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LOS POLÍTICOS QUE NOS MERECEMOS

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Ilustración: https://www.serargentino.com/

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EDUARDO EL CAPI GARCÍA

Para Joaquis, a quien debo mi renovada inspiración…

Hace años sentía lástima por el pueblo italiano, emparedado entre la omnímoda corrupción de Berlusconi y el apenas disimulado fascismo de Bossi. Quizá porque ahora tengo amigos venezolanos tiendo a verlos como víctimas de una dictadura, la de Maduro, por supuesto. Desde siempre me apenó la situación de los argentinos, que van de peronismo en peronismo con breves interrupciones populistas (qué decir de la corrupta Cristina Fernández de Kirchner y el actual Javier Milei), alguna peor que la norma, como la sangrienta junta militar de los años setenta y ochenta. O por igual, me encabrona saber lo mal que la están pasando los estadounidenses demócratas y los migrantes de origen latino, en especial los mexicanos en LA, con el autoritario, enloquecido, dictatorial, populista, sociópata, racista, homofóbico, transfóbico, islamofóbico y misógino Donald Trump (por quien votaron un gran número de latinos y que, aprovechando los 250 años de las fuerzas armadas estadounidenses, celebró su 79 cumpleaños, en medio de un espectacular desfile militar y de multitudinarias protestas en su contra por sus terribles políticas xenofóbicas). Y así podríamos seguir con no pocos países. Tendemos, en primera instancia, a ver a los pueblos como víctimas de sus malos o pésimos gobernantes, y así es en los regímenes dictatoriales producto de un golpe de  Estado o de la victoria de una guerra, con su imposición de leyes y prohibiciones, su continuo uso de la fuerza, su persecución de los disidentes y de la libertad de expresión y de prensa, su encarcelamiento de críticos y desafectos: Nicaragua, China, Corea del Norte, Birmania, Irán, Cuba, la Arabia Saudita de los vetustos príncipes o la Guinea Ecuatorial de Teodoro Obiang, sitios todos en los que nadie se atreve a levantar la cabeza, so pena de que se la corten.

     Por supuesto, pienso en México donde últimamente hemos padecido a una brutal generación de politicuchos y desgobernantes mega ladrones (César Duarte en Chihuahua, Javier Duarte en Veracruz, Humberto Moreira en Coahuila o Cuauhtémoc Blanco en Morelos, por mencionar sólo a algunos), hiper cínicos (el Noroñas y Alito Moreno, por ejemplo), mediocres (Rubén Rocha Moya en la infortunada Sinaloa, Salomón Jara en Oaxaca o Clara Brugada en la CdMx), nepotistas (Ricardo Monreal, entre muchos otros), cuestionados abiertamente por Estados Unidos (Marina del Pilar Ávila de Baja California Norte y Alfonso Durazo en Sonora), corrutos a decir basta (Genaro García Luna), incompetentes (Chente Fox, Enrique Alfaro en Jalisco o Diego Sinhue Rodríguez en Guanajuato), censores y autoritarios (Layda Sansores, “La Censores”, desgobernadora de Campeche, que acaba de propiciar el proceso penal del periodista Jorge González por “incitar al odio” en su contra o bien, Alejandro Armenta, de Puebla, donde ya es delito insultarle en redes sociales, lo que abre la puerta a la censura y se criminaliza la crítica), malvados y mentirosos (Carlos Salinas de Gortari, Jelipillo Calderón y AMLO), vagos (el ex famoso Niño Verde y ahora Andy López Beltrán), idiotas (casi todos), a quienes siempre les reprochamos procurar su propio beneficio (en especial el económico) o el de sus partidos y casi nunca el de sus representados o gobernados. Pero, en fin.

     Reconozco que, en ese primer impulso, asimilo a Italia, Venezuela, la Argentina, Israel o Rusia con los últimos países mencionados, incluido México. “Pobre gente”, piensa uno de todos. “Que mala suerte, lo que tienen que soportar”. Es sólo más tarde cuando me veo impulsado a corregir el sentimiento de lástima: cuando caigo en la cuenta de que en realidad el grueso de los italianos, venezolanos, estadounidenses, argentinos y mexicanos (por seguir con estos ejemplos) no merecen ninguna conmiseración, porque llevan años eligiendo, en votaciones vagamente democráticas, a esos espantosos gobernantes o legisladores sin apenas sentido de la democracia y que provocan vergüenza, amén de incontables males para sus países.

