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A LA FRIENDZONE

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Por Pascal Beltrán del Río/@beltrandelrio

“Nuestro enfoque es atender las causas profundas (de la migración) y estoy deseosa de viajar al Triángulo Norte (de Centroamérica), haciendo una parada en México y después en Guatemala”. Así se expresó la vicepresidenta Kamala Harris, el miércoles 14, durante una reunión virtual con expertos sobre el tema.

Harris, primera mujer en ocupar el segundo cargo de importancia en el Ejecutivo estadunidense, había sido designada por el presidente Biden, el 24 de marzo, para encabezar las conversaciones sobre migración con México y las naciones centroamericanas del llamado Triángulo Norte.

El nombramiento de Harris —tres semanas después de la primera reunión virtual entre los presidentes Biden y López Obrador— fue recibido como una muestra de la importancia que la Casa Blanca otorgaba al asunto. Antes que ella, se había encargado a un grupo de funcionarios de menor jerarquía, entre quienes destacaba Roberta Jacobson, exembajadora en México y efímera “zarina” de la frontera sur de Estados Unidos.

Sin embargo, algo pasó. El sábado por la mañana, diez días después de que Harris dijo que vendría a México, su oficina difundió un escueto comunicado en el que se anuncia que la vicepresidenta se reunirá “virtualmente”, el 7 de mayo próximo, con el presidente Andrés Manuel López Obrador, “quien estará acompañado por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier”. El texto remata diciendo que “esta reunión profundizará la colaboración entre nuestros países para alcanzar metas comunes de prosperidad, buena gobernanza y atender de raíz las causas de la migración”. Sesenta y un palabras, y tan tan. ¿Qué pasó para pasar de la promesa de un viaje a una reunión virtual? ¿Por qué fue México enviado súbitamente por Washington a la friendzone?

Para franquear la cortesía diplomática que siempre busca convencer que los problemas no existen, hay que remontarse a lo sucedido en la cumbre climática convocada por Biden y que contó con la participación de líderes de Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania, entre otros.

Dicha reunión representaba el regreso de Estados Unidos a los foros internacionales, luego de un ayuno de cuatro años durante la presidencia de Trump.

Cuatro días antes del arranque de la conferencia, López Obrador anunció, desde Palenque, que en el marco de esa reunión estaría proponiendo “al presidente Biden” ampliar el programa Sembrando Vida a Centroamérica para dar una opción a quienes migran por falta de oportunidades. A cambio de la idea mexicana, Estados Unidos daría permisos laborales a los participantes.

Llamó la atención que López Obrador no hubiese consultado su plan antes de lanzarlo en un video informal, en el que se ve al mandatario mexicano caminando por su finca. La prueba es que, el miércoles, un alto funcionario estadunidense, quien habló de forma anónima con periodistas en Washington, descartó la idea y pidió no mezclar lo migratorio con lo climático. Aun así, López Obrador cumplió con lo anunciado y el jueves, desde su conferencia mañanera, lanzó la propuesta. Hay que decir que, antes de hacerlo, el Presidente siguió con su conferencia mañanera, mientras otros líderes hablaban en la cumbre.

Luego, cuando hablaba López Obrador, el anfitrión ya no estaba a cuadro (escuchó a los primeros 15 líderes, entre ellos los de Canadá, Bangladés, Indonesia, Sudáfrica e Islas Marshall). Pero no sólo eso: la Casa Blanca decidió adelantar el mensaje de la joven activista mexicana Xiye Bastida, quien fue presentada de manera muy elogiosa por Antony Blinken, secretario de Estado y cuarto en la línea de sucesión a la presidencia. En una entrevista que le hice el viernes, Bastida me dijo que le había sorprendido mucho que la presentara el propio Blinken.

Dos días después de esos hechos, vino el anuncio de que Harris ya no vendrá a México, sino que se reunirá con López Obrador de forma virtual. Y no es que los altos funcionarios estadunidenses no estén viajando por covid. El viernes se anunció que la primera gira internacional de Biden será al Reino Unido y a Bélgica, a principios de junio.

No, en este caso Washington, evidentemente, mostró su desagrado con el trato recibido. Antes que prestarse a otro desaire, Harris se quedará en casa.

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