Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 9 segundos
Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Algo rápido y efectivo tendrá que hacer el PAN, la Alianza por México o el propio Felipe Calderón, para contrarrestar el previsible impacto que el juicio de Genaro García Luna tendrá en la elección del candidato de oposición.
Es muy sencillo: el expresidente fue mencionado como con vínculos con un cártel del narcotráfico, lo que explicaría el nombramiento de García Luna como secretario de Seguridad Pública, y no hay duda -no la había hasta antes del juicio- de que el abanderado surgirá del PAN, partido que llevó al poder a «Borolas».
La baraja de aspirantes blanquiazules, jefaturada por Ricardo Anaya, se mira de lo más vulnerable dado el veredicto de culpabilidad de don Genaro y el embarramiento de Calderón.
Ir a campaña con alguno de ellos, sin antes enfrentar e intentar revertir el daño, equivaldría a suicidio y a un día de campo para la formación guinda.
Otra opción, que alejaría aún más a la oposición de la posibilidad de triunfo, es que el candidato surja del PRI.
La selección de candidato de la 4T, aunque no lo parezca, está vinculada a la de sus adversarios.
Dependiendo de a qué gallo mandan PAN, PRI y PRD, MORENA despejará en automático su propio panorama.
Si la oposición manda a su mejor evaluado, el movimiento de renovación solamente tendrá la alternativa de elegir entre los punteros.
Está obligado a procurarse un margen de victoria suficientemente amplio para no ser cuestionado.
Por el contrario, si el misil GGL-Calderón produce un quebranto irremontable en las filas opositoras, y esta no tiene otra que postular a una ficha «Plan B», MORENA se queda con todo el espacio para elegir libremente entre sus tres o cuatro cartas, con la certeza de que en las urnas obtendrá la ventaja que requiere para que su prolongación en Palacio no pueda ser deslegitimado.
El juego de las «corcholatas» se pone cada día más sabroso, y aunque no lo reconozcan, todas siguen con extrema atención lo que ocurre con los contrarios…
