Inicio Columnas LA FUERZA DEL TERCER AÑO

LA FUERZA DEL TERCER AÑO

1041
0
Foto especial

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 43 segundos

Por Víctor González Herrero / @VicGlezHerrero

En política, el tiempo es más que un calendario: es un hecho que revela si hubo convicción y trabajo, si hubo proyecto, si hubo resultados. El próximo 5 de septiembre, el gobierno de Julio Menchaca Salazar entrará formalmente en su tercer año. Ya no es la etapa del arranque, ni de la curva de aprendizaje. Es el punto en el que los Engranes de Poder de una administración deben girar a su máxima velocidad. No hay más espacio que para consolidaciones.

Julio Menchaca llegó al poder con una legitimidad inusitada. Fue el primer gobernador surgido de un partido de izquierda en Hidalgo y lo hizo con una victoria electoral arrolladora. El cambio no fue solo de color partidista, sino de tono, de forma y, en muchos sentidos, de fondo. Se acabó el sistema político del reciclaje familiar eterno. La ciudadanía exigía una ruptura y la promesa fue clara: honestidad, cercanía, trabajo y resultados. Primero el Pueblo.

Ahora bien, ¿cómo llega la administración estatal a este tercer año?

Sin duda con avances visibles. En el discurso público, la narrativa sigue anclada en tres ejes: combate a la corrupción, bienestar del pueblo y transformación institucional. Pero fuera de foco, la ciudadanía hidalguense exige que esas ideas ya estén aterrizadas en cambios palpables, en políticas públicas con rostro y en obras con impacto.

Uno de los avances más reconocidos es el combate a la corrupción. La Secretaría de Contraloría estatal ha iniciado más de 450 procedimientos administrativos en lo que va del sexenio y, por primera vez en décadas, se han abierto investigaciones a exfuncionarios de administraciones pasadas. No todos los procesos han derivado en sanciones, pero el mensaje ha sido contundente: no deben existir intocables.

Gracias a las “Rutas de la Transformación” se ha logrado acercar el gobierno a las comunidades.

La infraestructura ha tomado un papel central como motor de desarrollo regional.  Se han rehabilitado vialidades y mejorado espacios públicos. Estas acciones no solo mejoran el entorno físico, sino que también reactivan economías locales, generan empleo y elevan la calidad de vida.

En salud, el trabajo se ha enfocado en consolidar un sistema más equitativo, humano y eficiente. Se han modernizado unidades médicas, fortalecido los esquemas de atención primaria y extendido el acceso a servicios en comunidades alejadas. La visión del gobernador ha sido clara: salud como derecho, no como privilegio.

La educación, piedra angular del desarrollo, ha recibido atención constante. Se han emprendido acciones para elevar la calidad educativa, apoyar la formación continua del magisterio y ampliar la infraestructura escolar. Además, se han reforzado programas culturales, tecnológicos y de inclusión, lo que refleja una visión integral de lo que significa formar a las futuras generaciones.

En materia de seguridad, el enfoque ha sido preventivo y cercano. Si bien hay inercias que nos arrastran por encontrarnos en la Zona Metropolitana del Valle de México, la modernización de los cuerpos policiacos, la capacitación continua y la coordinación con fuerzas federales han sido claves para mantener condiciones de estabilidad. La seguridad ciudadana se construye todos los días, y en Hidalgo se hace desde una óptica de proximidad y responsabilidad institucional.

En el terreno social, la administración ha mantenido una estrecha coordinación con los programas federales de bienestar. Miles de adultos mayores reciben pensión bimestral, mientras que los programas estatales como “Bienestar para Madres Solteras” o el apoyo a personas con discapacidad se han sostenido con presupuesto local.

Lo que sí ha consolidado Menchaca es un estilo. A diferencia de sus antecesores, ha optado por una comunicación directa, austera, sin excesos ni protagonismos innecesarios. Es un gobernador que escucha más de lo que presume, que pisa territorio más que alfombra. Eso, en tiempos de reflectores y populismo visual, tiene valor político y ético.

En perspectiva, dos años son tiempo suficiente para haber mostrado el rumbo. Pero ahora viene la etapa más exigente. El tercer año de gobierno es el de la consolidación. Es el momento de afinar los engranes, de cerrar el paso a cualquier intento de simulación y de acelerar la ejecución. Las expectativas no bajan; por el contrario, aumentan.

El gobernador Menchaca tiene una ventaja estratégica: su popularidad se mantiene estable, según encuestas que lo ubican con más de 60% de aprobación. Pero la política no se sostiene sólo de números: se sostiene de resultados, de justicia, de empatía y de capacidad para resolver lo urgente sin perder de vista lo importante.

A dos años de haber asumido el poder, Julio Menchaca ha logrado consolidar un liderazgo sólido. Ahora, al cruzar el umbral del tercer año, lo que está en juego es su legado. Y en Hidalgo, como en todo el país, el legado no se escribe en discursos ni en informes: se construye, se mide, se vive.

Al tiempo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí