Inicio Columnas EL NUEVO DESTINO QUE HIDALGO QUIERE SER

EL NUEVO DESTINO QUE HIDALGO QUIERE SER

990
0

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 50 segundos

Por Víctor González Herrero / @VicGlezHerrero

Algo curioso pasa con Hidalgo: se encuentra dentro de la Zona Metropolitana del Valle de México, y sin embargo, se conoce poco e históricamente lo han subestimado demasiado. Sin embargo, hoy el estado comienza a mover sus engranes con fuerza. El turismo, que alguna vez fue un rubro decorativo en los planes de desarrollo, se está consolidando como eje estratégico de crecimiento económico, conservación del patrimonio y fortalecimiento comunitario.

En la pasada Semana Santa (abril 2025), Hidalgo rompió récord: más de 1.6 millones de visitantes y una derrama económica de 845 millones de pesos. No es casualidad. Es el resultado de una apuesta bien dirigida, que empieza a dar frutos. Pero aquí no se trata solo de aplaudir cifras. Se trata de cuestionar: ¿cómo podemos consolidar a Hidalgo como una potencia turística real, sostenible, reconocida internacionalmente, sin perder su identidad?

Hidalgo presume con razón sus 9 Pueblos Mágicos, lo que lo coloca entre los estados con mayor concentración del país. Huasca, Real del Monte, Mineral del Chico, Tecozautla, Huichapan, Zimapán, Acaxochitlán, Metztitlán y Omitlán: cada uno con su propia personalidad, historia y encanto. Lo importante ahora es no encasillar. No basta con la etiqueta de “mágico”. Necesitamos diferenciar vocaciones: ¿cuál es ideal para turismo de naturaleza? ¿Cuál para gastronomía tradicional? ¿Cuál para senderismo, fotografía, historia minera o arquitectura virreinal? Cada lugar debe especializar su oferta y dejar de competir entre sí por el mismo perfil de visitante.

Además, hay que fortalecer la capacitación local. No se puede hablar de turismo de calidad si los servicios básicos —desde guías hasta la atención al cliente— no están profesionalizados. Hidalgo ha avanzado: más de 5,000 personas han sido capacitadas y 112 empresas recibieron certificaciones turísticas en 2023. Pero aún falta llevar estos estándares a todos los rincones turísticos, no solo a los más populares.

Uno de los mayores tesoros de Hidalgo es su riqueza natural. El Parque Nacional El Chico, con sus peñas, bosques, presas y nieblas eternas, parece sacado de una postal suiza. El Parque Nacional Los Mármoles, en la Sierra Gorda hidalguense, guarda paisajes que rivalizan con los de cualquier reserva americana. Y la Laguna de Tecocomulco, en el altiplano, es un ecosistema casi virgen que podría ser santuario de aves y especies endémicas si se protege y promociona con visión ecológica. Ni que decir de la hermosa huasteca compartida con nuestros estados vecinos.

Sin embargo, el riesgo del turismo mal planeado está ahí. Las aglomeraciones en balnearios, el deterioro de senderos sin mantenimiento o la falta de orden en sitios como Tolantongo deben prender focos rojos. Hidalgo necesita un modelo de ecoturismo regulado, con cuotas de conservación, límites de capacidad y participación activa de las comunidades locales como verdaderas custodias de su territorio.

Hay algo que sí se debe reconocer: por primera vez en mucho tiempo, el turismo está siendo pensado como política pública seria. El Plan Estratégico “Hidalgo Potencia Turística 2040” propone diversificación, inversión, promoción internacional, infraestructura y gobernanza comunitaria. Ya hay resultados: cerca de 830 hoteles, más de 18 mil habitaciones disponibles, aumento de ocupación hotelera y representación en ferias nacionales e internacionales.

Además, la iniciativa “Rutas Mágicas de Color” ha renovado más de 47 mil metros cuadrados de fachadas en pueblos turísticos, recuperando la imagen urbana y reforzando el sentido de pertenencia. Detalles como este sí hacen diferencia: el turismo también entra por los ojos.

Pero el desafío más grande sigue siendo la conectividad y articulación territorial. Muchos destinos en Hidalgo siguen siendo difíciles de acceder, sin señalización adecuada ni transporte público confiable. Para un visitante extranjero, recorrer el estado aún representa un reto logístico. La infraestructura es tan importante como la promoción.

Si Hidalgo quiere seguir posicionándose en el mapa global, debe hacer algo más que ofrecer descuentos o promociones. Debe contar historias. Convertirse en una experiencia con propósito y para vivirse. Mostrarle al turista que al visitar un pueblo o un parque natural está ayudando a preservar un ecosistema, a revitalizar una lengua indígena, a mantener viva una receta de 300 años.

Turismo regenerativo, no extractivo. Y para eso, hay que crear productos turísticos de nicho: rutas de plantas medicinales, cocina otomí, fotografía de aves, termalismo curativo, arqueología rural, talleres con artesanos. El turismo del futuro no busca souvenirs: busca sentido.

Y aquí, Hidalgo tiene una ventaja: autenticidad. No necesita inventarse nada. Solo necesita saber contarlo, pero contarlo bien.

Hidalgo tiene todo para ser más que una joya escondida. Tiene historia, naturaleza, cultura, manos sabias, paisajes únicos y comunidades que quieren ser protagonistas. Pero para que este engranaje turístico funcione, hace falta algo más que buena voluntad o promoción de temporada. Hace falta una visión a largo plazo, coordinación interinstitucional, inversión bien dirigida y, sobre todo, respeto profundo por el patrimonio natural y cultural.

Los engranes ya comenzaron a moverse. Hagamos que no se oxiden. Porque cuando el turismo se convierte en una fuerza que respeta y transforma, deja de ser industria… y se vuelve orgullo de todos.

Al Tiempo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí