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EDUARDO GARCÍA GARCÍA
“En esta vida tan corta, ¿es tan importante esta desgracia que le está ocurriendo?«
Rafael Santandreu, psicólogo español,
creador de una escuela de felicidad
En medio de la torpeza, ineficiencia e indolencia de ciertas autoridades y funcionarios que padece la población afectada por las lluvias furiosas que inundaron y devastaron regiones de cinco entidades del país (Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí), los testimonios de tristeza, dolor y desolación se han dejado sentir con crudeza entre los cientos de damnificados.
Y no solo eso, a causa de la gran cantidad de agua estancada, basura, escombros, carencias de víveres, agua potable y el insoportable olor a podrido, el ánimo de la gente más afectada, en especial la de Poza Rica, en Veracruz, anda por los suelos o, literalmente, en el lodo.
“Una semana después esto se ve horrible, peor”, lamentaba entre lágrimas Ana Luz Saucedo, en breve entrevista en medios de comunicación, que huyó como pudo con sus hijos, uno de ellos ciego, cuando les llegó el agua “como mar”. Ana Luz señaló que “parecía que fue un tsunami”.
En esos momentos le preocupaban las infecciones porque, según denunció, además de la basura, el lodo y restos de animales muertos, cerca de su casa había un cadáver que aún no habían recogido. “El difunto ya se reventó y no han venido por él”.
“El panorama es de destrucción total”, comentaba otro damnificado en redes sociales. “Caminas por las calles afectadas y es una desesperación, una tristeza. Estamos en shock, sin creer lo que estamos pasando, es una pesadilla”, expresaba indignado, pues la ayuda seguía llegando lentamente a las calles junto a la ribera del río Cazones.
“Hay peste, un aroma fétido muy fuerte, como de carne humana. Ya varios tenemos diarrea y vómito, reclamaba Melina Cruz Vera, ante los micrófonos de un noticiero. “Tuve que tomar antibióticos automedicados. Hemos esperado ayuda por cinco días, pero no es una sorpresa, siempre barren donde va la gobernadora (en referencia a la siempre enfurecida Rocío Nahle)”.
Y en respuesta, como siempre, el eterno gobierno demagógico y benefactor, que desorganizado y todo, ante la carencia de auténticos programas de prevención tan solo otorga un poco de consuelo con sus programas del Bienestar. Porque no puede más.
Pero, ¿qué creen? Para mi sorpresa, también en redes sociales, atestigüé una joya: el comentario de otro damnificado no tan joven, que también en medio de la desolación daba cuenta de su experiencia:
“Esta tragedia me hizo sentir la fragilidad y la precariedad de la vida en mi propia carne. El sufrimiento de haberlo perdido todo destapó mis necesidades, angustias y miedos escondidos.
“Por primera vez, declarabaserenamente, desde que era niño fui capaz de llorar. Sobrevivir me transformó. Me hizo ver la vida como un regalo. A mis 60 años he redescubierto la vida”.
¡¡Eureka!! Me quedé boquiabierto al escucharle hablar de manera tan asertiva. En medio de tanta tristeza, rabia, preocupación, indignación y resignación, vi surgir de manera excepcional e inesperada la resiliencia, lo que me hizo reflexionar sobre un tema tan debatido en la cultura popular: el de la felicidad.
MÉXICO, UNO DE LOS PAÍSES MÁS FELICES DEL MUNDO, SEGÚN LA ONU
Por su importancia, no solo organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sino gobiernos, ONG´s y empresas privadas, han tratado de entender mejor y medir la felicidad de sus ciudadanos.
Este esfuerzo se inició en Bután, un país del sur de Asia en la cordillera del Himalaya y sin salida al mar, que en 1971 inauguró un nuevo sistema de indicadores nacionales al que denominaron Felicidad Nacional Bruta, convertido ahora en la Felicidad Interna Bruta (FIB), que combina siete ámbitos de bienestar: físico, mental, ambiental, laboral, económico, político y social.
Lo bautizaron así para contraponerlo al del Producto Interno Bruto (PIB), que desde hace 84 años es el principal indicador que utilizan los países para medir su grado de desarrollo económico.
El PIB ha sido cuestionado por quienes consideran que solo da cuenta de la creación de riqueza material, dejando de lado otras dimensiones más espirituales de la experiencia humana que también enriquecen o empobrecen nuestras vidas.
Uno de los juicios más lapidarios en su contra lo pronunció el senador estadounidense Robert Kennedy dos meses antes de ser asesinado:
“El PIB no mide la salud de nuestros niños, la calidad de su educación o el placer de sus juegos. No incluye la belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios. No mide nuestro conocimiento o nuestro coraje.
“Tampoco nuestra sabiduría o nuestro aprendizaje, ni nuestra compasión o devoción a nuestro país. El PIB mide todo excepto aquello que hace que la vida valga la pena vivirla”.
