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FRANCISCO RODRÍGUEZ/@pacorodriguez
El bravucón Donald Trump no tenía que ser la excepción. Él, sobre todo. Porque desde que el mundo es mundo, la “diplomacia” estadounidense siempre se ha basado en la amenaza y el chantaje. Republicanos y demócratas han hecho valer sus razones en base a estos artilugios.
Lo sufrió apenas la Presidente Claudia Sheinbaum. Trump la “buleó” con un post en su red social Truth, luego de que hubiesen entrablado una conversación telefónica. Y las amenazas y los chantajes quedaron peor de como ya estaban.
No obstante, las amenazas y los chantajes tienen fecha de caducidad. Nada es para siempre. Menos en el terreno de la política internacional.
Las advertencias de quien volverá a ocupar la Casa Blanca de que impondrá aranceles del 25% a todos los productos mexicanos que lleguen a su territorio a partir del próximo 20 de enero fue abordada con total ingenuidad por Sheinbaum, quien primero le escribió una carta muy similar a aquellas que le llegaban a Eufemia: sin contestación.
La Presidente formal mexicana no se da a respetar. A diferencia del premier canadiense Justin Trudeau ante amagos similares, ella no se asume como igual, como verdadera jefa de un Estado soberano e independiente y dedica sus “mañaneras” a defender a General Motors, a Ford Motor Company, a Stellantis y a los consumidores de EU. Y con ello también le falta el respeto a sus dizque gobernados.
Habrá que repetir la pregunta que un estudiante mexicano le hiciera hace años al maestro Zbigniew Brzezinski, reputado halcón republicano:
“¿Por qué los Estados Unidos, sabiendo que existe una dependencia estructural entre las demografías y las estructuras económicas de nuestros pueblos no tratan con respeto a México?”.
La respuesta del consuegro de Henry Kissinger no tardó mucho, fue brutal y aleccionadora en grado sumo:
“Los Estados Unidos, contestó Brzezinski, respetan sólo a aquellos pueblos que se dan a respetar”. Dejó literalmente el balón en nuestra cancha.
Pero ¿cómo respetar a políticos mexicanos en el poder temporal si, en los momentos en los que se requiere la unidad nacional para enfrentar al nada extraño enemigo se embarcan en la persecución de sus opositores –casos del dirigente panista Jorge Romero y del priísta Alejandro Moreno, nuevamente amenazado con un juicio político–, mientras sólo consienten y hasta perdonan de sus supuestos crímenes a quienes se les arrodillan enfrente –caso del veracruzano Miguel Ángel Yunes Jr.
Tampoco son respetables las actitudes de Trump, habida cuenta que él parece ignorar que una estructura industrial que no alcanza a satisfacer su mercado interno de consumidores, una estructura bélica de destrucción y arrase satelital de tierra necesita de insumos fabricados más baratos en México o producidos en nuestros exangües campos agropecuarios.
Si la de México es una clase política de novatos, la de EU es una clase política de viejitos, ocupando el lugar de los jóvenes en las competencias electorales, porque éstos se encuentran postrados en los resorts de rehabilitación por el enorme consumo de droga.
Peor aún, con una población políticamente apática y desinformada, que puede ser cautivada por las mentiras de un personaje superfluo y banal como Trump. Eso son los Estados Unidos.
Puso a México contra las cuerdas
El equipo conformado por Sheinbaum para enfrentar la amenazas del próximo Presidente de EU, con el ya “doblado” Marcelo Ebrard, el improvisado Juan Ramón de la Fuente, con los empresarios que sólo velarán por sus propios intereses tendrán que aprender a darse a respetar. Ellos deberán ser más congruentes con el mundo que nos tocó vivir.
En caso de que la tengan y no solo la presuman, ha llegado la hora de ejercer la moral política del nacionalismo. Las condiciones geoestratégicas están dadas. Posiblemente nunca más vuelva a presentarse la oportunidad de darnos a respetar en el mundo como un pueblo consciente y dueño de su destino.
Porque hoy los amagos de Trump al mundo comercial ya no son una treta para obtener votos. Ya son reales. Y por lo pronto, ya puso a México, a Canadá y a China contra las cuerdas del ring. Pronto lo hará con el resto de los países.
Urge también un equipo diplomático en Washington, pero que sea de verdad, no de académicos improvisados, de burócratas premiados por su 90% de lealtad y 10% de capacidad o por exgobernadores chantajeados para que entregaran los mandos políticos de sus entidades a Morena.
Necesitamos un equipo de políticos y negociadores profesionales que nos mantengan al tanto de los pasos y los ritmos de este enjambre de intereses, combinados con el afianzamiento de la popularidad de Trump entre sus próximos gobernados.
Ya estuvo bueno de estar jugando a los primos, a las esposas y a los exsecretarios particulares del mismo terruño. Si esto no lo toman en serio, no tardarán mucho en arrepentirse. La embajada en Estados Unidos no es para el nivel de los habilitados, ni para los favoritos de los clanes familiares. Tampoco puede utilizarse para pasar en “por atrasito” de las decisiones que se toman aquí en política interior.
Institucionalmente desarmados
Estamos a merced del verdugo. No tenemos proyectos de gran visión y tampoco de sobrevivencia en el mundo actual. Estamos atados a un sistema imperial en decadencia, donde para subsistir el mismo Donald Trump tiene que acudir a nacionalismos cuchos.
En México persistimos en la catatonia institucional. Desmantelando cada día estructuras de mando, proyectos populares, cohesión nacional, pulverizando renglones y regiones productivas que sustentaron siempre la viabilidad del país.
En la 4T, llena de ingenuos, novatos e inexpertos, creen que así se apuntala al Estado para atemperar las reglas ciegas del mercado, brindar bienestar económico, estabilidad política, seguridad en la convivencia y acabar con todo tipo de impunidades, desde la que se basa en la complicidad con el narcotráfico hasta la que atenta contra el tejido social.
¡Ilusos! Le han dado en la madre a la República y así, hoy debilitada en sus instituciones, tiene que enfrentarse al bully Trump, con una Sheinbaum naiv al frente.
Indicios
Las “Últimas Palabras” de la publicación que dirige Alfonso Zárate, la
Carta de Política Mexicana, redactadas por Cosme Ornelas, son definitorias: “En el caso de México, Trump no está en condiciones de exigir lo imposible. Basta con lo mínimo indispensable. Plegarse, replegarse y no respingar. Asumir con humildad la posición del subalterno. La ‘agenda mexicana’ del trumpismo recargado está perfectamente delineada y no hay manera de escurrir el bulto…”. * * * Por hoy es todo. Le reconozco que haya leído hasta aquí. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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