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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCantón
Es evidente que el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que intervenir para evitar agandallamientos mayúsculos en las listas para senadores de varios estados, entre ellos Tabasco, y que su intervención fue el motivo del retraso con que se dieron a conocer.
Antes de que AMLO detuviera el aquelarre para referiar, pasó lo de siempre: gobernadores, líderes partidistas y grupos de presión (políticos y económicos) vinculados a MORENA y a la gente del poder, presionaron e impusieron aspirantes.
Lo hicieron al amparo de los resultados de encuestas que no se dieron a conocer, no se hicieron, o se manipularon a antojo.
La protesta de muchos participantes obligó a Mario Delgado a dar marcha atrás, y al paisano a dar un manotazo en el escritorio de Palacio reclamando orden.
Lo más probable es que en el lapso de la demora, se hayan hecho nuevos sondeos para confirmar o desmentir aquellos utilizados primero por los gobernadores para acomodar las nominaciones según su conveniencia personal y de clan.
Ya en las listas definitivas dadas por Delgado de prospectos para el Senado no solamente se ve justicia sino tambien equilibrio entre las múltiples corrientes al interior del guinda.
Fue un equivalente a dar a cada quien su lugar y su valor, rechazando la pretensión de los mandatarios estatales de quedarse con todas las posiciones.
En el caso específico de Tabasco, salta a la vista que el derecho natural del candidato único a gobernador Javier May, de opinar y sugerir nombres en el proceso de selección, que inicialmente fue ignorado, al final fue respetado por instrucciones de Obrador.
Pronto se verá, una vez que el 2 de junio se dé el relevo en los estados, cómo los gobernadores que desvergonzadamente evadieron someterse a la revocación de mandato que el propio AMLO superó con éxito, serán los primeros que a través de sus amanuenses exigirán a los entrantes que refrenden en las urnas su permanencia en el mando.
