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Antes de iniciar la revolución cubana, el legendario comandante Fidel Castro escribió en los medios

“En una mano tengo la denuncia y en la otra las pruebas”, refirió Castro el 28 de enero de 1952, al denunciar públicamente al presidente cubano, Carlos Prío Socarrás, por haber indultado a un violador y enriquecerse de manera escandalosa

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La transformación del guerrillero y héroe de la revolución cubana

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Fidel Castro, su primer artículo*

Especial Expediente Ultra Fotos Archivo Histórico

 

(Cuba vive momentos de una transición que sellará su futuro en el actual siglo; el histórico encuentro entre el presidente Raúl Castro y el mandatario estadounidense, Barack Obama en la Cumbre de las Américas, y la reciente visita a la isla del primer ministro  francés, Francois Hollande, donde tuvo un encuentro con el legendario comandante Fidel Castro, de 88 años de edad, son signos de que el embargo a Cuba pueda llegar a su fin, de confirmarse la presencia en el país caribeño  del presidente norteamericano en próximas fechas. El presente trabajo es una referencia histórica de una inédita faceta mostrada en sus mocedades revolucionarias por el comandante Fidel, ícono y emblema de la Revolución Cubana)

 

«En una mano tengo la denuncia y en la otra las pruebas», escribió Castro el 28 de enero de 1952 en lo que fue su primer artículo. En él denuncia los manejos del entonces  presidente  de Cuba, Carlos Prío Socarrás, para obtener riquezas como terrateniente; lo tituló: «Prío rebaja la función de nuestras fuerzas armadas», pues en sus fincas puso a trabajar a soldados. Del largo texto se escogió el fragmento inicial, donde se reseña el encubrimiento del mandatario en favor de un millonario, quien luego se lo retribuiría con una finca.

Desde la trinchera periodística del diario Alerta, Castro  abrió  fuego contra Prío
Desde la trinchera periodística del diario Alerta, Castro abrió fuego contra Prío

Cuando Alerta denunció muy a tiempo que el presidente había manifestado sus intenciones de renunciar, Prío convocó ese mismo día a todos los órganos de difusión nacional para desmentir rotundamente la noticia. Era verdad, sin embargo. Igual había desmentido al principio de su gobierno la noticia del empréstito mientras se estaba concertando. Desmentía así mismo el propósito de enviar tropas a Corea mientras se entrenaba un batallón especial, que luego por otras razones no fue enviado.

Cuando Chibás lo acusó de estar emprendiendo grandes negocios de compras de edificios de apartamentos en Estados Unidos, el presidente cubrió el rostro ruborizado como virgen vestal limpia de pecado y pedía la excomunión del inclemente fiscal. Era verdad, y un informe de la Comisión Económica delataba el torrente de millones que salía del país. Cuando lo acusó de los repartos residenciales en Guatemala y el imperio maderero, armaron la más colosal escandalera que conoce la polémica política. Ahora se empieza a conocer toda la verdad de aquella cívica denuncia.

La naturaleza de los hechos denunciados en cada una de esas ocasiones imposibilitó la presentación inmediata de las pruebas reclamadas. Se trataba de voceros de opinión pública, y no de abogados. Los corrompidos gobernantes creyeron descubrir un nuevo estilo para cubrir sus llagas: pedir pruebas de sus inmoralidades. Pensaban así escapar del anatema público escondiéndose en la mampara de las sociedades anónimas.

Pues bien, vengo hoy a denunciar en todos sus aspectos una de las más grandes inmoralidades del señor Carlos Prío Socarrás que, por sí sola, es capaz de invalidarlo del respeto y la consideración de la ciudadanía; tan grave como construir edificios de apartamentos en Nueva York o fomentar repartos presidenciales en Guatemala, con la sola diferencia de que esos hechos están ocurriendo aquí en Cuba, y de antemano lo reto a que me desmienta, porque esta vez en una mano tengo la denuncia y en la otra las pruebas.