    En el caso de nuestro país me cuesta más trabajo retirarles, la compasión al grueso de la población, y se la mantengo a aquellos ciudadanos desesperados que nunca han tenido arte ni parte en la perpetuación de nuestro desmejorado sistema político. Pero a la mayoría de los mexicanos no puedo mantenerles la compasión, pues somos responsables directos de sexenios de desastrosos y grotescos desgobiernos (la Dictadura Perfecta priista, la Docena Trágica panista, el Abrazos y No Balazos del Peje, que ofreció un servicio médico mejor que el de Dinamarca y lo que dejó fue un sistema destartalado, por ejemplo; o a Javier May en Tabasco, cuyo secretario de Gobierno es ni más ni menos que Ramiro López Obrador, hermano de AMLO). La salvación ha estado a sus manos, a diferencia de las naciones en que no hay posibilidad de elegir; y, a sabiendas, han escogido la calamidad.

    Aquí parece que cuando votamos nos inclinamos más bien por quienes nos dan cien patadas o por quienes nos dan noventa y nueve y media, claro, a cambio de prebendas o tarjetas del Bienestar. Así es, al menos para una buena porción notable del electorado. Los tres partidos que pueden gobernar ya lo han hecho (PRI, PAN y Morena, a nivel presidencia), y los conocemos bien, así que no podemos llamarnos engañados ni tampoco escudarnos en que no sabíamos, en que confiamos en alguien nuevo que después nos defraudó (el caso del Peje, es notorio). El gabinete presidencial, los gobiernos estatales, las cámaras, los municipios, las alcaldías y ahora el vapuleado Poder Judicial, están rellenas de caras sobre conocidas, ya sea de la vieja guardia o la nueva ola; muchos de ellos son individuos inútiles, corruptos e incompetentes que llevan años brincando de cámara a cámara, de partido a partido, de una legislatura a otra, viviendo a costa del erario y soltando falacias, exabruptos e imbecilidades sin cesar, incumpliendo promesas y renunciando a sus principios (el ministro en retiro y expresidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar). De mal y de malas. ¿Y qué decir de los partiduchos satélites como el Verde dizque Ecologista, el PT o Movimiento Ciudadano? Como siempre, no ofrecen mayor inteligencia ni ecuanimidad. Ninguno.

     En cuanto a los que han votado en blanco, nulo o la abstención (como en las recientes, inéditas, fraudulentas y extrañas votaciones para elegir a los miembros del “nuevo” Poder Judicial), son quienes menos tienen derecho a lamentarse y menos merecedores de compasión son, llegado el caso de que toque eso antes o después: sentirnos tentados a compadecernos. La realidad es que la actual desastrosa situación económica, política y social no va a sufrir grandes cambios bajo ningún Gobierno, a corto o largo plazo. Es el sistema el que necesita cambiar, pues el actual propicia y tolera la corrupción y los miles de males que padecemos, y no basta sólo parchar la Constitución con reformones autoritarios al estilo morena. Sabemos cómo actúan y a quienes obedecen.

    Pero, ¿qué políticos y gobiernos nos han dado más vergüenza, bochorno y catástrofe? ¿Cuáles nos han dado mayor enojo y exasperación? Cuando aparecen en la televisión mañanera o en Radio, ¿no sienten la imperiosa necesidad de cambiar de canal? Así que recuerden que no somos dignos de lástima, porque los hemos elegido, en la mayoría de los casos.¿Y a Ustedes, estimados lectores, qué políticos los sacan más de quicio? Hagan un pequeño esfuerzo de imaginación. No creo les cueste tanto trabajo.

PERLA DE LA SEMANA: “Nos agrede a todas las mujeres a diestra y siniestra… Por una cuestión de principios pusimos nuestra denuncia y también por daño moral… ya fue citado Don Piraña y ahora está inventando que hay acoso… esperemos que se haga justicia porque es evidente que tiene una obsesión conmigo y ha enloquecido. Todos los días habla de mí”, Layda Sansores, gobernadora de Campeche, al afirmar que recibe constantes insultos de medios de comunicación, por lo que denunció por el delito de incitación al odio al periodista Jorge Luis González Valdez, y todo por solicitarle públicamente que explicara presuntos actos de corrupción en el DIF estatal. Y aunque la Censores insiste en que no ofende a nadie, continúa refiriéndose, de “buena fe”, dice ella, al periodista como “Don Piraña”.

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