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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Según Denise Dresser, Marcelo Ebrard tenía cuatro opciones; de una de ellas -reventar el proceso- ya echó mano.
Las otras están en veremos, aunque la última no la ve el reportero.
Una es aceptar un puesto de consolación en el eventual gobierno de Claudia Sheinbaum.
Otra es irse a MC “y convertirse en el candidato que divida a la oposición”.
La cuarta es -como Peña- huir a otro país.
El ex canciller declaró que no aceptará un premio antilágrimas.
Después de más de dos décadas de buscar la nominación (desde el 2000), sería muy triste que remate su aspiración como vulgar chambista.
Hay otros caminos -por improbables que sean- que la escritora no exploró: aún luego de romper con MORENA, Ebrard está hoy en la posibilidad de reconsiderar, no para sumarse a Sheinbaum pero sí para no enfrentar a la 4T.
Algo asi como un punto muerto estratégico.
Hay una realidad que el ex carnal no puede ignorar: perdió claramente en las 5 encuestas -por mas de 10 puntos en todas-, incluyendo la que hizo la empresa que él mismo propuso.
La derrota siempre es dolorosa, pero como decía Enrique González Pedrero, hay que estar preparado para el fracaso, porque para el triunfo no hace falta.
Una vía tampoco observada es que el canciller esté decidido a concluir su carrera política como candidato presidencial (todos tenemos un sueño y el derecho a materializarlo), y decida ir a las urnas casi como un deber derivado de la hipotética decisión de retirarse de la vida pública.
Y ya anticipó que estará en las boletas.
En ese caso, el prejuicio de que sería candidato “para dividir a la oposicion” -como intención- resulta injusto y maniqueo.
Al fin y al cabo, solo Ebrard asumirá los riesgos y consecuencias de lo que haga, como quedar tercero si va de naranja.
Y DE MAÑANA…
NO LE salieron bien las cuentas a Monreal: nunca pensó ganar, pero creyó que su lugar en encuestas lo catapultaría derechito a la CDMX (era su tirada). Pero al quedar último, cavó su tumba…