He aquí toda la verdad que me propongo hacer conocer al pueblo:

Desde el principio de su gobierno un voraz apetito de tierras se apoderó del insaciable Carlos Prío. Una tras otras, fue adquiriendo una serie de fincas en cada una de las cuales se vieron erguir fastuosos palacios, piscinas, aeropuertos y toda una serie de fantasías. Así fueron haciéndose famosas La Altura, La Chata y otras. Mas esto no era suficiente y

Más que político, el denostado  ex mandatario cubano se  dio vida de millonario excéntrico
Más que político, el denostado ex mandatario cubano se dio vida de millonario excéntrico

concibió entonces la adquisición de una cadena de fincas de las mejores y más valiosas tierras en las proximidades de La Habana que van desde Calabazar, en el término de Santiago de las Vegas, hasta más allá de Managua, en el término municipal de San Antonio de las Vegas.

Ciertas voces públicas mencionaban algunas de esas fincas y otras no se habían mencionado nunca. Pero, sobre todo, se ignoraba la situación jurídica de esos terrenos, a nombre de qué entidad aparecían inscritos en el registro, qué procedimientos se habían utilizado y qué testaferros representaron al presidente, y quizás algo peor que todo eso: qué medios utilizaba el presidente para fomentar esos latifundios. Corrupción y miseria moral

Todo eso vengo a poner al descubierto hoy, como un pincelazo más al cuadro sombrío de corrupción y miseria moral que contempla el pueblo en el imperante régimen. La historia de lo que voy a decir se remonta a varios años atrás. Era a mediados de 1944. El 11 de julio ante el agente René Alarcón, de la policía judicial, una madre se presentó a denunciar que su hija de nueve años había sido brutalmente ultrajada. Los nombres de la madre y de la niña los suprimo totalmente, así como todo el indicio que pueda identificar a esas personas. Omito también otras circunstancias en que los hechos se produjeron, que aunque servirían para evidenciar más lo repugnante y escandaloso de este crimen, prescindo de darle publicidad por respeto a la sensibilidad pública.

Al día siguiente el juez de instrucción de Marianao, doctor Cabrera Lastre, puso en conocimiento de los hechos al presidente de la Sala Cuarta de lo Criminal ante la audiencia, informándolo de que acaba de radicar causa con el número 792 de ese año de 1944. Al día siguiente el mismo juez dictó auto de procesamiento con 2 mil pesos de fianza contra el acusado Emilio Fernández Mendigutía, considerando que los hechos relacionados en la denuncia revestían los caracteres de un delito contra la moral, previsto y sancionado en el artículo 482-A no. 43 del Código de Defensa Social. El 10 de agosto de 1944, Emilio Fernández Mendigutía, que era un hombre inmensamente rico, nombra abogado defensor al doctor Amador Bengochea.

El 13 de noviembre de ese mismo año, a la 1:00 pm, se abrió la causa a juicio oral. Pero el 25 de abril de 1945, en plena etapa del juicio oral, el doctor Amador Bengochea, abogado defensor, elevó un escrito a la sala expresando que por profundas discrepancias con el

Carlos Prío Socarr+ís, terminó  pagando con áírcel su  cadena de excesos y latrocinios
Carlos Prío Socarr+ís, terminó pagando con áírcel su cadena de excesos y latrocinios

defendido renunciaba a la defensa. Ese mismo día Emilio Fernández Mendigutía elevó otro escrito a la Sala Cuarta de lo Criminal que decía textualmente: «Habiéndome notificado en el día de ayer mi abogado el doctor Amador Bengochea que renuncia a mi defensa por discrepancias conmigo, vengo mediante este escrito para designar como abogado para mi defensa al doctor Carlos Prío Socarrás con bufete en esta ciudad, calle A no. 66 en el Vedado, que acepta mi defensa y firma en este escrito en prueba de conformidad».

