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BANXICO: AUTONOMÍA EN VEREMOS

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Por Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio

El Banco de México ha sido pilar de la estabilidad económica del país desde 1994, cuando se volvió autónomo por disposición constitucional. La autonomía se convirtió en necesidad por las malas experiencias de gobiernos que quisieron estimular la actividad económica y el empleo obligando al banco central a adoptar una política monetaria expansiva para financiar el gasto público. El principal éxito del Banxico en estos 27 años ha sido mantener una inflación baja, lo cual ha propiciado un entorno de estabilidad, condición indispensable —si bien no única— para el crecimiento económico.

A poco más de siete meses de concluir el periodo de Alejandro Díaz de León como gobernador de la institución, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer que no lo ratificará en el cargo y que propondrá como su sucesor a un creyente en la “economía moral” enarbolada por el propio mandatario. Ese anuncio, el viernes pasado, preocupa en varios sentidos. Primero, porque es erróneo tratar de componer algo que funciona correctamente. La gestión de Díaz de León ha sido laureada no sólo en México, sino también en el extranjero por su firmeza en defender la autonomía del banco central y por ayudar al país a enfrentar la peor contracción de la economía desde 1932.

Segundo, porque ocurre después de varios intentos de minar la autonomía del banco central, como la abortada iniciativa que buscaba obligarlo a comprar los dólares en efectivo que no pudieran ser colocados en el mercado, así como el reciente reclamo del Presidente sobre la no entrega al gobierno de los remanentes de sus operaciones cambiarias, un dinero con el que parecía ya contar el Ejecutivo.

Tercero, porque si bien nadie es indispensable y hay economistas connotados que podrían entrar al relevo de Díaz de León, quien llegue como sucesor quedará etiquetado como partidario de la “economía moral” y, en consecuencia, seguidor y subordinado del Presidente, lo cual dañará al Banxico en su credibilidad.

Cuarto, porque el papel que le toca jugar es técnico, no ideológico. En ningún lugar del texto constitucional ni de la Ley del Banco de México se encomienda a la institución acortar las diferencias entre ricos y pobres, como parece buscar la llamada “economía moral”. Ése sería, en todo caso, papel de la política fiscal, no de la política monetaria.

Pregunté a varios economistas sobre el balance de la gestión de Díaz de LeónHéctor Villarreal, director del CIEP: “Institucionalidad, poco protagonismo personal, metas claras, particularmente cuidar el valor de la moneda. Sin embargo, hemos avanzado poco en bancarización”.

Sergio Negrete, académico del ITESO de Guadalajara: “Un gobernador que ha explotado al máximo los márgenes de la política monetaria para compensar la política fiscal conservadora en el marco de un colapso económico causado por la pandemia”.

Juan Musi, asesor financiero y analista: “Acertado en general. Un hombre preparado, toda la vida en Banxico y muy inteligente. Una pena que no continúe, pero era obvio. Esto trae recuerdos de lo que le hizo Trump a Janet Yellen”.

También se lo pregunté al abogado José Elías Romero Apis, quien recientemente escribió en estas páginas que entre los errores más graves que puede cometer un Presidente es jugar con el Banco de México. “Díaz de León es prudente, sensato y realista. No es protagónico. Para él, ser gobernador no es trampolín a una posición internacional”.

En marzo pasado, la revista especializada Central Banking le dedicó un texto. En él, dice lo siguiente: “Ha llevado al banco central a enfrentar una severa y rápida contracción de la economía con apoyo fiscal limitado por parte del gobierno. Ha tenido que detener varios intentos del Presidente de México —deliberados o no— de reducir la autonomía del Banxico. Ha respondido a ellos mediante firmes declaraciones de principios, un rechazo a ser intimidado y una voluntad de buscar soluciones prácticas a los problemas. No está claro cómo terminarán las cosas, pero bajo el liderazgo de Díaz de León, la autonomía del Banxico sólo parece haberse reforzado”.

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