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Por Samuel Cantón Zetina
“Tabasco, segundo o tercer lugar en casos”; “Tabasco, líder de infectados en la región Sur-Sureste”; “Tabasco, peor que estados con mucho más población”; “Tabasco no le llega a Yucatán…”
Es lo que decimos aquí -“oh Patria (chica) querida, que el cielo un cangrejo en cada hijo te dio…”-, resaltando lo mal que estamos frente al virus por el elevado número de contagios y de decesos.
Lo inexplicable es que aun sabiendo en el gobierno cual puede ser el motivo por el que el Edén “brilla” en el firmamento de la pandemia, no ha sido capaz o no ha querido compartirlo con la profusión debida.
Pero lo sabe o imagina mucha gente: la más probable razón del balance choco se localiza en el hecho de que Tabasco no ha ocultado cifras.
Ni modo de creer que en otras partes de la República se han observado escrupulosamente el confinamiento y la sana distancia, y que los gobiernos han dicho toda la verdad sobre los contagios.
¡Ay mojo, ni que fueran suizos! (y ni ellos).
Es obvio que en el territorio nacional ha habido cientos de pacientes y difuntos diagnosticados -pongámosle desde inicios de febrero- con enfermedades como la famosa “neumonía atípica” u otras igualmente de carácter respiratorio.
La propia Wuhan, ¿recuerdan?, acaba de duplicar la cantidad de sus occisos en una revisión de miles de casos que habían sido camuflados o mal examinados.
Creamos o no, Tabasco previno adecuadamente la enfermedad -su primer filtro fue en el aeropuerto, y por allí entró-, no esconde contagios ni muertos, y aunque informa correctamente de los saldos de un día a otro, no establece que “su nuevo liderazgo” puede venir de la decisión de la secretaria Silvia Roldán de no prestarse a simulaciones.
Así es ella.
En alguna película, jugando dominó con los amigos, Cantinflas preguntó honesto: ¿Cómo jugamos?: ¿Cómo caballeros, o como lo que somos?”.
¿Todos en los estados están jugando como caballeros con las estadísticas del COVID?
¡Hola, shoto!…