Ya para esa fecha Grau gobernaba el país y Carlos Prío era senador de la República, aspirante a presidente y uno de los personajes más influyentes del régimen. Al designarlo abogado de la causa, ya el defendido pensaba en mover todos los resortes posibles para salir airoso en tan difícil trance. Pero la Sala Cuarta de lo Criminal, con una firmeza que enaltece el Poder Judicial, mantuvo inquebrantable su decisión de impartir justicia. El 26 de mayo de 1946, la Sala Cuarta de la Audiencia, compuesta por los magistrados Samuel E. Romeo, Rogelio Benítez Cárdenas y Jesús Rodríguez Aragón, y siendo ponente el magistrado Romeo, dictó sentencia condenatoria contra Emilio Fernández Mendigutía por resultar probados los hechos, imponiéndole la siguiente sanción:

«Considerando que los hechos probados constituyen un delito de violación, se le sanciona a la privación de la libertad de seis años con los accesorios de interdicción especial para ejercer el derecho del sufragio pasivo y activo y para desempeñar cualquier cargo público durante el tiempo de la sanción. Así mismo le imponemos con obligación de carácter civil la de indemnizar a la perjudicada por daño moral causado a la misma con la suma de 10,000 pesos moneda oficial, quedando obligado así mismo al pago de las cuotas y gastos si le fueran reclamados, señalándose desde ahora la suma de 1,000 como honorarios al abogado defensor doctor Carlos Prío Socarrás».

El considerando probado de la sentencia que está en mi poder, no lo transcribo por las mismas razones de sensibilidad y escrúpulo que dije antes. La sentencia fue recurrida el 18 de junio de 1945. Después de varios fallos del supremo, fue dictada con carácter definitivo y ratificado en todas sus partes el fallo de la audiencia el 18 de enero de 1950, declarada firme el 3 de junio y ordenada cumplir el 20 de julio de ese mismo año. Pero ya Carlos Prío era presidente de la República y 10 días después, sin haber estado el sancionado siquiera una hora en la cárcel, donde sólo iba a firmar acompañado de un ayudante del presidente, firmaba el jefe del Estado el decreto número 182 del 1 de agosto de 1950, publicado en la Gaceta Oficial el día 4 de ese mismo mes y año en la página 15,367 que en su parte esencial dice lo siguiente:

«En uso de las facultades que me están conferidas por la Constitución, a propuesta por el ministro de Justicia y oído el parecer del Consejo de Ministros: Resuelvo: otorgar indulto total incondicional a Emilio Fernández Mendigutía, perdonándole lo que le queda por cumplir de la sanción de seis años de privación de libertad que le impuso la audiencia de La Habana en sentencia fecha 18 de enero de 1950 dictada en la causa no. 792 de 1944 radicada en el juzgado de Instrucción de Marianao como autor de un delito de violación así como de los accesorios que marca la sentencia. Dada en el Palacio Presidencial, en La Habana, a 1 de agosto de 1950.» Firmado: Carlos Prío Socarrás, presidente. Manuel A. de Varona, primer ministro; Óscar Ganz, ministro de Justicia.

El comandante Castro y el Che Guevara
El comandante Castro y el Che Guevara

El periódico Alerta, de tendencias conservadoras, fue fundado en 1936. En esta fecha lo dirigía Ramón Vasconcelos. En él Fidel continúa las denuncias que comenzó Eduardo Chibás, fundador del Partido del Pueblo Cubano (ortodoxo), y desenmascarando al gobierno de Prío, que se enriquecía ilícitamente y utilizaba para ello sus cargos públicos y testaferros. El gobierno de Carlos Prío Socarrás -como sus antecesores de Batista y Ramón Grau San Martín- tenía muchas similitudes en cuanto a la conciliación con el imperialismo yanqui, la política anticomunista, el robo al tesoro público, la división del movimiento obrero, la represión de sus adversarios y la corrupción política y administrativa.

 

* Del libro Fidel periodista, compilación de Ana Núñez Machín (Pablo de la Torriente Editorial; La Habana, 2006).

 

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