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LÓPEZ MATEOS, LÓPEZ OBRADOR …Y LOS 31 CIENTÍFICOS

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  • Reflexiones en torno a democracia y dictadura

Detrás de la definición platónica

de justicia se halla, en esencia,

la exigencia de un gobierno de

clase totalitario y la decisión

de ponerlo en práctica.

             Karl R. Popper,

          La sociedad abierta

        y  sus enemigos (1945)

GUSTAVO CORTÉS CAMPA

A mediados de noviembre de 1964, por órdenes directas del presidente Adolfo López Mateos, fueron liberados de la prisión de Lecumberri los comunistas David Alfaro Siqueiros y Filomeno Mata.

El dramaturgo y periodista Rafael Solana explicó la decisión en un artículo publicado en la entonces influyente revista Siempre!: “Mata y Siqueiros eran los presos personales del señor Presidente; como dentro de dos semanas dejaría el cargo, decidió dejarlos libres precisamente por eso, por ser sus presos personales”.

Un comentario de ese tipo quizá, en estos tiempos, hubiese escandalizado, o peor, horrorizado, a buena parte de la sociedad, la intelectualidad, los medios universitarios, el periodismo, pero en aquellos tiempos del desarrollo estabilizador quizá solo ocasionó algunos comentarios sarcásticos entre desempleados en los cafetines, pero en el medio político se tomó como “algo totalmente acorde con el talante humanitario del Señor Presidente”. A la sociedad en general le pasó de noche.

Fue poco conocido, con excepción quizá con la perplejidad discreta en círculos de juristas, el hecho de que ambos “luchadores comunistas” habían sido sentenciados por el delito de “disolución social” (artículos 145 y 145 bis del Código Penal). El abogado Joaquín Ortega Arenas recurrió a la Suprema Corte y el máximo tribunal ratificó la sentencia. Las “pruebas” eran… ¡Artículos periodísticos!

López Mateos fue un presidente muy popular, en toda aparición pública era ovacionado (sin necesidad de actos prefabricados), las señoras se abalanzaban para abrazarlo y, si les era posible, estamparle beso en la mejilla. La brutal represión de la huelga ferrocarrilera no le hizo mella alguna ni el espantoso asesinato del líder campesino Rubén Jaramillo, con toda su familia y su mujer, con siete meses de embarazo, con el vientre atravesado por las bayonetas de los soldados.

El vulgo celebraba con chistes festivos sus devaneos sexuales con actricitas del cine nacional y su marcada afición a viajar al extranjero. (“¿Qué me toca hoy, Humberto? ¿Viaje o vieja?”.

En la capital, era muy conocida su marcada afición por los carísimos autos deportivos. Lo que no se pudo entonces saber (y, de hecho, no hubiese importado) que uno de esos autos le fue proporcionado por el jefe de estación de la CIA, Winton Scott.

Donde sí se vio la habilidosa mano del famoso secretario particular, Humberto “El Chino” Romero, fue su fama de “gran orador”. Entre la “gente del pueblo” (mi familia incluida), se comentaba como timbre de orgullo “tener un presidente tan guapo y tan culto”.

No hace mucho, en un programa de televisión, el difunto Antonio Alatorre hizo una revelación (al menos, para mí lo fue) en este tenor: sucedió que en la embajada francesa se recibió de París la orden de traducir al francés todos los discursos, porque le urgían al departamento de cultura, dada la fama diseminada acerca del presidente mexicano.

Pero encontraron problemas: Había muchos párrafos que ¡no entendían ni jota! Entonces, Alatorre les dijo: “No hagan caso, pongan lo que se les ocurra, cualquier cosa, no tiene importancia… esas parrafadas son frases inocuas, incongruentes, sin sentido, pongan ustedes lo que se les ocurra…”

Y dejó a los franceses con los ojos más abiertos que un plato sopero.

DE UN LÓPEZ A OTRO

López Mateos llegó a la presidencia en 1958, le decían “licenciado”, pero en realidad estudió algún breve tiempo economía en la UNAM, participó en la huelga de 1929, tuvo empleos menores, se relacionó con Isidro Fabela, llegó a diputado, senador y se hizo amigo de un poblano que era el reverso de la medalla: feo, antipático, de carácter hosco: Gustavo Díaz Ordaz, quien he heredó la presidencia. (En una foto publicada en “Life en español”, se advierte cierto aire con el actor Paul Newman).

Exactamente 60 años después, en un México con instituciones democráticas más o menos sólidas, con prensa libre y crítica, elecciones muy confiables, con un tratado de libre comercio con EU y Canadá que convirtió al país en el primer exportador de manufacturas de Latinoamérica, en su tercer intento llegó a la presidencia otro López, pero Obrador.

