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* La irresponsabilidad de un alcalde
Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010
En comunicado oficial, 33 días antes de la trifulca en Pachuca, la secretaría estatal de Obras Públicas advirtió al alcalde de San Salvador, Armando Azpeitia acerca de la necesidad de «priorizar» de manera adecuada y anteponer «aquellas gestiones que abonen a evitar conflictos sociales».
Empero, el 31 de mayo, Azpeitia enfrentó las consecuencias de hacer caso omiso del comunicado, cuando unos 400 pobladores indígenas de Xuchitlán reclamaron violentamente en la cabecera municipal el incumplimiento en la ejecución de obras públicas programadas y optó por arrojar la pelota al gobierno estatal, con el traslado de los manifestantes en seis camiones especialmente fletados.
El comunicado oficial es muy revelador en cuanto a la situación generada el pasado martes 31 de mayo en Pachuca, en una manifestación violenta de los pobladores de Xuchitlán que, incitados por activistas, intentaron ingresar por la fuerza a Palacio de Gobierno.
Firmado por el titular de Obras Públicas, el comunicado señala: «Como es de su conocimiento, derivado de la contingencia sanitaria ocasionada por el virus SARS-COV 2 (Covid 19), los tres órdenes de gobierno nos hemos visto en la necesidad de redireccionar el presupuesto público hacia el rubro de salud, con la finalidad de controlar y mitigar la transmisión de dicho virus y sus efectos.
«En tal virtud, resulta indispensable que los ayuntamientos, en la aplicación de los recursos estatales y federales prioricen de manera adecuada las acciones de infraestructura que habrán de ejecutar durante su administración, contemplando anteponer aquellas gestiones que abonen a evitar conflictos sociales.
«De lo anterior, con pleno respeto a la autonomía municipal, me permito sugerirle considerar que una de las prioridades de su administración, llevar a cabo la pavimentación asfáltica de tres kilómetros, de la carretera que corre del centro de la comunidad ‘Teofani’ a la colonia ‘Los Hidalgos», lo cual representaría un beneficio significativo para la población del municipio a su cargo’».
La sugerencia fue enviada poco más de un mes antes de que le reventara la protesta al alcalde, tal y como, en tono muy comedido, fue vaticinada por el ingeniero Meneses Arrieta.
En cambio, el alcalde Azpeitia porfió en su postura original, toda vez que fue actor directo en la protesta violenta, organizada con el conocido modelo de los activistas de las normales rurales -métodos, por cierto, condenados expresamente hace dos días por el presidente AMLO en su conferencia «mañanera»-, en su comunicado oficial al respecto, donde reitera «… nuestros vecinos indígenas del Valle de Xuchitlán, acudieron a Palacio de Gobierno, en Pachuca, en uso de su legítimo derecho de libre manifestación, asociación y petición, como lo marca la Constitución. El motivo era solicitar diálogo y respuestas a las peticiones de obras previamente comprometidas entre Obras Públicas del estado y la comunidad».
En cuanto a los hechos violentos, Azpeitia recurre al viejo truco de aludir a fantasmagóricos «infiltrados», que nunca identifica, ni por nombres ni por fotos, como si los campesinos de la zona no tuvieran la capacidad de reconocer a perfectos desconocidos «colados» en su grupo y además, realizando provocaciones violentas.
En vías de hecho, el alcalde admite su participación en la reyerta, con eso de que «acudió al lugar con el fin de apoyar y gestionar el diálogo con el gobierno del estado». Pareciera con no escuchó las palabras de Don López en su mañanera don de muy orondo dijo: “Un líder puede arriesgar su vida, no la de sus representantes”. Desfachatez típica.
