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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Javier May tuvo la oportunidad de ser diferente en el caso del tiroteo del Dbar.
Lamentablemente, desaprovechó la oportunidad.
Es cierto que reconoció que el lugar trabajaba (a la hora de la balacera) fuera de sus horarios permitidos, que prometió que reducirá temporalmente la hora de cierre de los negocios, y que no permitirá que se abran más.
Pero le faltó fuerza al gobernador, porque tras 50 días al frente del estado debió cesar de inmediato al encargado -su encargado- de regular y hacer respetar los horarios.
Esa persona, quien sea, ¿no vio en casi 2 meses que en La Choca ignoraban las disposiciones oficiales?
May Rodríguez debe correrla por inepta o solapadora.
No hay de otra: su gobierno no es culpable de la matanza, pero sí de la falta de rigor en el cumplimiento de los horarios, y de que el sitio -evidentemente- carezca de seguridad.
¿Cuántos giros negros más están en esa situación en Villahermosa y los municipios?
Sabemos la respuesta…
No es la primera vez que hay rafagueados y muertos en los clubes nocturnos, y jamás se adoptan medidas definitivas para evitar que se vuelvan a dar.
Javier May actuó como si el horrendo espectáculo se hubiera producido en un tiempo distante a su sexenio.
Si no se puede impedir que la gente ande armada en las calles, sí se puede y debe lograr que no ingresen con fierros a establecimientos donde venden alcohol y probablemente drogas.
¿O no saben lo fatal que suele resultar la combinación?
El gobernador de territorio puede marcar mucha diferencia con sus antecesores si en verdad mete orden y garantiza a las familias -con acciones contundentes- que no habrá más masacres, impunidad ni complicidad.
Tabasco tiene otra vez que pintarse de verde, el color de la vida y la vegetación, y despojarse del rojo, color de la sangre que derrama su gente…