A diferencia del primer López, a éste no le gusta el país que gobierna. En cambio, todo indica que sueña con el país que gobernó López Mateos.

Hace todos los esfuerzos por igualar los métodos de aquellos buenos viejos tiempos. Con ciertas diferencias, a saber:

López Mateos era locuaz, sin necesariamente leer, era capaz de soltar una perorata de media hora o más de manera fluida.

López Obrador habla a trompicones, con lagunas que pueden llegar a los diez, 15 segundos, para desconcierto del auditorio. No fue capaz siquiera de memorizar la fórmula constitucional de la toma de protesta y consultaba en el atril cada frase o inclusive cada palabra: “Y que… la nación… me lo… demande”.

López Mateos inventó los viajes “de Estado” para conocer con gastos pagados países tan exóticos entonces como La India o Indonesia, aunque ni diplomática ni comercialmente tuviesen en esos años relevancia alguna.

López Obrador padece en cambio “pánico escénico” hacia lo extranjero y solo ha viajado a Washington por invitación algo imperativa de Trump para ayudarle en su búsqueda del “voto mexicano”, lo que cumplió puntualmente, pese a molestias e inconvenientes de un vuelo comercial con transbordo en un aeropuerto gringo y tratado como hijo de vecino en las terminales aéreas.

Peor aún: López Mateos tuvo una prensa no solo complaciente, sino servil, a su servicio.

AMLO sufre de una prensa veleidosa que le regatea elogios, salvo un periódico que nació de oposición y ahora ocupa el lugar que decenios tuvo “El Nacional”.

La Suprema Corte le obsequió a López Mateos una ejecutoria que hace ya tiempo es piedra de escándalo del Poder Judicial (¡Y vaya que hay leña de donde cortar!).

Pero a este otro López aún no se le hace el control de la Corte, pese a que ya colocó a cuatro ministros que suponía adictos. Peor: una de las nuevas ministras, esposa de uno de sus amigos y socios, tuvo a bien diseñar un proyecto que obligará devolver mil millones de pesos a una de las familias millonarias que más detesta el señor presidente.

Por eso AMLO sueña con el sexenio de López Mateos. Y algo más.

Tener el control, la obsecuencia de la prensa en su totalidad. La genuflexión de la Suprema Corte en pleno; los gobernadores sirviendo de alfombra en cada visita… y muchos otros detalles.

Por eso, con frecuencia en las conferencias “mañaneras” manifiesta su nostalgia por esos buenos viejos tiempos. Y en ese tránsito, omite convenientemente que él mismo fue actor importante en la erradicación de los residuos de las prácticas dictatoriales que se vivieron con López Mateos y los otros presidentes que le siguieron.

Pero, tenaz como siempre ha sido, ya tiene algunos logros en esa ansiada reversa: en estos precisos momentos, campea en los medios un escandalito: La Fiscalía General de la República (FGR) acusó a 31 ameritados científicos de la UNAM de una serie de delitos graves que incluyen… ¡crimen organizado!

¿KNOCK THREE TIMES?

El azoro cundió en radio, TV, prensa escrita: ¡31 científicos, casi todos con prestigio internacional e importantes reconocimientos, acusados de crimen organizado!

Pero para su indignación, un juez le rebotó la acusación por falta de evidencias ¡Habrase visto!

El Fiscal Gertz Manero no es nada lento: de inmediato rehízo la acusación y la envió de nuevo al juez. No tengo idea si acaso repitió el recurso que invariablemente utilizaba, para suplir sus enciclopédicos desconocimientos del derecho, el tristemente célebre gordo Javier Coello Trejo, quien a cada consignación agregaba con un clip una tarjetita que decía: “Si me rechazas esta consignación, el que irá al bote serás tú”.

Con la novedad, que al anochecer del miércoles 22 de septiembre, se supo que el mismo juez desechó por segunda vez las acusaciones, con los mismos argumentos: No hay evidencias.

Peeero… Gertz Manero no va a fallarle al jefe: ¡De inmediato anunció que enviará ooootra acusación “por daño patrimonial” contra los mismos 31 científicos, con la infantil consigna!

¿Tendrá algo qué ver en esto los 85 honorables años que carga encima el señor Fiscal General?

Por sí o por no, lo que ha quedado en claro es que don Alejandro ¡a sus años! muestra una flexibilidad en la columna vertebral que sería la envidia de cualquier cincuentón.

