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Por Juan Carbajal/@JA_CARBAJAL
Si algo hemos aprendido durante este año que termina, con el ir y venir de la información y sobre todo con la incertidumbre de que todo lo que hemos conocido ha cambiado y que por más que intentamos acoplarnos a una “nueva normalidad”, lo cierto es que estamos lejos de conocer la realidad de lo que nos depara el futuro. No sabemos si la vacuna contra el coronavirus finalmente funcionará, si aparecerá o no una nueva cepa del virus, o si volveremos a estar confinados, pero lo que sí sabemos es que tendremos que vivir con esta incertidumbre.
Por mucho tiempo hemos observado que las administraciones públicas dejan en un segundo o tercer plano la comunicación social relegando el trabajo a la generación de boletines informativos, toma de fotos y el monitoreo de medios de comunicación para más o menos fingir un trabajo adecuado.
En muchos de los casos, es objeto de poco presupuesto y mediana atención respecto a la materia prima, esencial en el manejo de la comunicación y es precisamente descuidando en todo sentido “el mensaje”.
Este 2020 aprendimos lo que es la comunicación de crisis y el trabajar bajo la improvisación y las prisas; incluyendo la integración a los gobiernos locales de herramientas que anteriormente fueron desdeñadas.
Desafortunadamente observamos a pocos días de administración municipal que no todos cuentan con canales efectivos que permitan la verdadera comunicación con la ciudadanía, que a nivel del gobierno local no han logrado comprender la importancia y los alcances que la comunicación representa para el gobierno.
Mucho se habla de transparencia, de trabajo ciudadano y de cercanía con la población, sin embargo, en los hechos; los mensajes, la información y sobre todo los canales no son analizados con la seriedad que requieren generando un desfase entre lo dicho, lo deseable y la realidad.
La comunicación ha dejado de ser un área secundaria en las administraciones públicas; para convertirse en un elemento fundamental y transversal del que necesitan el resto de áreas para poder llegar a la ciudadanía, desde una sencilla infografía, hasta el manejo de redes sociales, páginas web, canales audiovisuales y la transferencia de información por los medios de comunicación tradicionales de cada localidad.
Los ciudadanos reclaman contenidos de una forma sencilla, cercana y atractiva, sin duda los eventos presenciales volverán durante el 2021 aunque las limitaciones de aforo continuarán con toda seguridad. Así que no se pueden dejar de lado las posibilidades que nos ofrecen las emisiones en directo para poder llegar a muchas más personas que si lo hacemos de forma presencial.
Además, que será muy difícil justificar por qué no se ofrece un acto en directo sobre todo por el gasto económico que supone organizar un evento de forma presencial para que solo puedan asistir un grupo reducido de personas, mientras que si ofreces la posibilidad de seguirlo en directo, facilitando el que más personas puedan accedan a dichas actividades.
Las áreas de comunicación social se han centrado tradicionalmente en la generación de materiales para promover entre reporteros y más recientemente “subiendo” a redes infinidad de contenidos centrados en la actividad del presidente municipal, dejando de lado otros aspectos esenciales de la comunicación en la administración pública.
Nadie se hubiera podido imaginar hace un año, que viviríamos uno de los cambios más increíbles en materia de comunicación que se han experimentado en los últimos años, con la implementación del ciber trabajo y las teleconferencias.
Lo máximo que habíamos experimentado eran los grupos de WhatsApp y estos se convirtieron en la principal herramienta de comunicación entre funcionarios e integrantes de la administración pública, dejando en evidencia la carencia de espacios virtuales, seguros y profesionales para poder desarrollar la comunicación interna en las administraciones públicas y sobre todo, que para poder funcionar de forma eficiente y coordinada es necesaria la comunicación interna.
Ante escenarios de incertidumbre, la información es clave para poder desenvolvernos y tomar decisiones, y ahí las administraciones públicas tienen la posibilidad de convertirse en fuentes de información fiables a las que pueda recurrir la ciudadanía.
El auge de la información de servicio público ofrecida de forma objetiva y sin interferencias políticas es igualmente importante ya que los ciudadanos han demostrado cierto hartazgo hacia aquellos contenidos más cercanos a la propaganda política, al menos en los perfiles institucionales de las administraciones públicas.
Y para complementar el círculo de la comunicación social, está el “boom” de las redes sociales, en donde los incipientes encargados apenas y se dan tiempo de colgar fotos, boletines e infinidad de datos muy alejados de las dinámicas de las propias tecnologías de la información que marcan.
15 segundos, este es el tiempo máximo que las personas dedican cuando consultan los perfiles en redes sociales, este es el triunfo del formato “Stories” que que se ha impuesto en Instagram, Facebook, WhatsApp y Twitter y así vemos como mientras descienden las visualizaciones en muros y “feed” aumenta en estos formatos que desaparece cada 24 horas.
Claro que es complicado para las administraciones públicas adaptar este contenido a estos nuevos formatos y canales, pero este es el escenario al que tendremos que enfrentarnos durante el año 2021 y al que tendremos que adaptarnos si queremos conseguir el objetivo de poder informar y comunicarnos con la ciudadanía.
Son cambios difíciles en momentos difíciles y para poder encararlos tendremos estar abiertos a probar y experimentar, a no dar nada por sentado que la comunicación es solo tener una oficina de atención a la prensa, y solo resta esperar a que los gobiernos municipales en turno, estén a la altura de lo que la población reclama.