben que, en la obra de gobierno, en la implementación de políticas públicas y en la cercanía con la gente, el liderazgo de Julio Menchaca se encuentra bien posicionado y con resultados que marcan diferencia. Si no logran instalar un tema alterno, corren el riesgo de quedar en la irrelevancia.

La narrativa de los adelantados se resume en una idea: correr antes de tiempo. Pero en el ejercicio del poder, la prisa rara vez es buena consejera. Los tiempos políticos se construyen con base en resultados, confianza social y mucha madurez institucional. Hidalgo está todavía en la etapa de consolidación de una transformación que comenzó hace apenas tres años y que necesita continuidad en la gestión, concentración en la tarea y disciplina en la agenda pública.

El gobernador ha sido claro: no hay cabida para distracciones. La instrucción a su equipo ha sido mantener la atención en los temas sustantivos: la educación, con programas de inclusión y apoyo a la formación docente; la salud, con la modernización de centros de atención y una mayor cobertura en comunidades rurales; la infraestructura, con proyectos viales, hidráulicos y sociales que generan empleo y mejoran la calidad de vida; y el desarrollo económico, que con nuevos corredores industriales y proyectos de inversión coloca a Hidalgo en el mapa de la competitividad.

El contraste es evidente. Mientras algunos actores políticos se mueven en la especulación y el futurismo, el gobernador trabaja en hechos concretos: inaugura obras, entrega apoyos sociales, revisa avances en campo y mantiene un contacto directo con las comunidades. Esa diferencia entre quienes gobiernan y quienes solo buscan reflectores es la que marca la política de fondo. Gobernar no es adelantarse: es concentrarse en cumplir.

Es importante subrayar que los intentos por instalar la sucesión no surgen de dentro del proyecto estatal, sino de afuera. Son grupos externos los que, con prisa, intentan condicionar la conversación pública. Se trata de estrategias que buscan desgastar al gobierno, provocar divisiones o generar dudas. Pero frente a ello, la respuesta ha sido institucional: el gobierno mantiene el paso firme, se concentra en sus objetivos y deja que sean los resultados los que hablen.

El tercer año de una administración es siempre el punto de equilibrio. Por un lado, se ha dejado atrás la etapa de arranque y ya existen proyectos palpables; por otro, aún hay margen suficiente para profundizar las acciones y entregar resultados mayores.

Es justo en este punto donde el gobernador Julio Menchaca coloca su atención. Lo hace con un estilo sobrio, austero y directo: sin estridencias, pero con claridad de rumbo. Es momento de iniciar la construcción del legado histórico.

La ciudadanía sabe leer esa diferencia. El pueblo hidalguense, que apostó mayoritariamente por un cambio en 2022, no se confunde con los cantos de sirena del futurismo electoral. Reconoce que lo importante es mantener la estabilidad política, la eficiencia gubernamental y la continuidad en los proyectos sociales. Adelantar los tiempos sería, en realidad, una forma de debilitar lo alcanzado.

Conviene recordar que las elecciones se ganan con trabajo y credibilidad, no con prisa ni con ruidos mediáticos. Y la mejor carta de presentación de un gobierno es su trabajo. De ahí que el verdadero desafío en este momento no sea discutir nombres o perfiles, sino garantizar que los programas sociales lleguen, que las obras se concluyan, que la economía crezca y que las instituciones funcionen con transparencia.

La política es, también, un ejercicio de paciencia. Saber esperar los tiempos adecuados es una forma de demostrar madurez. Quien se adelanta se desgasta; quien mantiene la calma, se fortalece. Y en Hidalgo, el gobierno se concentra en lo suyo: gobernar con resultados.

Es inevitable que, llegado el momento, la sucesión estatal sea tema central. Pero hoy todavía no lo es. Hoy el foco debe estar en consolidar la transformación que está en marcha. El calendario político tiene su propio ritmo, y adelantarse solo refleja ansiedad, no liderazgo.

En los engranes de poder, la disciplina, la prudencia y la constancia son más valiosas que los pasos apresurados. Porque los tiempos siempre llegan, y cuando lleguen, será con un estado más sólido, más ordenado y con más logros que mostrar.

Al tiempo.

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