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¿ACASO ES BARTLETT EL PRESIDENTE DEL INE?

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La insolencia es el escudo

 de la desvergüenza y la

fortaleza de la cobardía.

   Ignacio Manuel Altamirano.

No hay mayor cinismo que

el de  aquellos que reclaman

para sí lo que nunca han dado.

Jorge González Moore.

* La desfachatez tipo Macuspana

GUSTAVO CORTÉS CAMPA

El presidente AMLO tiene razón: es cierto que hubo un candidato, en este caso al gobierno del DF, que no reunía los requisitos legales para su postulación. Pero el presidente de la República le pidió al entonces presidente del IFE, José Woldenberg, que permitiera su registro, temeroso de que el aspirante armara un escándalo que manchara el proceso electoral. Ese candidato ilegal ganó las elecciones Las consecuencias han sido terribles para el país.

AMLO dijo la verdad: una violación legal en su beneficio, ordenada desde Los Pinos, desencadenó una serie de acontecimientos que ahora tiene al país en vilo, en manos de un desquiciado. A continuación, una sintética relación de hechos:

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Era la media noche de un terrible día de julio para el PRI y el gobierno, cuando Jorge Joseph, delegado de Gobernación  en el estado de Guerrero, se comunicó a la Oficialía Mayor de la dependencia, donde un alterado funcionario le increpó:

-¡Jorge, qué demonios pasa contigo, el secretario quiere tu informe con urgencia  desde esta tarde…!

– Es que, mira, estoy en la casa  del gobernador, porque… pues de  diez, diez; de dos, dos…

– ¡Qué chingados es eso, explícate!

– ¡Pues que perdimos las diez diputaciones y las dos senadurías! estoy precisamente aquí poniéndome de acuerdo con el gobernador para arreglar lo que se pueda…

– Nada de pendejadas, el secretario Bartlett quiere el carro completo, te hacemos responsable de que todo quede planchado, hay mucho de por medio, ya sabes.

El “operador” cumplió: los resultados de los comicios federales en 1988 en Guerrero fueron “carro completo”: triunfo para el candidato presidencial y para los diez diputados y dos senadores. En el Colegio Electoral la oposición hizo un escándalo, un candidato (Félix Salgado Macedonio, para más señas) subió a la tribuna de San Lázaro con un costal cuyo contenido, boletas electorales semi-quemadas recuperadas de botes de basura, fue vaciado ante la mirada atónita de los presentes.

“Operación” similar se hizo en Morelos, siempre por gente de Gobernación, porque el secretario, Manuel Bartlett, no confiaba en la gente del PRI.

Pocos días antes, el jefe de campaña de Cárdenas fue acribillado a tiros junto con su secretario. Días después, unos tipos con facha inescapable de agentes de Gobernación secuestraron a tres adolescentes que repartían propaganda “Pro-Cárdenas”  y después aparecieron muertos a tiros.

El “conteo oficial” se dio a conocer dos semanas después de la fecha de las elecciones.

Los candidatos de la oposición, Manuel J. Clouthier (PAN); Cuauhtémoc Cárdenas (Coalición opositora) y Rosario Ibarra (PRT), dejaron de lado diferencias ideológicas y fueron juntos frente al edificio de Gobernación, en Bucareli, para protestar porque ya se sabía que se cocinaba un fraude electoral: la votación masiva por los  opositores Cárdenas y Clouthier, cada uno por su lado, había sido pública y notoria.

El proceso completo se sancionaba por la Cámara de Diputados y fueron sesiones tormentosas, tensas.

Finalmente, la Cámara de Diputados en funciones de Colegio Electoral proclamó ganador a Carlos Salinas de Gortari, entre rumores de que carros del ejército transportaban tropas hacia el recinto legislativo.

MIENTRAS TANTO, EN TABASCO…

En Villahermosa sucedían cosas diferentes: en el PRI había lucha sorda –típica del priismo- por la candidatura al gobierno del estado, que se definiría meses después. Un jovencito daba la nota, digamos, folclórica, al lanzarse como aspirante, frente a los auténticos lobos de la grilla tropical.

El nominado fue Salvador Neme Castillo, el muchacho hizo berrinche y viajó a la capital para pedirle a Cuauhtémoc Cárdenas la candidatura del Frente Democrático Nacional.

En Gobernación, ya muy ciscados, no quisieron arriesgar y se dedicaron a investigar al desertor, de lo que se encargó la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales.

Se encontraron que el joven era Andrés Manuel López Obrador, conocido en Tabasco porque le había dejado tirada la chamba de Oficial Mayor al gobernador Enrique González Pedrero, pero era protegido de la primera dama, la escritora Julieta Campos, y le dieron la presidencia estatal del PRI a manera de compensación.

Ya como opositor, panorama se ponía turbio porque el muchacho comenzó a ganar terreno. Por si acaso, Salinas le encargó el asunto a Gobernación; no quería otro tropiezo. Bartlett mandó a sus mejores operadores.

Proclamado triunfador, Neme Castillo enfrentó manifestaciones de  protesta, López Obrador había resultado con talento para la agitación y después de un tiempo, el gobernador fue obligado a “pedir licencia”, pero AMLO inauguró las “marchas a la capital”.

Encabezó “luchas sociales” de todo tipo y logró aparecer con frecuencia en periódicos y medios electrónicos de la capital.

Candidato de nuevo frente a Roberto Madrazo, su protesta tuvo un breve momento de triunfo, cuando el presidente Ernesto Zedillo exigió su renuncia a Madrazo, quien tuvo una conducta insólita: “apadrinado” por Carlos Hank González, organizó a su vez “una protesta” por la “soberanía estatal”. Sin el temple de Salinas, Zedillo cedió ante “hechos consumados” y dejó que Madrazo le jugara el dedo en la boca.

AMLO ya era un personaje “peligroso” en ciertos niveles de la política: ¡Hizo quedar en ridículo al Presidente de México!

Cárdenas le hizo presidente del PRD, y le apoyó en sus aspiraciones a la candidatura por el GDF. Un perredista prominente, Pablo Gómez Álvarez, en el proceso interno, había demostrado que su credencial electoral era de Tabasco ¡En más de tres años nunca se tomó el trabajo de cambiarla! (ya se le notaban conductas raras).

El presidente Zedillo fue intimidado y le pidió a Woldenberg que le concediera el registro. Esa componenda marcó el destino del país y de los mexicanos.

Tiene razón AMLO: en sus tiempos de militante del PRI, su partido hacía simulaciones, muchas veces grotescas, de elecciones. Cuando las cosas se le ponían difíciles, no solo recurría al relleno de urnas, falsificación de actas, compra de votos, registro de candidatos sin los requisitos legales.

También se recurría al asesinato masivo, como en 1940, cuando “El Alazán Tostado”  tomaba casillas con metralleta “Thompson” en ristre, o mandaban al ejército para toque de queda en vías de hecho, como en Sonora en 1967, cuando fueron asesinados estudiantes y maestros por igual, y se encontraron, por lo menos, 11 cadáveres en la presa de Hermosillo.

Ese era el PRI donde el joven AMLO militó… ¡y le compuso un himno!”

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