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* Superbowl: 306 mil 720 mdd para México
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial Expediente Ultra
En una divertida película de finales de los años 50 del siglo pasado, el actor británco Terry Thomas («It’s A Mad, Mad, Mad, Mad World») discute con un gringo y le dice: «Si las mujeres de Estados Unidos dejaran de usar brassiers, la economía de tu país sufriría un colapso».
Bueno, pues parece que las mujeres de EU ya no usan (o ya no tanto) los sostenes pectorales, pero ese país tiene un PIB de casi 24 billones («trillions«) de dólares.
Nada más norteamericano que el «Superbowl» (serie final) del «american football«, y decenas de millones de gringos —incluidos trumpistas de hueso colorado— la pasan sentados frente al televisor consumiendo guacamole.
Solo en el estado de California se consumen seis mil toneladas de aguacate durante ese evento del deporte profesional norteamericano, todo procedente de Michoacán y parte de Jalisco.
La Asociación de Productores, Importadores y Productores de Aguacate de México informó hace poco que cerrarán 2022 con un total 144 mil toneladas de aguacate hacia EU, lo que significará aproximadamente 306 mil 720 millones de dólares, ingresos, hay que subrayarlo ¡libre de aranceles! (¡Una estatua para Tom Brady!).
Peeero no faltan, sino que se multiplican, las «voces nacionalistas» (casi todas con ligas en la 4T) que vociferan, patalean y se arrojan tierra en el cráneo, en protesta por el T-MEC (antes TLCAN), ese mecanismo de comercio trilateral que ¡elimina los aranceles!
La tierra, los campesinos, la agricultura y todo lo relacionado con eso, ha sido el gran negocio de políticos demagogos y «líderes sociales» mortificados por decenios por «la explotación imperialista». Esos especímenes han tenido temporadas de grandes cosechas, y desde 2018 viven auge sin precedente.
Su «lucha» es «por la vigencia» de la «reforma agraria» cardenista y sufren enormidades por «las distorsiones» que ha tenido ese cuento. Cierto que ha tenido «algunas distorsiones» y eso ha evitado que en zonas miserables del campo no haya habido más hambre de la padecida.
En una visita a Sonora, el entonces presidente Echeverría se encontró con el entonces famoso empresario agrícola, Reynaldo Ramos Marcor «El loco Ramos», y el primer mandatario aprovechó para una pretendida ironía: «¿Así que es usted el que renta parcelas en el Valle del Yaqui?» Pero Ramos replicó: «No, señor presidente, no rento parcelas; no me conviene: yo rento ejidos enteros».
El alquiler de ejidos había sido de beneficio mutuo entre empresarios y campesinos: éstos cobraban la renta y a la vez, se empleaban como jornaleros. Los empresarios producían y exportaban.
Pero Echeverría tomó el encuentro como agravio personal, expropió la zona agrícola más moderna de todo el país y el beneficio mutuo feneció.
(Los que alquilaban quedaron fuera del reparto, «por traidores»).
El TLCAN —ahora T-MEC— permitió grandes inversiones en el campo, tanto nacionales como extranjeras. Todo, dentro de una tendencia mundial.
La guerra en Ucrania nos permitió enterarnos de cosas asombrosas que sucedían frente a nuestras narices, pero no las veíamos:
Solo como botón de muestra, nos enteramos que —entre otros países del Medio Oriente— Egipto padece una gigantesca crisis alimentaria porque… ¡todo el trigo lo importaba de Ucrania!
Tomemos en cuenta que cuando Julio César incorporó al milenario imperio a Roma, aseguró casi 500 años más de vida al sistema de poder romano, con el trigo de Egipto.
La URSS, con los «koljós» (algo así como el ejido ruso), nunca pudo solucionar el problema del desabasto, y con Stalin algo más de 35 millones murieron literalmente de hambre.
Ucrania, con su alto nivel educativo y tecnológico, estuvo aprovechando condiciones climatológicas favorables para convertirse en el principal productor/exportador del grano, y a los egipcios les convenía comprarlo, no cultivarlo y a promover el turismo.
Son asuntos de las ventajas de lo que se denomina geopolítica y geoeconomía: sustituir la demagogia por la mercadotecnia, y ya.
Establecido lo anterior, podemos señalar que el nuevo titular de la secretaría de Desarrollo Agropecuario en Hidalgo, Napoleón González Pérez, quien es licenciado en derecho y maestría en derecho fiscal, se presenta —virtualmente, claro— como «el as bajo la manga» para potenciar el desarrollo del campo hidalguense, toda vez que otra de sus actividades es como productor de aguacate de la prestigiada variedad sinaloense: «Hass».