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AQUELLA REUNIÓN EN LOS BARANDALES

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Por Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio

Era el 25 de abril de 1987. La Corriente Democrática, el movimiento disidente en el PRI, apenas estaba en proceso de consolidación. Cuauhtémoc Cárdenas acababa de terminar su periodo como gobernador de Michoacán y Porfirio Muñoz Ledo no tenía mucho de haber regresado a México después de haber sido embajador ante la ONU. Ambos fueron invitados de honor en una comida que convocaba cada año Manuel Moreno Sánchez, exlíder del Senado en el sexenio de Adolfo López Mateos y candidato a la Presidencia por el Partido Socialdemócrata en 1982. Miembro de las juventudes que apoyaron la campaña de José Vasconcelos en 1929, Moreno Sánchez fue el primer priista de relevancia en romper con el entonces partido hegemónico desde que lo hiciera el general Miguel Henríquez Guzmán en los años 50.

La comida, realizada en el rancho Los Barandales, en Ocoyoacac, Estado de México, sería la presentación en público de la Corriente Democrática. Asistieron integrantes de la oposición, como Manuel Stephens y Arturo Whaley, del Partido Socialista Unificado de México; Francisco Ortiz Mendoza y Cuauhtémoc Amezcua, del Partido Popular Socialista, y Javier Livas, del PAN. También empresarios, como Alejandro Gurza Obregón. Y hasta prominentes miembros del PRI, como el exlíder nacional del partido y secretario de Pesca en funciones, Pedro Ojeda Paullada, y el exsecretario de Programación y Presupuesto, Carlos Tello Macías, quienes se retiraron cuando se dieron cuenta del propósito de la reunión. El encuentro resultó una “bomba política”, describe Cárdenas en sus memorias, pues ocurrió “sólo dos semanas después de los ataques que el presidente del PRI (Jorge de la Vega Domínguez) había lanzado a la Corriente en la XIII Asamblea” del partido. El fenómeno desatado por la disidencia interna del PRI llevó a la dirigencia a realizar, en el verano de 1987, una inusitada pasarela de aspirantes presidenciales. Era la primera vez que se reconocía la existencia de una lista de tapados desde que Leandro Rovirosa Wade, secretario de Recursos Hidráulicos, dio a conocer, en 1975, los nombres de quienes aspiraban a suceder al presidente Luis Echeverría.

Pero la pasarela de los “seis distinguidos priistas” no obstó para que, dos días antes del destape de Carlos Salinas de Gortari, el presidente Miguel de la Madrid le comunicara que “tenía muchas posibilidades” de ser el nominado, según le contó a Jorge Castañeda para su libro La Herencia. Así, De la Madrid se adelantó a una reunión ya programada con el Consejo Político del PRI, en la que De la Vega le informaría sobre la auscultación realizada entre los liderazgos priistas para evaluar a los aspirantes. En la misma, De la Vega presentaría una terna al Presidente —integrada por Manuel BartlettAlfredo del Mazo y Salinas de Gortari— y, enseguida, le pediría su opinión. “Les dije que para mí esos tres eran la terna finalista —relató el exmandatario a Castañeda— y que ya que me pedían mi opinión, pues opinaba a favor de Salinas”.

El sábado pasado, 34 años después de esos hechos, se realizó otra reunión política en Ocoyoacac. Ésta fue para apoyar las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard, mismas que el propio canciller se encargaría de oficializar en la conferencia mañanera del lunes 12. Como un interesante paralelismo, entre los cerca de 150 asistentes a la comida estuvo la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carmen Moreno Toscano, hija de Moreno Sánchez. El encuentro fue precedido por dos menciones de Ebrard que hizo el presidente López Obrador como parte de un grupo de funcionarios que, según él, podrían sucederlo cuando deje el poder. Sean o no relevantes las coincidencias con lo ocurrido en 1987, Ebrard tratará de ganar la candidatura presidencial de Morena, remando contra la evidente voluntad del Presidente de dejar como su sucesora a la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum. Es su favorita, como lo era Salinas para De la Madrid.

Ebrard podría ir por Morena, pero, si no, hay otros partidos que parecerían dispuestos a postularlo. Y es que, al igual que en 1987, en la comida del sábado en Ocoyoacac había militantes del partido del gobierno, pero también de otras organizaciones políticas: el Partido Verde y Movimiento Ciudadano.

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