PRESOS PERSONALES, DISTINTIVO DE DICTADORES

Rosario Robles fue la primera presa personal de Andrés Manuel López Obrador, porque por suerte, en el fuero común se encontró con un sobrino de su tía,  el juez Carrillo Padierna. El delito imputado no es grave, amerita libertad condicional, pero el sobrinito resultó vivillo desde chiquillo y mandó, fabricar, por medio del Internet, una licencia de manejar supuestamente presentada como identificación e ipso facto, se la clasificó como “documento falso” y le dictó “prisión preventiva”. Sencillo.

Los presos personales, entre otros atropellos, definen de cuerpo entero a los dictadores. López Mateos tuvo algunos, pero quizá los más prominentes fueron el pintor Siqueiros (adorador de tiranos, por lo demás) y el periodista Filomeno Mata. Y la ejecutoria de la Corte, con artículos periodísticos como prueba, en estos tiempos, podríamos decir, solo provocarían carcajadas.

Pero la risa, en las últimas semanas, se nos congela.

Con 31 científicos acusados de ¡crimen organizado! Asunto anunciado con bombo y platillo en “la mañanera”, es para ponerse a pensar y quizá, remojar barbas.

El ingeniero Jorge Díaz Serrano fue el preso personal de Miguel de la Madrid, con una acusación literalmente jalada de los pelos. Don Miguel, como otro que anda por ahí, era hombre de odios.

En Argelia, Ahmed Ben Bella tenía decenas de presos personales en sus cárceles, el más célebre de ellos, el ex presidente Achmed Ben Barka (asesinado después en Francia por esbirros argelinos).

Luis Echeverría no metió a la cárcel a quienes tuvieron diferencias en otras épocas, pero autorizaba hostigamiento político a través de la prensa. Pura miel sobre hojuelas, pero Norberto Aguirre Palancares le mandó decir: “Me largo al extranjero, no te preocupes”.  

Papa Doc Duvalier, en Haití, tuvo a miles de prisioneros, muchos de ellos personales, los torturaba hasta aburrirse, y los mandaba ejecutar.

Menos cruel, digamos, civilizado, López Mateos se conformaba con mantener a sus presos personales en chirona, por lo menos el tiempo de su periodo presidencial, tal vez no por corrección de un acto tiránico, sino por cálculo: el próximo presidente podría de inmediato sacarlos de la  cárcel, quizá no por magnánimo, sino simplemente para hacer espacio a los que serían sus propios presos personales.

Pero la versatilidad de AMLO en estos asuntos es impresionante: Emilio Lozoya hizo un “pacto” para delatar a presuntos cómplices. A su retorno al país, la FGR armó una pieza teatral, con un policía  disfrazado para distraer a los reporteros que persiguieron al vehículo hasta el reclusorio, donde finalmente cayeron en cuenta que fueron timados.

Lozoya fue trasladado a un hospital de lujo, de los más caros del país, porque estaba enfermito del estómago. Ahí duró cuatro meses, y para que nadie le molestara, por cuenta del erario se alquilaron dos pisos completos. Ahora se la pasa en una de sus mansiones, donde invita a sus amigos disfrutar de su bien provista cava de vinos carísimos y, faltaba más, por decisión presidencial se le ahorra el engorro (¿rima, verdad?) de presentarse a firmar, y ni siquiera lo hace por Internet.

La acusación contra Videgaray se hizo humo, por el momento. Muchas otras desaparecieron de la escena, de la”mañanera” pues. La acusación (solo en los medios) contra el ex candidato panista Anaya ha sido comentada en medios de juristas como sin sustento alguno y tampoco se le menciona en el tribunal de la “mañanera”.

Es pues cuando, montado en cólera, el señor le grita a Gertz: “¡Quiero a varios en la cárcel! ¡Dime si no puedes!” Y el Fiscal General sugiere: “¿Qué le parecerían 30, 31 científicos?” Y el señor responde con cejas arqueadas: “¿Qué estás diciendo? ¡31 científicos! ¿Cómo?” Y Gertz, con sonrisa pretendidamente malévola, le dice: “Ya tengo listas las acusaciones, y van a Almoloya”.

“¡Siiii… los quiero en Almoloya! ¡Tú me respondes!”, le advierte el señor.

Así las cosas: ¿Tenemos una dictadura? Los académicos dirían: “No, no se reúnen las condiciones… todavía”.

En su obra “Cómo terminan las democracias” (1983), Jean Francois Revel dice: “Enseñar todos los días a una civilización que sólo será digna de ser defendida a condición de convertirse en la encarnación de una justicia perfecta, es invitación a dejarse morir o a dejarse someter”.

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