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Por Joaquín Herrera
A Carlos Ahumada algo le falló. Quería comprar la capital, vía sus autoridades. Terminó preso y no sus comparsas, los funcionarios y demás, comprados. Incluyó a un candidato tabasqueño al gobierno estatal y un gobernador, con apellido de prosapia, en Michoacán.
Ahumada se apoderaría del Jefe de gobierno, sus entonces candidatos por el partido (casi único, el PRD, no como ahora que el bueno es Morena, del propio AMLO) a jefes de las 16 delegaciones, a diputados locales y federales.
Por dinero –siempre pensó que todo lo barato se arregla con dinero- y en dólares no pararía su plan.
Pero, algo falló. Terminó preso.
Hoy se sabe de otro empresario, quien logró penetrar a ese gobierno, el más rico del país, fuera de la Presidencia de la República y con manos libres. Al menos, más libres que a nivel federal.
El argentino ambicioso, conquistó el PRD, vía su lideresa entonces; luego, se fue a la cabeza del poder: conquistó al único hombre que le movía operó con el brazo derecho del Jefe de Jefes, en que se convirtió de todos, Andrés Manuel López Obrador, por decisión del líder de todos, Cuauhtémoc Cárdenas.
El dirigente deportivo argentino, tenía nacionalidad mexicana, era fuerte inversionista en la minería, la construcción y el fútbol. Ahumada buscaba ejecutar obra para el gobierno nacional con más presupuesto a nivel local, el del DF.
El aprendió que en la capital donde priva la sentencia de “el que no tranza no avanza”, más ante quienes tienen hambre canina de poder.
Igual el nuevo Ahumada, quien “gobernó” como amo de las finanzas en cuatro gobiernos, cada cual con un presupuesto, a precios constantes, es decir, hoy, de un billón cada sexenio. Ah y con una caricatura de poder Legislativo, la Asamblea Legislativa, manos libres, como cree la mitad de chilangos y la otra solo lo sospecha.
Todo iba bien. Carlos había regado dinero; lo mismo a la candidatura de AMLO que a su paisano que anhelaba la gubernatura, como prestanombres del futuro presidenciable.
Incluyó su mano bondadosa a los candidatos a todos los puestos de elección desde ese año 2000, afortunado para el perredismo. Y más para esa especie de santón, que es el dirigente espiritual del nuevo partido, Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador.
Entre sus beneficiarios de esa mano poderosa, mano bondadosa, según el libro del columnista estrella de Excélsior, Adrián Rueda, “El “Complot El dinero sucio en el partido de la esperanza”, estuvieron en la “polla” desde el propio AMLO (que solo es “es un complot” más contra él) y medio centenar de funcionarios, líderes, legisladores y jefes delegacionales, hasta que un video lo echó todo a perder.
La mafia del poder, como la llama el propio AMLO, es decir, su más clara y omnipresente manifestación -Televisa- exhibió ese “dinero sucio” así.
Con ello México inició los” videoescándalos”. El que terminó preso –por denunciar la corrupción aquí- fue Ahumada y Bejarano, el “Señor de las Ligas” como le quedó el mote porque se mostró a René Bejarano en TV, a todo color, en el programa de Brozo, recibiendo un portafolios lleno de los famosos 40 mil dólares y que incluso recibía como operador de AMLO, el Jefe de Gobierno entonces, y se llevaba a las bolsas hasta las ligas con que se formaban los fajos de billetes.
Hoy, otro Ahumada, empresario y funcionario en el gabinete del Gobierno del DF, según convenga o permitan las circunstancias, tiene mejor suerte.
Mejor forma de operar. Y ha entrado y salido al “gabinete” de gobierno chilango, especialmente en el área de finanzas o pasa a ser algo como proveedor, según convenga o lo dejen.
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