En 2008, y en el espíritu de esa cita, el entonces presidente francés Nicolás Sarkozy (hoy condenado a cinco años de prisión por conspiración criminal al financiar su campaña electoral del 2007 con ayuda del dictador libio, ya fenecido, Muamar el Gadafi), creó una comisión presidida por dos premios Nobel de Economía, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, para identificar indicadores que trascendieran el PIB y permitieran conocer más a fondo el grado de bienestar de los franceses.
Algo similar han hecho los gobiernos de Reino Unido, Canadá, Corea del Sur, Singapur, Dubái, Emiratos árabes, del Estado de Goa en India y de la ciudad de Seattle en Estados Unidos. Inclusive Venezuela y su gobierno dictatorial, en medio de las penurias de sus habitantes, mantiene una oficina con un nombre rimbombante: ¡Viceministerio de la Suprema Felicidad Social del Pueblo! (aquí fueron más discretos y solo le llamaron Secretaría de Bienestar).
En 2011, la Asamblea General de la ONU aprobó por unanimidad una resolución que colocó a la felicidad en la agenda global del desarrollo, y a partir de 2012 comenzó a producir informes sobre el estado mundial de la felicidad. Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha definido una metodología para que sus países miembros recolecten datos sobre el bienestar.
¿Qué motivó todas estas iniciativas? Simplemente, el encuentro de un nuevo y excitante producto con una vieja y sentida necesidad. Lo nuevo es la emergencia de un vasto campo de conocimiento sobre la subjetividad humana que lleva a algunos a hablar de “la ciencia de la felicidad” y en donde convergen disciplinas tan dispares como la psicología, la economía y la neurociencia (la oxitocina es la hormona de la felicidad).
Lo viejo es el deseo de superar las limitaciones de las variables macroeconómicas clásicas, como las del crecimiento, el desempleo o la inflación, cuando se trata de captar en profundidad el estado en que se encuentra una sociedad.
En ese sentido, el 20 de marzo pasado, con motivo del Día Internacional de la Felicidad, la ONU hizo la clasificación anual de la felicidad en el mundo y en su informe, por octavo año consecutivo, Finlandia fue considerado el país más feliz del planeta (¡Vaya privilegio!).
La clasificación evaluó puntos como el PIB, el bienestar social, la esperanza de vida sana, la libertad, la generosidad y la percepción de la corrupción para calcular la satisfacción de los habitantes de cada nación.
Además de Finlandia, a la cabeza, la lista incluyó a los diez países donde la población se considera más feliz: Dinamarca, Islandia, Suecia, Países Bajos, Costa Rica, Noruega, ¡Israel!, Luxemburgo y ¡México!, sí ¡México!, que escaló 15 posiciones respecto de 2024.
Hablando objetivamente, y en base a los datos, México no es mucho más feliz que hace una década, pero tampoco es mucho más infeliz. Y una de las claves de la satisfacción con la vida que tienen los mexicanos, y los latinoamericanos en general, es al parecer, la vida familiar.
¿PERO, Y QUÉ NOS HACE FELICES?
Como todos sabemos, la felicidad es una condición subjetiva y relativa. Como tal, no existen requisitos objetivos para ser felices: dos personas no tienen que ser felices por las mismas razones o en las mismas condiciones y circunstancias.
En teoría, el sentimiento de autorrealización y el cumplimiento de nuestros deseos y aspiraciones son aspectos importantes para sentirnos felices.
No obstante, para serlo no es necesario ninguna condición previa. Así, hay personas que están “siempre” felices, que se sienten a gusto con la vida y con aquello que les fue otorgado en gracia. Pero también existen personas que, pese a que tienen todas las condiciones para estar bien, se sienten profundamente infelices.
Pese a que de acuerdo con la sociedad capitalista que vivimos, los ingresos económicos son un factor importante que influye en la felicidad, los psicólogos afirman que las personas más ricas son solo ligeramente más felices que las más pobres.
La salud, sin lugar a dudas, también es otro de los factores asociados al bienestar, pero según los investigadores este papel es incluso más “subjetivo” en el concepto de felicidad.
“Aunque las personas con problemas de salud importantes son ligeramente menos felices que las que no han sufrido nada, la diferencia no es tan grande como se podría esperar.
“Incluso las personas con enfermedades muy graves tienden a registrar grados de felicidad por encima del nivel neutro”, explica la Enyiclopedia Britannica, en su portal digital.
Vamos, la felicidad es uno de los conceptos más complejos de definir.
“LA FELICIDAD NO ES UNA META, SINO UN CAMINO A RECORRER”: MARTIN E. P. SELIGMAN, IMPULSOR DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA
De acuerdo con este científico estadounidense de la psique humana, todo lo que necesitamos para ser felices ya está dentro de nosotros (La auténtica felicidad, publicado en 2002), entonces ¿por qué muchas personas no lo son? ¿Será que les gusta el sufrimiento?
