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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Javier May lanzó advertencias oportunas de carácter doméstico, pero antes ratificó su lealtad (data ya de 35 años) a AMLO, a la 4T y al movimiento de izquierda.
Políticamente inteligente, ordenó muy bien sus prioridades.
“Al Tren de la Transformación ya nada lo detiene”, afirmó, y con eso lo dijo todo, y a todos: Obrador, Sheinbaum, y a los no oportunistas que siempre han militado con orgullo en MORENA.
Cuidó además de exponer sus propias fortalezas: recorrió 117 localidades de los 17 municipios “a ras de suelo y de agua” -su popularidad es innegable-, y destacó varias veces: la historia de su sexenio la escribirá el pueblo.
Anticipó -a partir de otoño en que tome el mando- acciones radicales, profundas, serias, frontales y sin simulaciones.
Una vez cubierto el expediente, procedió a extender un ultimátum de trascendencia local y partidista: “Dividir es traicionar; por eso, nada de traiciones…”
En ese tenor, llamó a “no dejarse engañar por voces del pasado que, con todo cinismo, ahora buscan hacer ruido queriendo presentarse como una nueva opción, cuando fueron parte de la parte oscura que tanto afectó a Tabasco”.
“Voces del pasado”, y “parte de la oscuridad que afectó a Tabasco”, son referencias a un tiempo anterior. ¿Qué tan atrás?
No así otra parte del discurso: “La historia de Tabasco no la va a definir un grupo político, mucho menos un grupo de interés por más poderoso que sea”, citas que corresponden -sin duda- al presente y al futuro.
¿Hizo falta identificar “al grupo de interés por mas poderoso que sea” que aún pretende decidir el rumbo del terruño?
Desde ahora -precisó tambien el precandidato único guinda- decimos que en el estado no se permitirá la corrupcion, ni privilegios, ni dispendio.
Fue el resumen político de May a propósito de la primera etapa de su peregrinar.
Vamos a ver en la campaña formal si continúan las traiciones y qué respuesta da el electorado a los cínicos y ruidosos de la etapa oscura.