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En un artículo publicado ayer en el diario británico The Guardian, Devi Sridhar, investigadora en salud pública de la Universidad de Edimburgo, opinó sobre los errores que llevaron al Reino Unido a superar el umbral de 100 mil muertes por covid.
“En una conferencia, (el primer ministro) Boris Johnson dijo que su gobierno hizo todo lo que pudo para minimizar la pérdida de vidas, pero estas muertes estuvieron lejos de ser inevitables”, escribió.
Y enumeró los principales errores cometidos por el gobierno en su manejo de la pandemia: 1) No tuvo políticas fronterizas por meses, 2) no tomó en serio la aplicación de pruebas, 3) pospuso el confinamiento, 4) no entregó suficiente equipo de protección personal para los trabajadores de la salud y 5) ha carecido de liderazgo y comunicación clara.
Lo mismo podría decirse de México, que comenzó esta semana con 150 mil fallecimientos (153 mil 639 al momento de escribir estas líneas), muchos de los cuales pudieron evitarse.
En el mismo sentido, ¿cuáles han sido los principales errores del gobierno, que han llevado a México a los últimos lugares del mundo en cuanto a su desempeño frente al coronavirus?
Entre ellos, los siguientes:
1) Desestimar las señales de que los contagios estaban desbordando fronteras y que esto pintaba para convertirse en una crisis global. En los días iniciales de la pandemia, el mensaje del gobierno sostenía que esto no era más grave que la influenza y que el país estaba preparado para enfrentar lo que viniera. Y, a pesar de las evidencias, la postura oficial fue que México no sólo podía mantenerse abierto, sino que daría lecciones al mundo.
2) No tomar en serio el conocimiento científico. Se invitó a los mexicanos a no preocuparse, a seguir con su vida normal, a salir a comer con sus familias y abrazarse. Usar cubrebocas, se nos dijo, era una exageración e incluso podía resultar contraproducente porque daba “una falsa sensación de seguridad”. Y actos de ligereza, como decir que las imágenes religiosas, las gotas milagrosas y la honestidad individual bastaban para evitar la enfermedad.
3) Buscar la inmunidad de rebaño. No era malo que el Presidente se contagiara, ejemplificó el subsecretario Hugo López-Gatell, pues con ello desarrollaría anticuerpos. Había que dejar que se extendieran los contagios y no cerrar las escuelas hasta que varios niños estuvieran infectados, prescribió el mismo funcionario (por suerte la SEP no le hizo caso). Era inútil tratar de frenar la epidemia, decían, porque eventualmente todos nos contagiaríamos.
4) Mantener la aplicación de pruebas en niveles bajísimos. A pesar de haber incrementado el número de exámenes en semanas recientes –luego de una aceleración de contagios y muertes–, México está en el lugar 157 de 221 países y territorios, con menos de 35 mil pruebas por millón de habitantes, superado en ese rubro por todos los países del continente americano, salvo Haití y Nicaragua y hasta por 17 naciones africanas.
5) Poner la política por delante de la salud pública. Hacer como que no pasa nada. Afirmar, primero, que la pandemia pasaría de largo y no afectaría a México; luego, ante el incremento de contagios y fallecimientos, tratar de convencer de que eso no era grave, que ya íbamos de salida (algo que el Presidente ha dicho desde fines de abril y repitió ayer Olga Sánchez Cordero), y atacar a los críticos, aunque fuesen especialistas o hubiesen ocupado cargos de responsabilidad en la materia. Jamás asumir la culpa de nada y cargar todas las fallas a los gobiernos anteriores, a los malos hábitos de la gente y a la industria alimentaria.
6) No cuidar suficientemente al personal de salud, sobre todo al de primera línea. Nunca dotarlo del equipo de protección personal necesario. Ante la explosión de casos y la muerte de trabajadores del sector, reasignar a áreas covid a especialistas de otros ramos –como pasa con los oncólogos–, dejando en la indefensión a personas con otros padecimientos.
En la suma de esos errores, y otros, podemos encontrar las razones del horror que padecemos.