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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Fue un buen detalle de la presidenta Claudia Sheinbaum inaugurar “mañaneras del pueblo” con disculpas públicas del Estado por la matanza de estudiantes del 68.
Gustavo Díaz Ordaz fue un cruel represor, pero al menos (pasado el tiempo) tuvo el valor de reconocer su responsabilidad.
También es de aplaudir, desde luego, lo que más allá del discurso -sobre todo de campaña- se empieza a hacer de verdad a favor de los indígenas y de la comunidad afromexicana.
En ese sentido, quizás procede que el Estado ofrezca disculpas por su incompetencia (10 años) para resolver el doloroso caso de la desaparición de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
Sin embargo, no es el único vergonzoso expediente donde el Estado continúa bajo sospecha, de allí que mientras no surja alguien (desde el poder) que acepte la responsabilidad, o convincentemente se concluya cómo fue, es justo que la autoridad pida disculpas por su incapacidad de resolverlos al cabo de décadas…
Por ejemplo, el asesinato de Luis Donaldo Colosio.
A nadie convenció nunca la teoría de que Mario Aburto lo ejecutó y decidió por su cuenta.
Si Salinas de Gortari lo dejó así, queriendo como decía a Colosio, es porque a alguien -persona o institución- encubrió.
Y bueno, ya entrados en gastos, no sobraría una nueva disculpa de España -ha habido en distintos siglos al menos dos- por los agravios contra nuestros nativos en la llamada conquista, en el entendido de que la caída del imperio mexica solo se produjo por la anexión de otros grupos originarios (miles) a la campaña de los invasores.
Pero si queremos ir más allá, asi como se insiste en exigir a España desagravio, tenemos que pedir también a Estados Unidos que pida perdón a México por despojarlo en 1848 de más de su territorio actual (ventajosos como son, los gringos dizque “compraron” territorio a Santa Anna).
Nos robaron, pero no se ve cómo Kamala Harris o Trump -el que gane en noviembre- ofrezca disculpas…