Pero, ¿y qué es el sufrimiento?
Tensión, vacío, ansiedad, estrés, negatividad, miedo, ira, tristeza y, en definitiva, cualquier emoción y sensación que nos deja un poso de malestar e insatisfacción.
Y según Eckhart Tolle (Practicando el poder del ahora, 1997), un referente alemán del desarrollo personal, el origen de todas estas desagradables experiencias no se encuentran en nuestras circunstancias, sino en nuestros pensamientos.
A juicio de Tolle, “nuestras emociones, sentimientos y estados de ánimo no tienen tanto que ver con lo que nos pasa, sino con la interpretación que hacemos de lo que nos pasa”.
Considerando este concepto, creo que se puede explicar, al menos en parte, la actitud resiliente del damnificado pozarricense que mencioné líneas arriba, que lejos de sufrir, se impulsó a salir adelante.
Ahora bien, los intentos por medir el bienestar subjetivo de la gente, del “pueblo” como le llama la presidenta Sheinbaum, y utilizar los resultados para diseñar políticas públicas (los programas de la 4T sobre el Bienestar) no le faltan tampoco sus críticos.
Van desde aquellos que piensan que la felicidad de la gente no es un asunto que competa a los gobiernos hasta los que creen que, si bien muy noble, se trata de una misión imposible.
Aducen problemas de definición (¿qué es la felicidad o el bienestar subjetivo?), de medición (¿cómo medir algo que puede ser distinto para cada persona?) e implementación (¿cómo incorporar los resultados de esas mediciones al diseño de políticas públicas?).
A pesar de todas estas dudas, hay que darle una oportunidad a este esfuerzo de la ONU, y de algunos gobiernos como el de México, que sigue en fase incipiente. Quién sabe si los mismos gobiernos que a veces tienen tanta dificultad para hacer que la economía funcione logran hacernos un poco más felices (parece que aquí sí han resultado algunos programas del Bienestar, al menos en sectores vulnerables de la población).
En el peor de los casos, los datos recogidos servirán para conocernos mejor (de nuevo, a través de los censos del Bienestar). Por ello, si a su puerta toca algún Servidor de la Nación, no deje de atenderlo y, de paso, pregúntele sobre su propio bienestar.
En lo que vemos si las “atípicas” lluvias torrenciales acaban con el mundo, o le conceden una prórroga: hoy toca. Adieu.
FRASE DE LA SEMANA:
EL DINERO NO SIRVE PA NADA
Rocío Nahle, desgobernadora del maltratado estado de Veracruz, se mostró molesta, apresurada y alterada, cuando la cuestionaron sobre la existencia de un seguro contra desastres naturales en su estado, luego de la tragedia que provocaron las “atípicas” lluvias torrenciales en varios municipios del estado.
“Quiero decirles algo, esto no es cuestión de dinero, ese no es el problema”, exclamó iracunda y sin explicar cuál SÍ era el problema.
Aunque el enojo contra la mandataria veracruzana se respira en cada esquina, ella sigue, cínicamente, en modo Me vale madre.
“Va a las colonias donde ya limpiaron, acá no se ensucia los zapatos”, le reclaman habitantes que lo han perdido todo.
NOTAS CHUSCAS DE LA SEMANA:
OTRA DEL CUAU
Al igual que hace veinte días, cuando el coordinador de Morena en el Cenado, el impresentable Adán Augusto López, fue captado disfrutando de un partido de fútbol durante la comparecencia del titular de Hacienda, esta semana otro impresentable, Cuauhtémoc Blanco, diputadete 4trero, también fue captado jugando Pádel mientras debía estar participando en la sesión remota de la Comisión de Presupuesto, donde se discutía la Ley de Aguas Nacionales, lo que provocó burlas y molestias entre sus compañeros legisladores.
Aburrido y bostezando, Blanco no sabía ni qué se estaba votando. ¿Pa´qué? Él solo fue a pasar lista.
Les vale madre. Sinvergüenzas son y sinvergüenzas morirán.
DONDEQUIERA SE CUECEN HABAS
Increíble, pero cierto. El domingo 19 de octubre, por la madrugada, un grupo de ladrones profesionales robó de la Galería de Apolo del famoso Museo del Louvre, en París, ocho joyas históricas pertenecientes a la colección de la antigua familia imperial francesa.
Entre los objetos robados figura un conjunto de esmeraldas y diamantes atribuido a Marie Louise, esposa del emperador Napoleón I.
El robo, el más escandaloso que enfrenta el museo desde el de la Mona Lisa en 1911, demostró la vulnerabilidad de las instituciones que conservan piezas de valor incalculable en Francia. Por ello, el museo permanecerá cerrado hasta nuevo aviso.