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* El cuatrienio de Biden apenas será el comienzo para empezar a ver resultados en sus pretensiones contra la corrupción, porque es un fenómeno incrustado en diversas esferas del quehacer público y privado
Por ABEL LUNA ESPINOSA
Especial para Expediente Ultra
LA PRÓXIMA VISITA de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, a nuestro país se enmarcará en la anunciada campaña de su gobierno en un programa de lucha contra de la corrupción.
Pero ¿a cuál corrupción se refiere la administración del presidente Joe Biden? ¿A la de los gobiernos, a la de algunos empresarios, o a la de particulares?
¿Acaso no es una forma de corrupción la de los agentes aduanales estadunidenses que permiten y solapan el paso de miles de armas hacia México, al grado que aquí cualquier delincuente puede comprarlas sin ninguna limitación?
El cuatrienio de Biden apenas será el comienzo para empezar a ver resultados en sus pretensiones contra la corrupción, porque es un fenómeno incrustado en diversas esferas del quehacer público y privado.
En su viaje la vicepresidenta Harris, también, tiene programado abordar en México el tema de la inmigración.
Para ello, previamente se reunió con los directivos de varias compañías, quienes se comprometieron a invertir en Centroamérica para frenar la migración, mediante acuerdos que podrían beneficiar a Guatemala, Honduras y El Salvador.
“CUANDO LOS LÍDERES roban a los ciudadanos de sus naciones o los oligarcas desobedecen el estado de derecho, el crecimiento económico se desacelera, la desigualdad aumenta y la confianza en el gobierno se desploma”, dice el memorándum presidencial.
“Al emitir este Memorando de Estudio de Seguridad Nacional, establezco – señala Biden- la lucha contra la corrupción como un interés central de seguridad nacional de Estados Unidos.
Mi Administración liderará los esfuerzos para promover la buena gobernanza; traer transparencia a los sistemas financieros de los Estados Unidos y del mundo; prevenir y combatir la corrupción en el país y en el extranjero; y hacen que sea cada vez más difícil para los actores corruptos proteger sus actividades”, se lee en el documento.
Pero, me surge una pregunta, ¿no será esta iniciativa del gobierno de Biden un camino para entrometerse en asuntos internos de los países, no sólo México? Como hace decenios ocurrió con el llamado Plan Camelot, en Chile, que daría los datos precisos y reales de por dónde asediar al gobierno de Salvador Allende.
Muy a la mexicana diríamos “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”
DE ESTA MANERA, también, el gobierno del norte da respuesta directa, sin aludirlo directamente, a la petición del presidente López Obrador de bloquear apoyos económicos a asociaciones civiles, como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que encabeza la doctora Amparo Casar.
